Feminismo

Borracha y realizada

“Bonita recomendación es ésta de la melopea, lo más saludable para nuestros jóvenes y nuestras jóvenas”

La ministra Irene Montero, ayer en Sevilla
La ministra Irene Montero, ayer en SevillaCarlos MárquezEuropa Press

Nunca fue la coherencia el fuerte de las revoluciones, esos movimientos que nacen sobre proclamas maximalistas y, si triunfantes, van madurando hacia el arte de lo posible. Es deseable, así, que Podemos aún viva en su fase adolescente. Se acerca ahora el 8 de marzo, que por suerte este año cae en domingo, primero en el que el Ministerio de Mujerismo y Otras Yerbas obra en poder la ultraizquierda (la serrana Bibi Aído era cascarón de huevo), que desea celebrarlo con el boato que la ocasión requiere. Ha sido una semana de discusiones. Lo que nos faltaba por ver, para terminar del todo turulatos, era a Carmen Calvo ejerciendo como contrapeso observante de la norma y de la sintaxis para paliar el disparate que pretende promulgar una ministra a quien no llamó Dios –o Simone de Beauvoir o cualquiera que sea la divinidad a la que adore esta gente– por el camino de la jurisprudencia, ni de la prudencia a secas. Nunca fue la egabrense un prodigio de sensatez y no es frecuente que la luz alcance, pasada la sesentena, a quien tuvo siempre como guía a las tinieblas. Pero así sería el borrador, o sea, que mandó esa Irene Montero muñidora del lema bajo el que se manifestarán pasado mañana nuestras más ardorosas muchachas: «Sola y borracha quiero llegar a casa». Bonita recomendación es ésta de la melopea, lo más saludable para nuestros jóvenes y nuestras jóvenas, según hallazgo lexicográfico de otra dama de la progresía andaluza, Carmen Romera, que como la titular de Igualdad también llegó al Congreso de los Diputados en calidad de consorte de un líder nacional. En su inolvidable canción Piano Man, Billy Joel nos retrata a los parroquianos de un bar que «comparten una bebida llamada soledad, lo cual es mejor que beber solo». Se conoce que ahora mola más cogerse tremenda cogorza y volver sin otra compañía que ese reflujo rebelde que pugna por convertirse en vómito. Estupenda receta para alcanzar la felicidad que nos brinda el Gobierno.