"El bloc"

Converge Marín

“Ya se barrunta Elías Bendodo quién recogerá los frutos de la acción de gobierno en una Andalucía”

El vicepresidente de la Junta y líder de Cs en Andalucía, Juan Marín (2i), y el presidente ejecutivo de Martínez-Echevarría & Rivera Abogados y ex líder de Cs, Albert Rivera (c), el presidencia, Administraciones Públicas e Interior de la Junta de Andalucía y Portavoz de la Junta, Elçias Bendodo (2d) y la consejera de empleo y formación de la Junta, Rocío Blanco
El vicepresidente de la Junta y líder de Cs en Andalucía, Juan Marín (2i), y el presidente ejecutivo de Martínez-Echevarría & Rivera Abogados y ex líder de Cs, Albert Rivera (c), el presidencia, Administraciones Públicas e Interior de la Junta de Andalucía y Portavoz de la Junta, Elçias Bendodo (2d) y la consejera de empleo y formación de la Junta, Rocío BlancoÁlex CámaraEuropa Press

Cuando Juan Marín, en presencia de ese Albert Rivera que hoy trabaja para el PP –literalmente: su bufete factura sumas astronómicas a los populares–, insinúa que tal vez se podría a llegar algún día a plantear la posibilidad de una hipotética convergencia electoral entre los dos socios del ejecutivo regional… Digamos que no es que sea Castelar el prócer sanluqueño pero tampoco es Heráclito, llamado el Oscuro por su lenguaje críptico y oracular: se le entiende clarinete al vicepresidente juntero, o sea, y se lo nota acongojado ante ese síndrome del socio minoritario que castiga en las urnas al hermano menor de las alianzas. (Tendría mucho de qué hablar con Pablo Iglesias, que va marcando más paquete a medida que las encuestas lo desploman.) Ya se barrunta Elías Bendodo, eminencia demoscópica del bipartito, quién recogerá los frutos de la acción de gobierno en una Andalucía que siempre acude en auxilio del poderoso con la mano tendida por si cae alguna dádiva. Vox se consolidará con el feraz, también feroz, nicho de votantes cabreados en general y cabreados con Pedro Sánchez en particular y a Ciudadanos, ¿qué le quedará? Pues un amplio terreno de juego entre los dos partidos dinásticos, mayormente para acopiar papeletas de socialistas desencantados por el morreo de sus líderes nacionales con la hez más pestilente del espectro parlamentario. Claro que Marín, y así ha sido desde sus años de concejal, se halla más en el papel de repartidor de sinecuras y buen rollito que teorizando sobre la unidad de España, pero resulta que esa máscara la luce en exclusiva el presidente. Descartado el sorpasso, sólo le queda hacer seguidismo de Inés Arrimadas y labrarse un espacio en el que sobrevivir. O, como Rivera, empezar a hacerle carantoñas a Pablo Casado.