"El bloc"
De palmeros, como siempre
“También existen vagones de primera, segunda e incluso de tercera en los trenes partidarios y ya sabe la autonomía andaluza qué papel se le otorga: a votar y a callar”
Los congresos provinciales del Partido Popular se perfilan a menos de una semana vista sin que el aparato regional logre desvaír la impresión de que, desde Génova (o desde dondequiera que vayan a mudarse), le han madrugado el cetro a Juanma Moreno, el campeón del poder institucional pepero junto a Díaz Ayuso y Núñez Feijóo. Todo lo más, en Sevilla se aviene Virginia Pérez a un armisticio humillante envuelto en el celofán de la «integración» siempre que se respeten los porcentajes con los que ha goleado en la recogida de avales. Son estas peleas de baja estofa, en cualquier caso, que carecerían de importancia si no encerrasen un mensaje demoledor: mientras que las baronías gallega y madrileña controlan orgánicamente sus respectivos territorios, al PP andaluz lo tutelan Casado y Egea con maneras de cacique que bien se cuidan de disimular frente a otros líderes regionales. Ahí queda retratada la maldición colonial y palmera de una Andalucía a la que dispensan idéntico trato en el PSOE. ¿O acaso se permiten desde Ferraz a Susana Díaz veleidades ideológicas como las que perpetran los felones de las Vascongadas o el PSC, ese «partido hermano»? También existen vagones de primera, segunda e incluso de tercera en los trenes partidarios y ya sabe la autonomía andaluza qué papel se le otorga: a votar y a callar, so pena de que el capataz nombrado por el dedo del señorito se olvide de los renuentes a la hora de configurar las listas y repartir las canonjías. Lo que no termina de cerrarme en toda esta historia es el papel de Javier Arenas, un galápago de siete caparazones que en esta ocasión se ha alineado con el bando perdedor. Tal vez los tiempos, definitivamente, hayan cambiado o puede que él (sic transit…) haya perdido su toque magistral.
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