Pandemia

Otra Semana Santa sin cofradías: «La gente está depresiva»

Los sectores vinculados a esta celebración lamentan el golpe económico y emocional de la suspensión de las procesiones

Javier Grado coloca flores en el altar de la hermandad del Cristo de Burgos de Sevilla
Javier Grado coloca flores en el altar de la hermandad del Cristo de Burgos de SevillaKiko HurtadoLa Razón

Son muchos los oficios vinculados a la Semana Santa –como orfebres, tallistas, floristas, cereros o bordadores– a los que les afecta de lleno la suspensión de las procesiones, pero también otros colectivos que trabajan todo el año en clave cofrade viven con tristeza y cierta melancolía estos días sin pasos ni tronos por las calles. Otra Semana Santa huérfana de cofradías debido a la pandemia tiene un indudable impacto económico, pero también supone un duro golpe emocional para las personas que sueñan cada año con la llegada de esta celebración. Uno de esos grupos que no realizan una actividad profesional es el de los músicos, cuyos ensayos se anularon por las restricciones anticovid hace un año. Daniel Zumaquero es el director de la banda de cornetas y tambores Paso y Esperanza de Málaga, formación que no ha retomado todavía su actividad, aunque sí ha actuado de forma puntual con un grupo reducido de músicos. Paralizó los ensayos en octubre tras un intento de vuelta a la normalidad, con algún concierto grabado y emitido por las redes sociales, pero «ante el repunte de casos decidimos parar por responsabilidad».

En la formación musical se extiende el «desánimo», reconoce a LA RAZÓN, cierta «pesadez mental» porque la banda «era nuestro ‘hobby’, nos aglutinaba y nos permitía unos contactos sociales que son incompatibles ahora».

Daniel Zumaquero, director de la banda de cornetas y tambores Paso y Esperanza de Málaga
Daniel Zumaquero, director de la banda de cornetas y tambores Paso y Esperanza de MálagaLa RazónLa Razón

La relación laboral de estas formaciones con las hermandades se mantiene en precario, y en las circunstancias actuales la economía se resiente. «No hay una garantía de una prestación de servicios anual, que es lo que hacemos», señala Daniel, por lo que ante este panorama sin procesiones «tendremos que protegernos desde el punto de vista jurídico». El año pasado, cuando se suspendieron las salidas procesionales, hubo hermandades que pagaron la cantidad acordada, otras solo pagaron un porcentaje y otras nada. También los escenarios han sido diferentes. El año pasado se anuló todo a tres semanas de la Semana Santa y este año se han producido confinamientos, toques de queda, ceses de la actividad y cierres perimetrales. «Todo depende del poder económico que tenga cada hermandad, si recibe o no subvención por parte de los consejos locales». En este punto, Daniel reivindica que las bandas siempre han estado al lado de las hermandades cuando ha hecho falta, por ejemplo en actuaciones para fines solidarios. «Somos parte de la hermandad, aunque no la más importante». Ahora, cuando las circunstancias vienen mal dadas, «se deberían acordar más de nosotros».

También alerta de que el sector musical y cultural «se está viendo muy deteriorado, más que otros que están recibiendo más apoyo». Por ello, reclama a la Junta que articule ayudas para este movimiento. «Formamos a personas fuera del ámbito educativo reglado, así que se debería tener cierta comprensión». Daniel reconoce que no existe una organización formal que aglutine a todas las bandas de Andalucía, pero insta a la Junta a reconocer esta actividad para que puedan optar a ayudas públicas, tal y como ocurre con otros sectores. «Llevamos más de un siglo trabajando con jóvenes».

Otro sector afectado es el de los floristas, aunque el montaje de altares extraordinarios, veneraciones y demás cultos está salvando su particular temporada. Javier Grado es uno de los profesionales más afamados del sector en Sevilla. Sus manos adornaban pasos durante toda la semana. Jesús Despojado, la Paz, el Amor, San Roque, Santa Marta, el Museo, San Gonzalo, la Redención, los Estudiantes, el Baratillo, el Cristo de Burgos, los Negritos, el Gran Poder y el Santo Entierro solo en la capital hispalense, a las que se sumaban cuatro cofradías de Córdoba, dos de Dos Hermanas, otra en Constantina... «Tenía a 25 personas trabajando durante 15 días de cara a la Semana Santa, este año lo hago con tres», lamenta. El negocio no se ha resentido sólo en esta época, sino también por la suspensión del Rocío, de las procesiones de gloria y por la ausencia de bodas, bautizos y demás eventos. «En verano hice alguna boda, pero pequeña. Las bodas grandes de antes se perdieron todas». «La gente está depresiva, en el paro, esperando a ver si esto cambia un poco. A mí de momento el trabajo que hay me compensa», reconoce. Los precios este año han bajado y las cantidades de flores no son las mismas. «Las cofradías subsisten con las cuotas de los hermanos, no hay subvención del Consejo», recuerda. Por tanto, «si antes se ponían diez jarras, ahora son cinco».

El Ayuntamiento de Sevilla anunció recientemente un millón de euros para ayudar a la industria de la Semana Santa. Grado valora esta iniciativa, que servirá para «pagar flores, cera y seguridad». Un «alivio» entre tanta desolación. Pero los ánimos están por los suelos. «Yo no soy el que era. Al principio tenía mucha fuerza, pensaba que íbamos a salir pronto de esto, pero llevamos ya demasiados meses».