"Retratos sin tiempo"

La luz de la sencillez

“Manuel Lucas repasa la vida, plagada de amigos, de ilusiones, sin una mala palabra para nadie”

El pintor Manuel Lucas
El pintor Manuel LucasKiko HurtadoLa Razón

«…Vivir, vivir, vivir», recita aún con ojos de niño ilusionado Manuel Lucas (Sevilla, 1945) en el claroscuro de la Plaza de los Venerables, donde los curas viejos se retiraban a esperar la gloria celestial después de disfrutar del cielo en la tierra. Aquel barrio de Santa Cruz, de una esquina a la otra de la judería, sigue siendo el reino en este mundo de un pintor que busca la magia de los colores, la precisión honda de la luz adormecida en los brazos de la sencillez. Como Pessoa, para entender esto de vivir, escribe relatos cortos protagonizados por su alter ego, Juanito Sueña, al que se lo pone difícil Pepe Puñales. «Juanito soy yo, mis ilusiones, lo que quiero hacer, pero Pepe es la vida, los desengaños, el dolor, la soledad». Dejó los pinceles durante los meses duros del encierro y ahora trata de volver a jugar otra vez con la idea, la belleza y los pinceles. «Me inspira la gente, el sentido del humor, la sencillez», porque Lucas ya hace tiempo que se distanció del tópico ‘Vanitas vanitatis’: «Yo ya me he quitado el traje». Honoré Daumier manda entre sus pintores preferidos, una corte donde también reina Sorolla. Volvemos a la luz de su figuración, de los hombres que pueblan sus cuadros buscando siempre algo, llegamos a la idea pura, a la sensación. «Creo que terminaré haciendo abstracción», explica al hablar de la pureza de las cosas, de la esencia de lo que se es, del mecanismo para buscar la verdad del ser. «Pienso todos los días en la muerte, pero antes pensaba más que ahora». «In ictu oculi», así sea, mientras se repasa la vida, plagada de amigos, de ilusiones, sin una mala palabra para nadie. Hubo un tiempo en el que pintaba retratos de locos, gestos y caras perdidos en la niebla de la razón sin acabar de encontrar nada. Breves apuntes al natural, dibujos y trazos volviendo los ojos con cariño a Nueva York, soñando con el silencio de una playa bañada por las aguas del Egeo. «Me gustan todos los colores, incluso los grises». Volver al germen de todo, a la sencillez del blanco y el azul.