Crisis energética

El precio del gasóleo amarra a puerto a los pesqueros: «Era lo que nos quedaba para tirar la toalla»

La subida desorbitada del combustible deja al sector sin rentabilidad y al borde del colapso. «Ahora tengo más claro que tengo que vender el barco», lamenta Antonio Pacheco, patrón de Barbate

La flota de Barbate es una de las más afectadas
La flota de Barbate es una de las más afectadaslarazon

La flota española está protagonizando amarres parciales en Galicia, Asturias y Andalucía. Los armadores y las cofradías alertan del «colapso» de la pesca si no se toman medidas frente al alza del gasóleo por el efecto de la guerra de Ucrania. En Galicia ha habido amarres parciales, a lo que se sumó un temporal. En Asturias, hay amarrados en Avilés dos barcos que habitualmente faenan en aguas comunitarias, pero hoy las 19 cofradías se reunirán para fijar nuevas medidas y eventuales paradas. Los pescadores de Cantabria han mostrado también preocupación. La flota de Baleares permanece activa, mientras que en Canarias las cofradías han alertado del riesgo de continuidad de la pesca si sigue el actual panorama. La Cofradía de Barcelona paralizará su actividad a partir del 17 de marzo, aunque algunas embarcaciones que faenan de noche ya no han salido a la mar. En Andalucía, una decena de barcos de Barbate (Cádiz) han dejado de faenar por el alza del gasóleo y en La Línea (Cádiz) se dividen entre los que están en paro biológico y los que dudan si seguir la actividad.

Los barcos amarrados en el puerto de Barbate
Los barcos amarrados en el puerto de BarbateLa RazónLa Razón

Poco o nada queda ya de aquel puerto de Barbate en el que, tal y como refleja la fotografía de su cantina, amarraban cientos de embarcaciones. Eran los años 60 y 70 del pasado siglo, cuando, en esos tiempos en blanco y negro, la localidad «ondeaba» con orgullo la bandera de los puertos pesqueros más importantes y ricos de Europa. Esplendor que se reflejaba en sus calles y edificios públicos gracias a la bonanza de un sector, el pesquero, con una historia salpicada de claros y oscuros.

Antonio Pacheco, propietario de uno de los cerqueros más grandes del puerto, el Nuremar, es uno de los hijos de esa época, uno de esos marineros que heredaron la pasión y el don de sacrificio que les inculcaron sus padres y abuelos y por cuyas venas corre la sal de un mar con el que mantiene un intenso tira y afloja sentimental. «Esto es de locos. La subida del gasóleo por la invasión de Ucrania era los que nos quedaba por sufrir para acabar de tirar la toalla», comenta Antonio mientras ordena los enseres en la nave que se encuentra frente a su embarcación; que como el 95% de la flota de cerco, optó por no salir a faenar. «Estamos hablando de una subida de los precios del doble de lo que estábamos pagando hace unos días. Incremento al que hay que añadir los de la tonelada de hielo, el aceite, los seguros sociales, las cajas y un sinfín de cosas más. Costes que, si ya resultaban difíciles de afrontar, ahora se antojan totalmente inasumibles», señala.

Antonio Pacheco, patrón de Barbate:
Antonio Pacheco, patrón de Barbate:La RazónLa Razón

«Quienes vivimos de la mar, sabemos que no es fácil. Que no hay nada garantizado una vez te echas a faenar, pero lo que está sucediendo ahora nos deja con las carnes abiertas y con la única opción de permanecer amarrados a puerto mientras que, como resulta lógico, el coste del gasoil sea tan alto», explica. «Si antes», añade, «muchas semanas de faena no llegábamos a cubrir ni lo costes del gasoil, qué podemos esperar ahora».

«Esto hace ya mucho tiempo que no es negocio. Los costes han ido creciendo y los precios del pescado siguen siendo baratos, con un margen de beneficio tan corto que nos conducen a un endeudamiento continuo y, en no pocos casos, a poner a la venta el propio barco». De hecho, esto es lo que ha tenido que hacer Antonio, decisión que ya tomó y que ahora, con este nuevo revés, confirma. «En los últimos años, lo único que he hecho es ir acumulando deuda y más deuda, hasta soportar una pelota muy pesada. Así que, si algún día tengo la suerte de poder vender el barco, para lo único que me va a servir es para pagar las deudas que tengo pendientes con los talleres, gasoil…», pondera.

Antonio Pacheco, patrón de Barbate: «Ahora tengo más claro que tengo que vender el barco»

Entre las consecuencias de no poder salir a faenar, la peor es no poder contar con ingresos por un periodo de tiempo que, en el actual contexto, se antoja indeterminado. En el caso de Antonio, de su tripulación, esto va afectar a 14 personas. Familias que, en no pocos casos, tendrán que ser auxiliados por sus padres, muchos de ellos con una pensión baja, y familiares.

«Este oficio no está pagado. Quien lo conoce sabe que, pese al sacrificio que lleva consigo, los sueldos son bajos y que, como ocurre ahora y ha sucedido en tantas otras páginas de nuestra historia, los ingresos nunca están garantizados. Vivimos en una constante e insoportable montaña rusa que, como se está viendo, hace que los jóvenes les den la espalda a la pesca». «Desde hace mucho tiempo», concluye, «la pesca es un verdadero acto de fe».

Inés Domínguez
Inés DomínguezLa RazónLa Razón

«Durante la pandemia el sector aguantó por una cuestión de responsabilidad social, el contexto de crisis actual es mucho mayor. Tanto que podríamos hablar de actividad inviable e, incluso, ruina», manifiesta a pie de puerto Inés Domíguez Foncubierta, gerente de la Organización de Productores Pesqueros nº 6 y vicepresidenta por el Atlántico de la Asociación Andaluza de Mujeres de la Pesca.

«No estamos hablando de pedir ayuda a Europa ganar dinero. Simplemente, se trata de contar con las herramientas necesarias para poder soportar esta situación tan terrible. No hay que olvidar que aquí, en Barbate, hablamos 400 pescadores. Personas que son el sustento de sus casas y que ni tan siquiera pueden contar con un sueldo digno, viéndose, en muchos casos, obligadas a recurrir a los abuelos». «La subida del gasoil», sentencia, «ha sido la gota que ha colmado el vaso».

La situación de la pesca es crítica
La situación de la pesca es críticaLa RazónLa Razón