Vendimia

Alegría e incertidumbre en el vino de Jerez

El Consejo Regulador advierte de una posible subida del precio de este producto por el aumento de los costes de la energía

Todo apunta a que una vez más la vendimia se adelantará a finales de agosto
Todo apunta a que una vez más la vendimia se adelantará a finales de agostoCONSEJO REGULADOR DEL MARCO DE JEREZCONSEJO REGULADOR DEL MARCO DE JEREZ

Castigadas en estos días por la intensa ola de calor y el fuerte y perenne viento de levante, las vides del vino de Jerez aceleran su proceso de maduración en ese triángulo mágico del vino que conforman Sanlúcar de Barrameda, Jerez de la Frontera y El Puerto de Santa María. A expensas de los factores meteorológicos, todo apunta a que una temporada más (y ya van cuatro) la vendimia se adelantará a finales de agosto, con una producción que se prevé más corta, pero de excelente calidad. Vinos que, según apunta César Saldaña, presidente del Consejo Regulador del Vino de Jerez, «es previsible que aumenten sus precios de mercado, ya que el sector no está siendo inmune al incremento de precios de envases, cartón, vidrio, electricidad, gasoil o transporte».

«En estos momentos –apunta– tenemos una sensación agridulce, con el sector en pleno proceso de recuperación tras la pandemia (aumento del consumo), pero con la incertidumbre de cómo será la próxima campaña y si, como es previsible, el consumo se puede ver perjudicado». «Si bien es cierto que a estas alturas no podemos saber si se producirá una crisis de consumo, aún es muy pronto; no lo es menos que el escenario para nuestro sector, como para el resto, no es muy alentador».

«Durante la pandemia –recuerda– perdimos la importante demanda del sector hostelero y los eventos festivos, aunque, por fortuna, se registró un importante incremento en las ventas de las cadenas de alimentación. La gente compraba vino y lo tomaba en sus casas». «Ahora sería un escenario muy distinto, con menos poder adquisitivo de las familias y la posibilidad de prescindir de productos que, como el vino, no son de primera necesidad».

«De todos modos –destaca César Saldaña– preferimos no adelantar acontecimientos más allá de la presumible subida de precios por el encarecimiento, ya efectivo, de la energía». Además de la incesante subida de precios que se está experimentando, los vinos de Jerez también están siendo víctimas de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, muy en especial uno de sus productos más exquisitos y carismáticos, el brandy.

«Rusia no es uno de nuestros mercados más potentes, pero si es cierto que es un país en el que se vendía una importante cantidad de brandy que ya no sale de las bodegas». «Ocupaba –señala– en nuestro ranking de exportaciones el puesto undécimo».

Por lo que se refiere Ucrania, el presidente del Consejo Regulador subraya que «era un mercado emergente, en el que nuestros vinos se estaban haciendo un hueco muy importante, pero, desgraciadamente, esto se ha visto frenado por la guerra». Conflicto bélico que también ha enfriado las exportaciones y ventas en países del entorno, caso como Polonia, ya que, «como es comprensible, los ciudadanos de esos países no están para fiestas y eso se refleja en el descenso de consumo de vino».

No obstante, César Saldaña destaca que, frente a esta circunstancia, «nuestros vinos cuentan con un gran reconocimiento y, gracias a ello, seguimos ganando mercado en otros países». «Lo que no se vende ya en Rusia, Ucrania y su entorno no se recupera, pero es importante que sigamos avanzando en nuestras ventas en otros países», algo que es posible gracias a los excelentes caldos que se elaboran en un escenario trimilenario de viñedos en el que nueve municipios hacen gala de la prestigiosa Denominación de origen: Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Chiclana de la Frontera, Chipiona, Puerto Real, Rota, Trebujena y la localidad sevillana de Lebrija.

Cabe recordar que en la pasada campaña se vendimiaron 57,5 millones de kilos de uva, siendo la más copiosa la uva Palomino, registrándose una bajada del rendimiento medio por hectárea, que, de los 10.000 kilos de la última década, se situó en 8.000.