"El bloc"

Y ahora, el ahorro

“Si no es una ley «ad regionem» y/o una injerencia en las competencias transferidas, que baje Robespierre y lo vea”

La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (i), y la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero (d)
La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (i), y la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero (d)Alberto OrtegaEuropa Press

Sse comentaba aquí la semana pasada el éxito de Juanma Moreno con su bajada fiscal, que era más discursivo que tributario. ¡Bingo! Siete días después, toda la España autonómica se ha apuntado a la bonoloto de las rebajas preelectorales y el Gobierno de la nación, en un (saludable) rapto jacobino, ha contraprogramado la bonificación del patrimonio con una «tasa solidaria a los que más tienen» que… se desgravará al cien por cien con el impuesto sobre el patrimonio en las comunidades que lo mantengan. Si esto no es una ley «ad regionem» y/o una injerencia en las competencias transferidas, que baje Robespierre y lo vea. Marisú Montero, siempre volcánica en sus argumentaciones, habla de «armonización» sin nombrarla y uno, en su furor centralista, sueña con el día en el que a la doña y a su jefe les dé por armonizar los sistemas educativos o sanitarios o también fiscales, si me apuran, cuando la minoría mayoritaria no dependa en el Congreso de los votos del PNV. Pero, de momento, se habla de impuestos y se habla el idioma de la Junta de Andalucía (de soltera, Ayuso) porque ya no hay político en la piel de todo que ose abrir la boca sin apuntarse al alivio tributario. En cuanto tirios y troyanos dejen de arrogarse la representación de «la gente» o «la mayoría social» en detrimento de «los ricos», podremos decir con orgullo que vivimos en un país cuyas instituciones son administradas por adultos alfabetizados. Nos tememos que, para eso, todavía falta. Está comúnmente aceptado que estas rebajas fiscales acarrean un menor gasto público. Es cierto, pero lejos de constituir una desgracia, constituye una ventaja adicional. El gran salto del estado –con minúscula– del bienestar se dará cuando el Estado –con mayúscula– deje de despilfarrar el dinero que le confisca al contribuyente.