Salud
Altas temperaturas en Andalucía: cómo actuar ante un golpe de calor
Resulta de gran importancia adoptar medidas preventivas y protectoras
Ante la primera ola de calor del verano, la primera recomendación pasa por la precaución. La Consejería de Salud y Familias hace un llamamiento de prudencia a la población en general, y especialmente a las personas vulnerables, y pide que se extremen las precauciones ante las altas temperaturas con el fin de evitar los posibles golpes de calor.
Así, resulta de gran importancia adoptar medidas preventivas y protectoras frente al calor en la población en general, aunque especialmente en los mayores de 65 años; las personas dependientes en su vida diaria con alteraciones de memoria, de comportamiento, orientación; las personas con enfermedades crónicas -diabetes, obesidad, problemas cardiovasculares, respiratorios-; las que toman medicación como diuréticos, antihipertensores, antidepresivos; las personas con fiebre o patologías agudas, que hayan manifestado dificultad de adaptación al calor; los bebés lactantes y los menores de cinco años.
Se recomienda, como medidas principales, evitar una exposición directa al sol; salir con protección -ropa ligera, sombrero y crema solar-; ventilar las estancias; cerrar ventanas, mantener un buen nivel de hidratación; beber aunque no se tenga sed; tomar frutas y verduras; y moderar el esfuerzo físico en las horas de más calor.
La exposición a elevadas temperaturas supone una agresión a nuestro organismo, hay peligro de deshidratación, agravamiento de una enfermedad crónica y golpe de calor. Cuando esto ocurre, es preciso dejar toda actividad durante varias horas, refrescarse y descansar en un lugar fresco, beber agua, zumo de fruta, por ejemplo.
Se deben extremar las medidas en el caso de los bebés y menores de cuatro años. De hecho, no se recomienda la exposición directa al sol de bebés menores de seis meses. Así, se hace especial hincapié en las recomendaciones para un colectivo muy vulnerable como son los niños y las niñas como, por ejemplo, que se evite que los niños pequeños estén expuestos al sol entre las 11 de la mañana y las 18 horas.
Cuando los menores vayan a salir, es importante contar con la debida protección como gorras, gafas, parasoles, y que beban líquidos con frecuencia, aunque no tengan sed. Además, en los niños pequeños se aconseja usar protectores solares con protección del 30 o más, dependiendo del tipo de piel. Es importante que la aplicación del producto se lleve a cabo media hora antes y cada dos horas, y después de cada baño. En cuanto a la alimentación, se recomienda en niños lactantes la lactancia materna como alimentación exclusiva y, en niños mayores, que se aumente el consumo de frutas y verduras a la vez que se eviten las comidas ricas en grasas y las bebidas azucaradas.
Las personas mayores son también más sensibles al exceso de calor en el ambiente porque producen menos sudor que una persona más joven, su capacidad para regular la temperatura es menor, su temperatura corporal puede subir más deprisa y se adaptan peor a las altas temperaturas, la piel es más fina y es más sensible a los rayos del sol. Además, las enfermedades crónicas pueden agravar los efectos del calor, y las personas con problemas de memoria, de comportamiento o dificultad para orientarse no son capaces de poner remedio a necesidades tan básicas como la sed, o la sensación de calor excesivo.
Recomendaciones
Entre las principales recomendaciones figuran evitar las salidas y las actividades en las horas de más calor y más aún las actividades físicas como el deporte, la jardinería, el bricolaje, etc. Al salir a la calle, procurar estar a la sombra, llevar la cabeza protegida, vestidos ligeros (algodón) y amplios, de color claro, y una botella de agua consigo. También se aconseja cerrar las ventanas y cortinas en las fachadas expuestas al sol, manteniendo las ventanas cerradas mientras la temperatura de la calle sea mayor que la de su casa.
Respecto a la bebida y la comida, se recomienda ingerir líquidos lo más posible, incluso sin sed. La mejor bebida es el agua, a temperatura ambiente, no demasiado fría. Los zumos de fruta, la leche, o sopas frías como el gazpacho nos ayudan a estar bien hidratados. También es recomendable evitar el consumo de bebidas alcohólicas, bebidas excitantes como el té o el café. A la hora de comer, hágalo según su costumbre, preferentemente fruta y verdura, fraccionando las comidas a lo largo del día y en cantidades moderadas, y evitando las comidas calientes, pesadas y copiosas.
Para disminuir los efectos del calor sobre el sueño, es aconsejable establecer un horario regular y dormir una siesta no superior a 30-45 minutos. También es recomendable cenar regularmente y de forma ligera -esperar dos o tres horas antes de meterse a la cama-, no consumir alcohol, cafeína ni otros excitantes antes de ir a la cama y huir de interferencias exteriores, como el ruido. Se debe mantener las habitaciones frescas y recurrir al aire acondicionado. Si no se dispone de él, son importantes las duchas con agua tibia (no fría).
Cómo detectar un golpe de calor
Algunos de los signos de alarma para que los ciudadanos puedan identificar con mayor facilidad una posible deshidratación o golpe de calor son la piel seca, la sequedad de la boca, los ojos hundidos y la disminución de la emisión de orina.
Otros síntomas de alerta son aturdimiento, pérdida de conciencia, convulsiones, insomnio y agitación nocturna inhabitual, calambres musculares en brazos, piernas y abdomen, rápida elevación de la temperatura corporal, fiebre elevada, debilidad, cansancio, fuertes dolores de cabeza, náuseas, piel caliente, roja y seca, sed intensa.
En cuanto al golpe de calor, los signos se agravan: la piel, además de estar seca, comienza a sentirse caliente y enrojecida, hay un cese de la sudoración, con fatiga, e incluso se pueden detectar vómitos, dificultad respiratoria, taquicardia e inconsciencia.
Ante estas situaciones, desde la Consejería de Salud y Familias se recomienda que, en caso de síntomas de deshidratación, se administre agua o soluciones glucosalinas por la boca siempre que la persona esté consciente, situarlo en un lugar fresco y ventilado y si se presentan vómitos u otros síntomas asociados se aconseja solicitar asistencia sanitaria.
En caso de diabetes
La deshidratación es uno de los principales riesgos a los que se expone un diabético durante el verano. Según explican expertos de endocrinología del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón esto es así debido a que estos pacientes pueden tener afectadas la perfusión de la piel y la sudoración, lo que hace que aumente el riesgo de que puedan padecer un golpe de calor.
En este sentido, el doctor Alberto Aliaga, endocrinólogo del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón, concreta que los niveles de glucosa de un paciente con diabetes pueden verse afectados “ante estados de deshidratación como consecuencia de una sudoración excesiva, pero también debido a un aumento o aceleración en la absorción de insulina inyectada, elevando, por tanto, el riesgo de hipoglucemia”.
Especialmente para los diabéticos, realizar una hidratación insuficiente es uno de los errores más comunes en verano que puede provocar un problema de salud, pero también pueden ser perjudiciales otros como llevar un menor control en el orden de comidas a lo largo del día o no conservar adecuadamente la insulina.
Así, con el objetivo de que los pacientes con diabetes puedan disfrutar del buen tiempo sin sobresaltos, el doctor Aliaga apunta cinco prácticos consejos para mantener esta enfermedad bajo control la durante el verano:
Prestar atención a la hidratación. Debido a las altas temperaturas, se incrementa la sudoración pudiendo llevarnos a la deshidratación, lo cual afecta a los niveles de azúcar en sangre. Es importante, por tanto, beber abundante agua y/o líquidos sin azúcar a lo largo del día. Algunas frutas y verduras también pueden ayudar a estar mejor hidratado.
Ajustar la dieta. La llegada del verano y unos días más largos suele traer cambios en los horarios y rutinas habituales, lo que provoca picoteos y comidas fuera de casa, donde el consumo de alimentos calóricos aumenta. Por ello, hay que poner especial interés en la planificación de las comidas y tentempiés para mantener los niveles de glucosa estables.
Revisar los niveles de glucosa con más frecuencia. El calor, la actividad física y los cambios en la dieta pueden afectar los niveles de azúcar. Es muy aconsejable, por tanto, realizarse controles adicionales y ajustar el tratamiento según las indicaciones del equipo médico.
Proteger la insulina y los medicamentos. Durante el verano, la insulina y los medicamentos pueden verse afectado por las temperaturas elevadas. Por lo que hay que poner especial atención a su conservación. El experto recomienda un lugar fresco y seco, alejado de la luz solar directa y utilizar neveras portátiles si fuera necesario, en caso de estar fuera de casa.
Cuidar los pies. El calor y el tipo de calzado puede aumentar el riesgo de lesiones y una excesiva sudoración. Utiliza calzado cómodo y transpirable, evitar caminar descalzo y revisa tus pies a diario en busca de heridas o ampollas, especialmente en pacientes con neuropatía sensitiva.
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