Opinión: El bloc

Defender como hombre

Zelenski sostiene los estandartes de Occidente, de la Civilización, de la Democracia y del Libre Mercado (¿acaso no son lo mismo?) en la frontera rusa

La Reina saluda al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, previo a la recepción a los Jefes de Estado y de Gobierno asistentes a la III Cumbre de la Comunidad Política Europea en Granada.
La Reina saluda al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, previo a la recepción a los Jefes de Estado y de Gobierno asistentes a la III Cumbre de la Comunidad Política Europea en Granada. CASA REAL

La sed de universalidad que añora Granada desde los primeros días de 1492, cuando los Reyes Católicos culminaron la magna obra de la Reconquista, quedó saciada en alguna medida esta semana durante una Cumbre Europea bastante inane, a qué engañarse, si bien abrillantada por la presencia de Volodimir Zelenski, el hombre que sostiene los estandartes de Occidente, de la Civilización, de la Democracia y del Libre Mercado (¿acaso no son lo mismo?) en la frontera rusa.

Comediante en su otra vida, el presidente ucraniano ha sufrido la metamorfosis del actor de poca monta mutado en héroe partisano al que encarna Vittorio de Sica en la película de Roberto Rossellini «General Della Rovere», aunque por ahora haya logrado eludir –mal que pese a Putin y a su ejército de quintacolumnistas: algunos, en el Gobierno de España– ese «bel morir» del aforismo de Petrarca. Interpreta el papel de su vida, o sea, como siguió demostrando en esos Palacios Nazaríes donde el espíritu indoblegable de Aixa le infundió, seguro, un gramo suplementario de valor.

Rusia y sus satélites lo querían avasallado como ese Boabdil llorica que empaquetó sus vajillas de oro para escapar con ellas, pero Zelenski prefirió quedarse a defender Kiev y abandonar el frente sólo para proclamar por el mundo la palabra de la resistencia. Habría sido deseable que Pedro Sánchez, durante la conversación que mantuvieron, aprendiese/aprehendiese alguna noción sobre unidad y soberanía nacionales o sobre la conveniencia de ser firme en la defensa de ciertos principios. Pero es posible que se limitase a envidiar lo bien que le sienta la camiseta verde olivo a su interlocutor. «Y mira que el tío es bajito. El 12 de octubre aparezco vestido de general de brigada. Con esta percha, la voy a liar», planeaba el figurín.