Política

Del «electroshock» al fango socialista en el Parlamento

Juan Espadas y su grupo podrán empezar desde hoy en el Pleno a «dignificar el ejercicio de la acción política» pregonado y poner fin a años de juego sucio y bulos

El secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, atiende a los medios antes de la manifestación de CCOO y UGT por el Primero de Mayo en Córdoba. A 1 de mayo de 2024, en Córdoba (Andalucía, España). Los sindicatos CCOO y UGT se han manifestado con motivo del Primero de Mayo bajo el lema “Por el pleno empleo: menos jornada, mejores salarios”. El secretario General de UGT Andalucía, Oskar Martín; la secretaria General de CCOO Andalucía, Nuria López, y el secretario general del PSOE-A, Juan Espad...
Manifestación de CCOO y UGT por el Primero de Mayo en CórdobaRocío RuzEuropa Press

Señorito, gamberro, terrorista, pirómano, acosador, soberbio o desaprensivo son algunos de los insultos que miembros del Gobierno de España, con la ahora candidata a las europeas Teresa Ribera a la cabeza, han vertido sobre Juanma Moreno durante los últimos meses. Dirigentes del PSOE-A, con Juan Espadas como secretario general, han llamado «tontopollas» a Alberto Núñez Feijóo, «judío nazi» al que fue portavoz de la Junta de Andalucía Elías Bendodo o «skinhead de la política» a Antonio Sanz, consejero de la Presidencia. Con motivo del 8M, este mismo 2024, los socialistas andaluces -se supone que con el visto bueno de Espadas– lanzaron una campaña en la que equiparaban al presidente andaluz, ganador por mayoría absoluta de las pasadas elecciones, con los violadores de La Manada con el lema «Moreno Bonilla, yo no te creo». Cuando el «Gobierno del cambio» del Partido Popular y Ciudadanos llevaban poco más de un año en San Telmo, la Junta de Andalucía tuvo que abrir «una ventana para combatir los bulos», incorporando una sección en su web institucional para detectar y aclarar «fake news» y la primera entrada desmontaba una información falsa sobre un supuesto colapso del Hospital Macarena a la que daba credibilidad el exconsejero socialista Antonio Ramírez de Arellano y entonces diputado en el Parlamento, responsabilizando de ello al Gobierno de Andalucía.

Estos son sólo algunos ejemplos de las habituales prácticas socialistas en Andalucía donde su labor de oposición se ha centrado en intentar generar miedo y pánico entre los sectores más vulnerables: aseguraron la privatización de Veiasa, del Infoca, dieron por segura la derogación de la ley de memoria histórica, la destrucción de Doñana y sanciones de la Unión Europea por un proyecto de ley que ponía fin a las extracciones legales e ilegales de agua en el Parque Nacional, la liquidación de las asociaciones de apoyo a la mujer por falta de ayudas, el fin de la dependencia, la destrucción del sistema educativo o la privatización de la sanidad, llegando a difundir que los andaluces tendrían que pagar por la asistencia de su médico de cabecera del SAS. Nada de ello se ha producido con el actual Gobierno.

El PP tuvo que acudir a los tribunales para defenderse del bulo de socialistas de Jaén en la previa de las elecciones municipales, cuando supuestamente denunciaron una falsa compra de votos por parte del PP. Fruto de esa querella popular un juzgado ha iniciado una investigación que señala al exalcalde Julio Millán y a la concejal y diputada provincial África Colomo. En la política actual todos los partidos juegan con las mismas armas, de ataque y de defensa. Ahora, el PSOE de Pedro Sánchez, por interés particular, vuelve a utilizar su habitual doble moral para lanzar el mantra de que la «regeneración democrática» la inicia el socialismo con el noble fin de «garantizar el derecho a la información veraz recogido en el artículo 20 de la Constitución».

Juan Espadas habla de aplicar un «electroshock» a la sociedad que se verá reflejado en las elecciones catalanas y europeas. Y en su mismo discurso ataca a Juanma Moreno por «falta de humanidad» por no creerse el discurso del presidente Sánchez. Porque ahora sí interesa al PSOE «poner coto y control a lo que estamos viendo diariamente en las redes sociales», como bien repite Espadas.

El secretario general de los socialistas andaluces tiene la oportunidad hoy mismo en el primer Pleno tras el periodo de reflexión de Pedro Sánchez de «dignificar el ejercicio de la acción política» que pregona y, al mismo tiempo, poner fin a años de oposición con juego sucio y bulos, como ha quedado constatado, con un somero repaso. Espadas se presenta hoy ante Moreno con la pregunta: «¿Qué valoración le merecen los reiterados incumplimientos de los compromisos asumidos por su gobierno con la sociedad andaluza?». Una cuestión en la que tiene cabida casi cualquier cosa.

Desde San Telmo, el discurso es otro y se cimenta en los resultados del último estudio del Centro de Estudios Andaluces (Centra), porque cinco años y medio después de alcanzar el Gobierno andaluz, el actual presidente sigue ensanchando su base electoral mientras la oposición no tiene proyecto alternativo.

El PP-A ganaría los comicios con el 46,1% de los votos y una ventaja de 24,9 puntos sobre el PSOE-A, que se quedaría en el 21,2% de los sufragios. Traducido en escaños, este resultado arrojaría entre 58 y 61 escaños para el PP-A en el Parlamento, frente a los 58 que tiene en la actualidad, mientras que el PSOE-A bajaría desde sus actuales 30 diputados hasta 24 ó 27.

Una contradicción tras otra

►Andalucía ha bajado de los 700.000 parados y en la región nunca hubo tantos ocupados y autónomos como ahora. Juan Espadas, en cambio, solo ve deterioro y apocalipsis andaluz. En su análisis es capaz de ver «un buen momento de la economía y el empleo en España», gracias a Pedro Sánchez, menos en Andalucía, que «se está quedando atrás». En Córdoba, donde acudió a la manifestación por el 1 de Mayo, el secretario general de los socialistas llamó a los andaluces a «rebelarse» y exigió a Moreno que frene «la propaganda, de datos falsos y de manipulación en Canal Sur», donde afirma que se emiten «las noticias que Moreno quiere escuchar, pero no los problemas reales». Un cúmulo de sinsentidos y contradicciones.