Arte
El «escultor de los atunes»
Autor de las icónicas veletas del litoral gaditano, Pedro Barberá es
el gran referente artístico de la costa
Ubicado en un lugar que ni Google Maps ha logrado situar, su estudio se antoja un pequeño «astillero». Una mini «factoría de metales» que, ligada sentimental y emocionalmente al mar y los esteros gaditanos, nada tiene que ver con ese sector naval tan arraigado y en continuo «en pie de guerra» de la provincia de Cádiz, de su bahía.
En ella, en un ambiente de cierta bohemia y caos, Pedro Barberá imagina y alimenta desde hace años su particular océano. Un mar de esculturas que refleja su extraordinaria pasión por el entorno costero en el que se ha criado, que ha respirado desde muy pequeño, y en el que sobresalen las obras dedicadas al atún rojo. Especie ligada a un arte de pesca milenaria, la almadraba, por la que siente una extraordinaria, casi desmedida, atracción y de la que, como tantos otros chiclaneros, espera su retorno a aguas de Sancti Petri.
De vocación tardía y hermano de otro gran artista chiclanero, José Antonio Barberá Briones, «no fue hasta los 45 años» cuando Pedro Barberá sintió la «llamada del arte». «Andaba un poco perdido, experimentando distintas facetas, hasta que, ayudando a mi hermano, sentí ese algo inexplicable que me llevó a volcarme de lleno en el arte; en la escultura y, más tarde, en la pintura». Un «algo» que, quizás por esos largos y diarios paseos por La Barrosa y por sus profundas raíces salineras (proviene de una familia arraigada a las salinas), le hizo mirar al mar como gran fuente de inspiración. «Todo tiene un por qué y para mí el mar y nuestro paisaje costero significan mucho desde la infancia».
Pasión que, en un momento en el que se impulsaba la catalogación de las almadrabas como Bien de Interés Cultural (2011), le llevó a imaginar y crear esas grandes veletas de atún que se han convertido en el gran icono artístico de los pueblos con legado almadrabero de la costa de Cádiz (La Línea, Tarifa, Conil de la Frontera, Chiclana, Zahara de los Atunes y Cádiz).
«Por aquel entonces yo no sabía soldar, pero eso no fue impedimento para sumergirme en un proceso que, en la mesa del salón de mi casa, me llevó a crear esta escultura de homenaje a nuestra historia y cultura almadrabera».
Obra de corte modernista que realizó en una técnica, la suya propia, que define como «modelado al aire con cinta perforada», y en metal (acero inoxidable y latón); material que, como es su intención, «permite que la obra trascienda en el tiempo».
Veletas que, como reconoce, marcaron su trayectoria a través de una labor creativa enfocada en el atún rojo, el de las almadrabas gaditanas.
«Desde que artísticamente me asomé al apasionante mundo que gira en torno al atún rojo, a su milenaria captura, quedé hipnotizado, envenenado». «Como chiclanero conocía su existencia, su relevancia en nuestras costas, pero, hasta entonces, jamás llegué a calibrar, a ser consciente, de su extraordinaria riqueza cultural, social e histórica», apunta quien ya es conocido por muchos como el «escultor de los atunes».
«Gigantes de plata» con los que este escultor gaditano no ha dejado de «navegar» artística y emocionalmente y que ha inspirado la creación de otras esculturas del entorno de los atunes, como sus grandes predadores, las orcas.
Piezas que, continuamente, dan vida a grandes exposiciones y que iluminan artísticamente numerosos «templos gastronómicos» que rinden culto a tan exquisito bocado; como «Alevante», tres estrellas Michelín de Ángel León; 99 Shusi Bar Dubai (Emiratos Árabes); Francisco Fontanilla, en Conil de la Frontera, y, entre otros muchos, el restaurante Meliá Atlanterra, Zahara de los Atunes.
Asimismo, fruto de su nexo familiar con las salinas, Pedro Barberá también mira al entorno de las marismas para crear multitud de obras; como es el caso de la gran dorada que preside uno de los espacios gastronómicos, de relax y ocio más atractivos (recientemente inaugurado) de este paisaje fronterizo de la Bahía de Cádiz, «Salina Santa Teresa».
«No soy artista de redes sociales ni de webs ni nada de eso. Mis obras están al aire libre, en los entornos naturales en los que me inspiro y quienes quieran conocerla o adquirirlas ya saben dónde me pueden encontrar».
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