Historia
¿Fue Bartolomé de Las Casas realmente un defensor de los indios?
El historiador argentino Marcelo Gullo Omodeo refuta la figura y la obra del dominico que sustenta la ‘Leyenda Negra’ contra España
El historiador argentino Marcelo Gullo Omodeo ha refutado la figura y la obra del dominico nacido en Sevilla Bartolomé de Las Casas, sobre las que se apoya buena parte de la ‘Leyenda Negra’ contra España, por haber desfigurado la realidad que encontró en América y la vida de los indios a los que quiso defender.
“Bartolomé de Las Casas niega la existencia de los sacrificios humanos en masa y nada nos dice de los tambores confeccionados con piel humana que servían para deleitar los oídos de la nobleza inca” y “no habla en ningún momento del sufrimiento de los pueblos oprimidos por los aztecas, que les arrebataban a sus niños para comérselos y que tomaban ‘prestadas’ a sus mujeres para violarlas”, escribe Gullo Omodeo sobre las sangrientas costumbres de aztecas e incas en su nuevo ensayo, “Nada por lo que pedir perdón” (Espasa).
Prologado por la directora de la Real Academia de la Historia, Carmen Iglesias, el nuevo ensayo de Gullo Omodeo, uno de los historiadores que colaboraron en el largometraje de Manuel Pérez-Linares “España, la primera globalización”, acusa a Las Casas de ofrecer en sus escritos una visión sesgada hasta el punto de que, ironiza, “el Imperio azteca era el reino de la misericordia y el inca, el de la bondad”.
Gullo Omodeo cita historiadores marxistas o de afinidades socialistas -por considerados “progresistas”-, que criticaron la obra de Las Casas, como el peruano Luis Alberto Sánchez, quien acusó al dominico de escribir en su historia de las Indias que “un español mataba con su lanza 10.000 indios en una hora, o sea, 166 por minuto, o casi tres indios muertos por segundo, tantos como un arma automática moderna”.
RIVALES DE ESPAÑA
El historiador marxista Jorge Abelardo Ramos, cita Gullo Omodeo, escribió que “los rivales de España, famosos genocidas y vampiros de pueblos enteros, se lanzaron sobre la obra de Las Casas como moscas a la miel”, en lo que coincide con el historiador mexicano Miguel León-Portilla, quien además concluyó que el dominico exageró en sus escritos y fue “impreciso”.
Esas imprecisiones las achacó León-Portilla a que Las Casas dice haber visto él mismo muchos de los hechos que relata en su obra pero “nunca dice ni cuando ni donde se consumaron tales horrores”, y Gullo Omodeo las atribuye a que “don Bartolomé mentía incluso cuando no era necesario”.
Y pone un ejemplo de orden geográfico: Cuando Las Casas habla de la isla La Española (actuales República Dominicana y Haití) escribe que allí corren 30.000 ríos y arroyos, 12 de los cuales son tan grandes como el Duero, el Ebro y el Guadalquivir, y 25.000 de ellos son “riquísimos en oro”.
Pero el Duero tiene 837 kilómetros de longitud y un caudal medio de 675 metros cúbicos por segundo, mientras que el río más grande de esa isla tiene 321 kilómetros y un caudal medio de 84 metros cúbicos por segundo.
Del mismo modo cita el autor al historiador y sacerdote argentino Oliveira Ravasi, quien acusa a Las Casas de “inventar” el genocidio indígena: “Primero son 12 millones de muertos, luego eleva la cifra a 15 y termina redondeándola en 24 millones. Aún conformándonos con los 15 millones, los españoles deberían haber matado 375.000 indios por año, es decir bastante más de 1.000 diarios. Estas cifras son imposibles, aún después de haberse inventado la cámara de gas”.
HABLAR DE OÍDAS
Como fuente histórica coetánea de Las Casas, cita Gullo Omodeo al fraile Toribio de Benavente, quien también denunció abusos cometidos por algunos españoles y fue autor de “Historia de los indios de la Nueva España”, pero que “evitó en lo posible hablar de oídas”.
Toribio de Benavente escribió al emperador Carlos V: “No tiene razón el de Las Casas al decir lo que dice, y es un mercenario y no un pastor por haber abandonado a sus ovejas para dedicarse a denigrar a los demás (...) y piensa que todos yerran y él solo acierta”.
Gullo Omodeo destaca que Las Casas nunca aprendió una lengua india y que no convivió con los indios, a diferencia de los franciscanos que evangelizaron México, que “vivieron junto a los indios, aprendieron su lengua y compartieron sus penurias”.
“Las Casas vivió siempre como un rico. Durante sus estancias en América acostumbraba a beber buen vino traído de España y a vestir con ropas elegantes”, cobraba 100 pesos de oro anuales como procurador de indios y “cuando se hizo famoso y logró que lo nombraran obispo (1524) llegó a ganar medio millón de maravedíes anuales”, para retirarse en 1551 con una pensión de 300.000, según el relato de Gullo Omodeo.
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