
Historia
El nombre del que procede la ciudad de Sevilla y su significado
La capital de Andalucía ha recibido diferentes denominaciones a lo largo de la historia

La capital de Andalucía no siempre se ha llamado Sevilla. Es más, ha recibido diferentes nombres a través de la historia. El origen de lo que hoy es Sevilla se remonta al primer milenio a.C., coincidiendo con la colonización fenicia y la cultura tartésica. "Su asentamiento en la confluencia de vías fluviales y terrestres facilitaron un rápido crecimiento económico del valle y tierras colindantes", señala la Junta de Andalucía.
"La Colonia Julia Romula Hispalis, fundada por Julio Cesar, desarrolla una espectacular actividad mercantil. Se crean importantes asentamientos en todo el territorio, cuya monumentalidad pervive en nuestros días. Los árabes dejarán una indeleble huella cultural y monumental en estas tierras. En el siglo XVI Sevilla vive un periodo de máximo esplendor. Al puerto sevillano llegan mercaderías de toda Europa y metales preciosos del Nuevo Mundo, que contribuirán al desarrollo del occidente europeo. Con la ilustración se reactivan el comercio, la agricultura y la industria. La exposición Universal de 1992 difunde y engrandece, aún más, el nombre de Sevilla", resume Andalucia.org.
La ciudad más importante del sur de España debe su nombre a Spal, que es una palabra tartessa que significa “tierra llana”. Esta denominación evolucionó a Hispalis en la época romana, donde con los árabes se actualizó a Ishbiliya, la más parecida a nombre actual.
En resumen, Sevilla vendría el árabe hispánico أشبيليّة (išbíliya), a su vez del latín Hispalis y del fenicio Sefela ("valle"). Otra teoría es que “Ishbiliya” podría derivar de la palabra árabe “sabil”, fuente o manantial.
La ciudad de Sevilla cuenta en sus calles con miles de años de historia. Los primeros asentamientos se dieron en el año 1.000 a.C., pero no fue hasta el 850 a.C. cuando fue fundada por los turdetanos con el nombre de 'Ispal', que evolucionó a Híspalis en la época romana. Fenicios, griegos, cartagineses, visigodos y musulmanes también vivieron en la que actualmente es la capital de Andalucía. La Giralda, el Real Alcázar, el Antiquarium, los Caños de Carmona o los restos del templo romano de la calle Mármoles son parte del patrimonio histórico y cultural más antiguo de la ciudad. No obstante, dentro de la provincia existe un lugar que guarda testimonio de la presencia humana en la región desde tiempos mucho más remotos: Gandul. Este pequeño enclave, aunque no es un pueblo en la actualidad, posee una riqueza arqueológica que nos transporta a la prehistoria, con vestigios de hace más de 4000 años.
En época romano también hubo otros enclaves que hicieron sombra a la hoy capital, como el asentamiento militar de Itálica. La presencia de Roma en la Bética dejó múltiples muestras de la dimensión económica, militar y de desarrollo social y cultural del imperio. Itálica representa el esplendor de un enclave con las cotas más elevadas de prosperidad. Según el “Cuaderno del profesorado” de la Junta de Andalucía, “Itálica fue punto de referencia obligado en la conquista romana de Iberia y por ende, del Mediterráneo Occidental”. Como “primer asentamiento de cives romani de Hispania”, se distingue del resto de ciudades en Hispania. De ahí, “la munificencia con la que los emperadores oriundos, Trajano y Adriano, la embellecieron”.
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