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Perros

Cómo evitar que tu perro salte sobre las personas: pocos conocen este truco

Más allá de un simple saludo, el hábito de un perro de saltar sobre la gente es un gesto de dominancia que puede llegar a ser peligroso y que requiere una respuesta firme y constante por parte del dueño

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La solución más eficaz para evitar que un perro salte sobre las personas al llegar a casa es, paradójicamente, la más sencilla: ignorar por completo al animal. Esto implica no dirigirle la palabra, evitar el contacto visual y, por supuesto, no ofrecerle ninguna caricia. El objetivo es transmitirle un mensaje claro de que su estado de excitación no será recompensado con la atención que busca desesperadamente. De hecho, diversos adiestradores coinciden en que saludar al perro efusivamente al entrar en casa es un error monumental que puede reforzar su ansiedad en lugar de calmarla.

De hecho, el afecto solo debe llegar cuando el animal deponga su actitud y mantenga las cuatro patas en el suelo. En ese preciso instante, cuando se muestre tranquilo, es el momento de premiar su comportamiento con caricias y palabras amables. Para facilitar el proceso, sobre todo al principio, se puede utilizar una correa corta que ayude a guiar al perro hacia una posición de sentado, reforzando con un premio su obediencia y autocontrol.

Y es que este impulso de saltar sobre su dueño no es solo una muestra de alegría desbordada. En la mente del animal, se trata de una conducta instintiva que combina un saludo efusivo con un intento de posicionarse como un líder de la manada, una idea que, según explican desde Kiwoko, debe ser corregida para establecer una jerarquía clara en el hogar. Comprender esta conducta es clave, de la misma forma que lo es saber por qué un perro entierra sus cosas, pues ambos son un rastro evolutivo de sus ancestros.

El papel del dueño: la clave está en la coherencia

En este sentido, el adiestramiento recae directamente en la actitud del propietario, que debe proyectar una imagen de calma y firmeza. Los gritos o los castigos son contraproducentes, ya que solo consiguen aumentar la ansiedad del perro y empeorar la situación. Es la coherencia y la serenidad del dueño lo que enseña al animal que la atención y el cariño se consiguen a través de la tranquilidad, y no del caos. Es importante recordar que, aunque el adiestramiento requiere firmeza, hay ciertas prohibiciones que pueden provocar que los perros se sientan muy rechazados y afectar negativamente a su bienestar emocional.

Asimismo, este esfuerzo no puede ser individual. Es fundamental que toda la familia debe implicarse y seguir las mismas directrices de forma rigurosa. Los mensajes contradictorios solo confunden al perro y dificultan su aprendizaje, convirtiendo un gesto que puede parecer simpático en un riesgo real, especialmente para niños o personas mayores, que pueden ser derribados con facilidad.

Finalmente, aunque inculcar estos hábitos es más sencillo en cachorros, la conducta de un perro adulto también puede reconducirse con una dosis extra de paciencia. Si a pesar de aplicar estas pautas el problema persiste o se agrava, la recomendación es buscar la ayuda de un profesional. La intervención de un adiestrador canino puede ser determinante para identificar la raíz del problema y diseñar una estrategia a medida.