
Animales marinos
Liberado después de cuarenta años gracias a las firmas de 60.000 personas y tres abogados: la tortuga Jorge ha regresado al océano
Su historia marca un antes y un después en la lucha por los derechos de los animales silvestres en cautiverio

No todos los regresos son iguales. Algunos, como el de Jorge, la tortuga marina de sesenta años, tienen el poder de conmover al mundo y poner en jaque todo lo que creíamos saber sobre la reintegración animal. Capturada en 1984 frente a las costas de Argentina y encerrada durante más de cuatro décadas en un acuario de Mendoza, Jorge no solo ha vuelto al océano, sino que ha demostrado que incluso tras la pérdida prolongada de la libertad, la naturaleza puede reactivarse si se la cuida con ciencia, compromiso y voluntad.
Su liberación, ocurrida el 11 de abril de 2025, es mucho más que un símbolo. Es el resultado de una movilización ciudadana sin precedentes, una batalla jurídica valiente y un proceso científico meticuloso que ha permitido que, por primera vez en el mundo, una tortuga marina regrese a su hábitat tras pasar más de la mitad de su vida en cautiverio.
Cuarenta años en una pecera: del encierro al activismo
La historia de Jorge comienza con un error al quedar atrapada en una red de pesca frente a las costas argentinas. Desde entonces, vivió en una piscina de 20.000 litros, con apenas medio metro de profundidad, en un entorno artificial, alimentada con huevos duros y carne hervida. Durante años fue una de las atracciones más queridas del acuario de Mendoza, especialmente por los niños, pero su vida se alejaba cada vez más de la que le correspondía.
Todo cambió cuando tres abogados María Aguilar, Vanesa Lucero y Oscar Alejandro Mellado decidieron llevar su caso a los tribunales. Respaldados por más de 60.000 firmas ciudadanas, presentaron una petición ante la justicia para reconocer los derechos fundamentales de Jorge como ser vivo: derecho a la vida, a la libertad, a la integridad física y a la dignidad. No era solo una tortuga: era un símbolo del debate ético sobre el cautiverio de animales silvestres.
Rehabilitación intensiva: volver a ser tortuga
El reto era tan colosal como inspirador, enseñar a Jorge a ser libre otra vez. Durante tres años, un equipo multidisciplinar liderado por científicos del Acuario de Mar del Plata, el Museo Argentino de Ciencias Naturales y el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras trabajó para reconstruir sus instintos.
El proceso comenzó con la aclimatación al agua salada, ajustando gradualmente su salinidad y controlando su salud. Luego, fue trasladada a una piscina de aguas profundas y temperatura oceánica, donde reaprendió a nadar, bucear y salir a la superficie por su cuenta. El paso siguiente es aprender a cazar. Los huevos cocidos fueron reemplazados por pequeños cangrejos y caracoles vivos que Jorge debía buscar, acechar y atrapar, simulando lo que haría en libertad.
Para preparar su cuerpo, también se introdujeron corrientes artificiales, permitiéndole practicar la navegación y la resistencia. El objetivo no era solo físico, sino comportamental y había que despertar el instinto.
Liberación en mar abierto y seguimiento en tiempo real
El gran día llegó en abril de 2025. A bordo de un buque de la Prefectura Naval Argentina, Jorge fue llevada a alta mar y liberada con un telémetro adherido a su caparazón, lo que permite seguir en tiempo real su recorrido. Desde entonces, ha recorrido más de 3.000 kilómetros en aguas del Atlántico.
El monitoreo, liderado por el biólogo marino Alejandro Saubidet, indica que Jorge avanza hacia Brasil, posiblemente hacia "Praia do Forte", la zona donde se cree que nació, según estudios genéticos analizados por la investigadora Laura Prosdocimi. Si su destino se confirma, estaría siguiendo su ruta migratoria original, interrumpida hace más de cuarenta años.
Un precedente para la defensa de los animales cautivos
El caso de Jorge no tiene precedentes. Ninguna tortuga marina había logrado regresar a la naturaleza tras tanto tiempo en cautiverio. Su historia es un triunfo científico, legal y ético, y plantea preguntas urgentes: ¿es moral seguir manteniendo animales salvajes en acuarios? ¿Qué alternativas existen? ¿Podemos reparar el daño que hemos causado?
Algunos argumentan que el cautiverio salvó a Jorge de peligros reales como la contaminación, las hélices de los barcos o la sobrepesca. Pero lo que ella demuestra cada día, enviando señales desde las profundidades del océano, es que la libertad no es un privilegio, sino un derecho.
Un símbolo de resiliencia y de futuro
En un mundo donde las noticias sobre el medio ambiente son a menudo desalentadoras, la historia de Jorge es un faro de esperanza. No solo por su supervivencia, sino por lo que representa: que con el esfuerzo conjunto de la ciudadanía, el derecho y la ciencia, la vida puede abrirse paso, incluso después de décadas de encierro.
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