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El 20% de los españoles ya no consume productos cárnicos

Entre los beneficios para la salud de eliminar la carne de la dieta destaca un menor riesgo de cáncer de colon

Uno de cada cinco españoles excluye ya de su dieta los productos cárnicos
Uno de cada cinco españoles excluye ya de su dieta los productos cárnicoslarazon

Entre los beneficios para la salud de eliminar la carne de la dieta destaca un menor riesgo de cáncer de colon

Los españoles estamos cada vez más dispuestos a reducir el consumo de carne en nuestra alimentación. Es más, el 20% de la población, esto es, una de cada cinco personas en nuestro país, afirma seguir una dieta en la que se excluyen los productos de origen cárnico, ya sea esta de tipo vegetariana, vegana, pescetariana o incluso flexitariana, en la que se admite consumirlos de manera ocasional.

Así se desprende de la encuesta internacional «Nuevas tendencias alimentarias a nivel mundial», realizada en 28 países de todo el mundo –entre ellos España– por Ipsos Global Advisor, y que pone de relieve los nuevos hábitos dietéticos de la población. Porque, aunque las costumbres alimentarias de los españoles son eminentemente omnívoros, el informe refleja un crecimiento muy significativo de las opciones sin carne en los últimos meses. Así, el 41% de vegetarianos y veganos dice seguir estas dietas desde hace seis meses o menos, seguidos por el 39% de flexitarianos y el 33% de pescetarianos.

«Si comparamos los datos del informe de la consultora Lantern de 2017 con los publicados por Ipsos de este año vemos que, de un 8% de la población que decía sólo comer ocasionalmente productos de origen animal ahora tenemos al 20% que afirma no comer carne. Del mismo modo, el número de vegetarianos, comparando de nuevo ambos estudios, aumenta de un 1,3% a un 2% y el de veganos de un 0,2% a un 1%», señala Victoria Lozada, nutricionista colaboradora de ProVeg España. De hecho, continúa, «si nos fijamos en los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación es cierto que durante los últimos cuatro años estamos experimentando un ligero descenso del consumo de carne: de unos 52 kg a unos 47 kg per capita, que son los últimos datos de los que disponemos. Esto indica que la ingesta de carne parece estar comenzando a disminuir».

¿Moda o cambio de tendencia?

¿Qué ha llevado a este auge? ¿Se trata de una simple moda o existe alguna razón de calado para este cambio de tendencia? «Los cambios drásticos sin una buena base, no perduran. Si se reduce o deniega del consumo de carne por tendencia y no por convicción, cuando vuelvan a cambiar los vientos se alzarán nuevas velas. Los gustos y consumos alimentarios van ligados a muchos aspectos. Desde el nivel socioeconómico a la edad y sexo de la persona. Sólo hace falta mirar alrededor, los hombres toman más carnes que las mujeres y dentro de ellas las más jóvenes consumen mayores proporciones que las más añosas. Por ello es frecuente ver dentro del grupo de las mujeres que con los años dejan de comer carnes rojas y embutidos y no por ello son vegetarianas o siguen nuevas tendencias», explica Natalia Hernández, presidenta de la Asociación de Dietistas Diplomados de Canarias (Addecan) y miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas.

Pero, ¿conlleva algún tipo de beneficio para la salud abandonar el consumo de los productos cárnicos? Como explica Hernández, «como ventaja podemos indicar que la ingesta de determinados productos cárnicos procesados podría estar relacionado con algunos tipos de cáncer, como el colorrectal, y el cese de productos elaborados a partir de las carnes, como los embutidos, disminuirían nuestros valores de colesterol». Se refiere al informe publicado en octubre de 2015 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que reflejaba que algunos estudios epidemiológicos en los se mostraba una asociación entre el consumo de carne roja (como la de buey, ternera, cerdo, cordero, oveja, cabra o caballo) y el desarrollo de este tipo de neoplasia, al igual que la carne procesada (aquella transformada sometida a procesos de salazón, curado, fermentación, ahumado u otros para reforzar sabores, aromas o para mejorar su conservación). Por otra parte, añade la también nutricionista Lucía Martínez, y autora del libro «Vegetarianos con ienciados», «estudios epidemiológicos internacionales dicen que las personas que no comen carne tienen, en general, un índice de masa corporal más bajo, lo que supone menos obesidad, menos diabetes tipo 2 o menos hipertensión arterial a nivel global. Estos datos no se pueden extrapolar a la dieta en sí, pero es lo que nos dicen los estudios».

En cuanto a las desventajas, destaca el déficit de vitamina B12, «pero si dejamos de tomar carne roja, aumentando el consumo de legumbres y frutos secos como fuente proteica alternativa y asegurándonos de consumir huevos y pescados, no tendremos ningún tipo de problema relacionado con la nutrición y este deficit será compensado», asegura la presidenta de Addecan.

Por otra parte, y como señala Mario Arqued, experto en tendencias de consumo de Ipsos, «detrás de las nuevas tendencias alimentarias en España hay toda una serie de motivos de diversa índole. Los flexitarianos tienden a provenir de motivaciones ligadas a la salud o control de peso, mientras que los “veggies” son más jóvenes y tienen un claro punto ideológico de respeto animal, sin olvidar el factor de sostenibilidad medioambiental».

«El control de peso no justifica dejar el consumo de determinados tipos de carne. Cuestiones de salud nos ponen en la misma tesitura. Hay alimentos dentro del grupo de las carnes que no son saludables, como pueden ser los embutidos o las carnes rojas. Las carnes magras no entrarían a formar parte de los alimentos a restringir en un plan nutricional saludable o hipocalórico. Sin embargo, podemos decir que algunos tipos de cortes de carne roja sí son aptos en dietas hipocalóricas pero no por ello son saludables. La convicción de dejar de comer carnes y pescados por respeto a otro ser vivo siempre ha sido base de la alimentación vegetariana», apunta Hernández.

En cualquier caso, y como concluye Martínez, «que una dieta sea más saludable o menos no depende de la etiqueta que se le ponga –da igual si es ovolacto- vegetariana, vegana u omnívora– sino de la elección de alimentos que se haga. De hecho, cualquiera puede resultar desastrosa. Por eso, bien planteada la dieta vegetariana es sana, igual que lo es una tradicional».