
Salud Cardiovascular
El colesterol alto se nota en la cara: el síntoma al que debes prestar atención
Aunque muchas veces no presenta síntomas evidentes, el colesterol elevado puede manifestarse en el rostro a través de señales visibles

¿Puede una mirada al espejo advertirnos de un problema cardíaco? Aunque el colesterol alto suele avanzar sin síntomas, ciertas señales en la cara podrían estar alertándonos de que algo no va bien en nuestro sistema circulatorio. Es el caso del arco corneal y el xantelasma, dos manifestaciones visibles que podrían indicar niveles elevados de lípidos en sangre.
Hoy sabemos que el colesterol alto no solo se relaciona con una alimentación poco saludable, el sedentarismo o el sobrepeso. La genética también juega un papel importante. Según el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (NHLBI), hay personas con predisposición hereditaria a producir más colesterol de lo habitual. Esta condición, conocida como hipercolesterolemia familiar, puede desencadenar enfermedades cardiovasculares desde edades tempranas si no se trata a tiempo.
Un riesgo silencioso con consecuencias graves
A menudo, el colesterol alto es un factor de riesgo invisible. La Fundación Británica del Corazón (BHF) recuerda que, aunque no dé señales claras, puede derivar en infartos o accidentes cerebrovasculares si no se detecta y trata. Por eso es fundamental controlar regularmente los niveles mediante análisis de sangre, incluso si no se presentan síntomas evidentes.
Entre las causas más comunes del colesterol elevado se encuentran la ingesta de alimentos grasos, la falta de ejercicio, el tabaquismo, el consumo de alcohol y ciertas afecciones como la diabetes o problemas de tiroides. Sin embargo, también hay signos físicos que pueden servir de alerta temprana. Y dos de ellos están en el rostro.
El arco corneal: un anillo que merece atención
Uno de los signos faciales más llamativos es el arco corneal, un círculo blanco o grisáceo que se forma alrededor del iris. Aunque no afecta la visión, su presencia puede ser un **indicador de colesterol alto, especialmente en personas jóvenes. El cardiólogo Francisco López-Jiménez, de la Mayo Clinic, explica que este anillo, conocido también como gerontoxon, se forma por depósitos de lípidos en la córnea. En adultos mayores, puede no tener relevancia clínica, pero en menores de 45 años podría ser motivo de análisis.
Xantelasma: las manchas amarillas que hablan
Otro síntoma visible son losxantelasmas, pequeñas placas amarillentas y blandas que suelen aparecer en los párpados, cerca de los ojos. Aunque no son dolorosas ni peligrosas por sí mismas, su aparición está relacionada con un acúmulo de colesterol bajo la piel. Según la Clínica Cleveland, estas lesiones son una señal de que la persona podría tener un perfil lipídico alterado, lo que incrementa el riesgo de enfermedad cardíaca.
Más allá de la estética: señales que deben evaluarse
Ambos síntomas el arco corneal y el xantelasma son manifestaciones externas de un problema interno. No se trata de simples cambios estéticos, sino de posibles pistas de un desequilibrio en el metabolismo del colesterol. Por ello, los expertos recomiendan no ignorarlos y acudir al médico si se detectan.
El Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS) advierte que las personas mayores de 50 años o con antecedentes familiares de colesterol alto tienen un riesgo incrementado. Y Heart UK recuerda que la hipercolesterolemia familiar puede presentarse incluso en personas que llevan un estilo de vida saludable, debido a la forma en que el cuerpo procesa el colesterol.
Escuchar al cuerpo para prevenir enfermedades
En muchos casos, el cuerpo nos habla antes de que lo haga una enfermedad. La clave está en saber escuchar. Si observas cambios en tu rostro, como manchas amarillas en los párpados o un anillo gris en los ojos, no los subestimes. No se trata de alarmarse, sino de actuar con responsabilidad: consultar al médico y realizar un análisis de sangre puede ser determinante para prevenir complicaciones mayores.
Controlar el colesterol es una tarea silenciosa pero vital. Y a veces, basta con mirarnos al espejo para recibir la primera advertencia.
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