Madrid
«Es importante alimentar la inteligencia emocional de los niños»
Entrevista con Anna Carpena, psicopedagoga especializada en la educación emocional
Los cuentos son una buena manera de enseñar a los pequeños valores y una vía de entrada a la educación. ¿Qué se van a encontrar los padres en la colección de libros «Crezco Feliz» (Planeta)?
-Crezco feliz es una colección de libros de educación emocional. Ideada para que los más pequeños descubran sus emociones y aprendan a gestionarlas. Tanto los padres como los educadores encontrarán guías educativas con consejos e ideas para ayudar a que los niños conecten mejor con sus emociones.
-¿Cuántos libros son?
-Arranca con cuatro títulos con distintos formatos y planteamientos: «Descubro mis emociones», para que los niños de a partir de tres años aprendan a reconocer las emociones básicas y sean conscientes de cómo su cuerpo se expresa cuando siente cada emoción; «Así me siento en casa» y «Así me siento en la escuela», una propuesta sencilla y directa para que los más pequeños entiendan las emociones que sienten cada día en casa o en la escuela. Y «¡Las emociones de Max!», cuento y muñeco para aprender a gestionar las emociones siguiendo los cuatro pasos.
-¿En qué consiste el método?
-Propone una forma para gestionar las emociones con la ayuda de Max, un simpático erizo que acompaña al niño en todos los libros de la colección. Los niños se identifican con Max y con su ayuda ponen nombre a sus emociones y aprenden a gestionarlas. Cuando Max se siente alegre, aprenden con él a entender su propia alegría y a compartirla con los demás.
-¿Qué beneficios tiene para el pequeño?
-La educación emocional ayuda a los niños a conectar con sus emociones, a que las identifiquen y las acepten. Sólo así serán capaces de gestionarlas para que los comportamientos que de ellas se derivan sean más positivos. Es importante alimentar y mejorar la inteligencia emocional de los más pequeños para que gestionen mejor sus conflictos cotidianos y para que estén más preparados para afrontar los retos del futuro, para que crezcan más felices.
-¿A qué edades resulta mejor empezar con este método?
-Los especialistas explican que a partir de los dos años los niños empiezan a distinguirse como un yo mismo. Más adelante, hacia los tres años, empiezan a diferenciarse del otro. Es entonces cuando la educación emocional y los libros que tratan este tema pueden ser de gran ayuda para entender las reacciones emocionales de uno mismo y las del otro (su papá, su mamá, la maestra o un compañero).
-Sin ser un profesional, ¿cómo lo pueden poner en marcha los padres?
-Los cuatro pasos de Max resulta un método práctico y claro para practicar en casa o la escuela. Hay que proponerle jugar unos días con el títere de Max para que se encariñe y escenificar con él las situaciones emocionales que aparecen en el cuento (rabia, tristeza y alegría), así como los cuatro pasos del método. Es muy importante que el niño se sienta implicado y que quiera acudir a Max cuando lo necesite. Se debe crear el rincón de la calma y escoger un rincón especial para practicar los pasos. Tambien es recomendable que sea un espacio agradable, cómodo y tranquilo. Para ello basta con decorarlo a su gusto: con dibujos suyos de los que esté muy orgulloso, unos cojines cómodos, una alfombra y Max.
-¿Por qué resulta tan complicado manejar las emociones en los pequeños?
-A veces, pretendemos que los pequeños gestionen sus emociones, que controlen su impulsividad o que corrijan sus conductas agresivas o negativas hacia los demás, sin antes haberlos ayudado a que conecten y entiendan qué sienten. El primer paso para educarlos emocionalmente es que conecten con sus emociones básicas, que sepan sus nombres y que las reconozcan cuando se expresan a través de su cuerpo. Sólo así podrán entender qué les pasa, controlarse y encontrar una solución más positiva para ellos y para los que los rodean.
A vuela pluma
La expresión emocional es una de las asignaturas pendientes en los más pequeños. Niños con edades entre los dos y tres años han de empezar a poner nombre a lo que sienten (enfado, rabia, miedo...) y enfrentarse a lo que sienten. Carpena opta por enseñarles a convivir con estas experiencias a través de la creación de un personaje, Max, que les ayuda a gestionar sus emociones y aprender de ellas.
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