Universidad

Hallan una explicación a la actitud antisocial de los adolescentes

Se explica por cambios en el cerebro durante la infancia

Graeme Fairchild, uno de los responsables del estudio
Graeme Fairchild, uno de los responsables del estudiolarazon

Los cerebros de los adolescentes con graves problemas de comportamiento antisocial difieren significativamente en estructura a los de sus compañeros, lo que proporciona una clara evidencia de que su forma de actuar se debe a los cambios que se producen durante el desarrollo del cerebro en los primeros años de vida, según concluye un estudio dirigido por las universidades de Cambridge y Southampton, en Reino Unido, en colaboración con la Universidad de Roma ‘Tor Vergata’, en Italia, y recogido por Europa Press.

En su trabajo publicado en ‘Journal of Child Psychology and Psychiatry’, los investigadores utilizaron imágenes de resonancia magnética (MRI, por sus siglas en inglés) para observar la estructura cerebral de adolescentes varones y adultos jóvenes que habían sido diagnosticados con trastorno de conducta --problemas de comportamiento persistentes, como comportamientos agresivos y destructivos, mentir y robar--, y para los jóvenes de más edad, el uso de armas o quedarse fuera de casa durante toda la noche.

En particular, los investigadores observaron el desarrollo coordinado de las diferentes regiones del cerebro estudiando si eran similares o diferentes en términos de espesor. Se espera que las regiones que se desarrollan a tasas similares muestren patrones parecidos de espesor cortical, por ejemplo. «Hay ya pruebas de diferencias en los cerebros de las personas con problemas graves de conducta, pero a menudo son simplistas y sólo se centran en regiones como la amígdala, que sabemos que es importante para el comportamiento emocional --explica el doctor Luca Passamonti, del Departamento Clínico de Neurociencias de la Universidad de Cambridge--. Pero el trastorno de conducta es un trastorno del comportamiento complejo, así que esperábamos que los cambios fueran de carácter más complejo y potencialmente involucraran a otras regiones del cerebro».

En un estudio financiado por el Wellcome Trust y el Consejo de Investigación Médica, científicos de la Universidad de Cambridge reunieron a 58 varones adolescentes y adultos jóvenes con trastornos de conducta y 25 controles de desarrollo típico, todos con edades comprendidas entre 16 y 21 años. Los investigadores dividieron a los individuos con trastorno de conducta en función de si mostraron trastorno de conducta de inicio infantil o trastorno de conducta de inicio adolescente.

El equipo de científicos encontró que los jóvenes con trastorno de conducta de inicio infantil mostraron un sorprendente y mayor número de correlaciones significativas en el grosor entre las regiones con respecto a los controles. Creen que esto puede reflejar alteraciones en el patrón normal de desarrollo cerebral en la infancia o la adolescencia.

Por otra parte, los jóvenes con trastorno de conducta de inicio adolescente muestran un menor número de estas correlaciones que los individuos sanos. Los investigadores creen que esto puede reflejar alteraciones específicas en el desarrollo del cerebro durante la adolescencia, por ejemplo por la ‘poda’ de las células nerviosas o las conexiones (sinapsis) entre ellas. Como los resultados fueron particularmente sorprendentes, los autores trataron de replicar sus hallazgos en una muestra independiente de 37 individuos con trastorno de conducta y 32 controles sanos, todos varones y de edades comprendidas entre 13-18 años, reclutados en la Universidad de Southampton. De esta forma, confirmaron sus hallazgos

y añadieron solidez al estudio. «Las diferencias que vimos entre los adolescentes sanos y aquellos con ambas formas de trastornos de la conducta muestran que la mayor parte del cerebro está afectada, pero en particular las regiones frontales y temporales», dice el doctor Graeme Fairchild, profesor asociado en el Departamento de Psicología de la Universidad de Southampton. «Esto proporciona evidencia muy convincente de que el trastorno de conducta es un trastorno psiquiátrico real y no, como algunos expertos sostienen, simplemente una forma exagerada de rebeldía adolescente», añade. «Estos resultados también muestran que hay diferencias importantes en el cerebro entre los que desarrollan problemas en la infancia temprana en comparación con aquellos que sólo muestran problemas de comportamiento en sus años de adolescencia», dice. Aunque los resultados apuntan a la importancia del cerebro en la explicación del desarrollo de trastorno de la conducta, no está claro cómo surgen las diferencias estructurales y si, por ejemplo, son una mezcla de la composición genética de un individuo y el entorno en que crece lo que causa los cambios. Sin embargo, los investigadores dicen que sus hallazgos podrían hacer posible la monitorización objetiva de la efectividad de las intervenciones. «Ahora que tenemos una forma de obtener imágenes de todo el cerebro y diseñar un ‘mapa’ de los trastornos de conducta es posible que en el futuro seamos capaces de ver si los cambios que hemos observado en este trabajo son reversibles si se proporcionan intervenciones tempranas o terapias psicológicas», dice el profesor Ian Goodyer, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cambridge.

EP