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Las fases del amor engordan 4,5 kilos

Las fases del amor engordan 4,5 kilos
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El amor perjudica seriamente a... la báscula. Desde el estómago encogido durante el periodo de conquista hasta el consumo desmesurado de alimentos calóricos, especialmente dulces, en la ruptura, estas situaciones tan habituales para todos tienen un efecto directo en el peso. Al menos así lo asegura una encuesta realizada por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo) en colaboración con XLS Medical para conocer la influencia de las relaciones de pareja en el peso corporal. En concreto, el 81 por ciento considera que la fase de la relación en la que nos encontramos afecta a nuestro peso. Pero todavía hay más: de media, las encuestadas aumentan en casi 4,5 kilos desde que se enamoran hasta que la relación se consolida. Para el doctor y vicepresidente de la Seedo, Albert Goday, «la parte emocional tiene mucha influencia en nuestros hábitos nutricionales, por lo que la relación de pareja influye mucho en el peso».

Las principales causas que motivan estos cambios son las discusiones frente a la tranquilidad emocional, la motivación de empezar una relación frente al acomodamiento de los años y el deseo de formar una familia junto a los embarazos. El momento en el que nos encontremos de la relación también guarda relación con la obesidad y el sobrepeso. Así, un 73,4 por ciento considera que afecta bastante o mucho a la hora de buscar pareja, en contraposición con el momento de relación consolidada en el que únicamente el 38,8 por ciento cree que puede afectar el sobrepeso/obesidad en la relación.

Salado vs. dulce

Quizás sea el cosquilleo en el estómago que nos quita las ganas de comer el hecho de que el momento en el que más se cuidan las encuestadas es cuando buscan pareja y al iniciar una relación, aunque el apetito se va abriendo conforme se consolida. Como prueba de ello, durante la primera etapa, el 25,6 por ciento afirma comer menos compulsivamente frente el 50,7 por ciento que come más al finalizar la misma. En este caso además, se prefiere el dulce (73,52 por ciento) al salado (36,48 por ciento). Por otro lado al buscar pareja el 42,3 por ciento reconoce que intenta hacer una dieta más saludable frente al 41,5 por ciento que directamente tiene una dieta menos sana al finalizar con su pareja. Y en lo relativo al picoteo entre comidas, en la fase de búsqueda el 24,7 por ciento picotea menos, lo que se contrapone con el 47,5 por ciento que picotea más de lo habitual al romper y, en este caso, el dulce tiene más demanda en el 54,4 por ciento de las encuestadas frente a lo salado en el 45,5.

Más energía

Para Julia Vidal, psicóloga clínca y directora del centro de psicología Área Humana, «al inicio de una relación hay una energía extra en una dirección determinada que favorece el cuidarnos más en general: voy a comer sano, hacer deporte porque hay una motivación muy grande, que es la conquista. Es un momento de bienestar y apetece menos tomar alimentos ricos en hidratos de carbono o azúcares que son los que elevan los niveles de endorfinas y, en este periodo, no los vamos a necesitar tanto porque ya están altas». Sin embargo, lo que se conoce como el periodo de conquista no siempre implica que nos cuidemos más porque, según Vidal, «puede haber una doble cara, es decir, puede generar un estrés muy alto porque no tenemos a la pareja segura, lo que conlleva más dudas e inseguridades. Todo dependerá de la relación que se establezca entre ambos».

La situación cambia cuando reina la estabilidad en la pareja. De esta forma, «nuestras emociones están más aplacadas porque no cabe duda de que la vida en pareja es más serena. En esta fase podríamos cuidarnos más, pero esa seguridad conlleva, en muchos casos, que uno se descuide y ya no haya la motivación del periodo de conquista», recuerda Vidal.

Compulsivos

Uno de los momentos más críticos de las fases del amor en relación con la comida se produce en el momento de la ruptura. «Se come de forma más compulsiva, menos que cuando la pareja es estable, pero aumentan otros hábitos menos saludables como la toma de bebidas alcohólicas, refrescos azucarados y el picoteo entre horas», recuerda Goday. Para Vidal, en el momento de la ruptura «la autoestima cae en picado y lo normal que la persona esté muy apenada, pero también puede dar lugar a querer cuidarse más». Precisamente, esa «depresión» conlleva, según Vidal, «comer ciertos alimentos ricos en hidratos de carbono o chocolate que, aunque de forma superficial, nos quitan cierto malestar porque aumentan los niveles de serotonina, un neurotransmisor implicado en el bienestar emocional».

La encuesta también ha analizado el consumo de refrescos azucarados durante las diferentes etapas de la relación, así como el hábito tabáquico. En cuanto a los primeros, se mantiene igual en las primeras etapas y su ingesta aumenta al terminar la relación de pareja en un 23,1 por ciento. En el caso de bebidas alcohólicas se vuelve a encontrar una diferencia entre el momento de buscar pareja e iniciar una relación, donde el 21,6 y el 22,3 por ciento respectivamente aseguran aumentar el consumo, frente al 12,8 por ciento que asegura reducir la ingesta de bebidas alcohólicas al tener una relación consolidada. El hecho de fumar se mantiene estable cuando la relación está consolidada, según afirman el 90,3 por ciento de las encuestadas, pero esto varía al finalizar la relación, donde el 20,5 por ciento reconoce fumar más de lo habitual.