UME
El cuerpo de élite que lucha contra el riesgo nuclear, biológico y químico
El Gietma se estrenó en el incendio de la planta de Chiloeches. Mañana se cumplirá un mes; falta descontaminar de tóxicos el interior de la fábrica y el suelo, y quitar las barreras de protección del río Henares
El Gietma se estrenó en el incendio de la planta de Chiloeches. Mañana se cumplirá un mes; falta descontaminar de tóxicos el interior de la fábrica y el suelo, y quitar las barreras de protección del río Henares
Eran las 4:50 de la madrugada cuando se desató un incendio en la planta industrial de Chiloeches. Mañana se cumple un mes del suceso en el que intervino el escuadrón del Grupo de Intervención de Emergencias Tecnológicas y Medioambientales (Gietma) de la Unidad Militar de Emergencias (UME). La primera vez que este grupo, creado en 2013, interviene en una alerta real. Una unidad que puede pasar desapercibida hasta que se encienden todas las alertas. Es entonces cuando su actuación se hace indispensable, ya sea frente a un riesgo nuclear, biológico o químico (NBQ). Nos atiende el teniente coronel Carlos Armada, al mando de este grupo para explicarnos cuál fue la labor del Gietma, qué detectaron, qué queda por hacer y gracias a qué simulacros su formación serviría para hacer frente a una nueva alerta.
«Nada más llegar encontramos una fábrica ardiendo emitiendo una nube tóxica y el comienzo de una serie de vertidos que estaban saliendo de la planta industrial. Antes de proceder al ataque directo contra el fuego, lo primero que hizo la UME fue la zonificación del área, midiendo a partir de qué zona hay que ir con equipo de protección y en cuál no. Para ello se establecieron tres zonas: fría (para que no se entre en la zona templada), templada (desde donde los mandos dirigen la operación y han de llevar protección pero mínima) y caliente (obligatorio ir con equipos especiales de protección)». En este caso, los intervinientes llevaban equipo de protección de nivel 3 dado que el aire, en el interior de la zona de la planta, estaba contaminado.
Tras ello, se procedió al ataque directo contra el fuego. «Colaboramos con los bomberos dividiendo la fábrica en dos. Paralelamente se hizo enfriamiento desde el exterior porque el problema que tienen las industrias es que si hay poco oxígeno y se remueve una pieza o una estructura puede entrar oxígeno y se vuelve a reavivar el fuego. Después se hicieron los trabajos de identificación del vertido y se realizaron los análisis de la nube tóxica que con nuestros aparatos nos permiten corroborar la información, ya que se mide con dos sistemas distintos: con detectores que se basan en validación iónica y de espectrofotometría».
Tras ello se centraron en el apoyo a la protección del río Henares, con la instalación al día siguiente de barreras de contención y de absorción. Y empezaron de forma periódica a tomar muestras de aire, del agua del río, del interior de la planta y del exterior.
Las muestras de aire tomadas en las poblaciones cercanas «salieron todas ellas negativas. En el interior de la fábrica dio positivo en azufre, amoniaco y arsénico, y después se hicieron una serie de muestras y se identificó en laboratorio la presencia de sulfato de sodio. Respecto a los trabajos de identificación del vertido que se hicieron en las balsas de contención, las muestras dieron positivo en queroseno, líquido de dirección, diésel, aceite mineral y lanolina. Es decir, fundamentalmente positivo en hidrocarburos». «Ahora mismo Tragsa está procediendo a la retirada de los productos tóxicos citados, trabajando tanto en el interior como en el exterior de la fábrica, así como los vertidos de las balsas, la mayoría hidrocarburos».
Es decir, un mes después los residuos continúan. Y podría ser mucho más. «La buena noticia es que se tienen controlados, el tiempo dependerá. Queda un trabajo minucioso. No hay que tener prisa. No sólo hay que retirar los elementos tóxicos quemados y llevarlos a reciclado oportuno, sino que la tierra que está ahí está contaminada y hay que retirarla a la profundidad a la que haya llegado la contaminación hasta que esté la zona completamente limpia. Es decir, no sólo hay que quitar las estructuras físicas sólidas, sino retirar los líquidos de las balsas, la tierra, hacer controles de control y volver a medir hasta que la zona esté perfectamente limpia». También quedan aún las barreras que instaló la UME. «Están a disposición del Gobierno de Castilla-La Mancha cuando ellos decidan, nos avisan y las retiramos. Entiendo que cuando se terminen los trabajos se retirarán».
Pero el riesgo de incendio industrial no es de lo único de lo que se encarga el Gietma. Frente a una posible alerta nuclear, estre grupo de intervención ha estado dos años formándose. «Hemos terminado hace poco la formación en todas las centrales nucleares de España. Estábamos una semana en cada una de las instalaciones para conocer qué tipo de incidentes se podrían plantear, cuál sería nuestra ayuda, y comprobando que nuestro material es perfectamente compatible con las herramientas que tienen allí». El teniente coronel Carlos Armada recuerda que cuentan con grupos electrógenos por si la central nuclear se quedara directamente sin potencia para podérsela suministrar. Porque en caso de emergencia la central necesita dos cosas que nos les debe faltar nunca, porque si no el riesgo sería mucho mayor: agua para enfriar y electricidad para los generadores». Esta formación forma parte del plan de emergencia del interior de las centrales. Pero también han trabajado en el plan de emergencia exterior. Es decir, cómo actuar si la radiactividad sale al exterior. «Hemos trabajado con las comunidades autónomas para ayudar a ver cómo serían las zonas de descontaminación que se montarían en caso de riesgo nuclear. Nuestra unidad está organizada y adiestrada para apoyar en caso de necesidad». De hecho, la pasada semana realizaron «el primer simulacro de riesgo nuclear en Cofrentes. Se hará un simulacro anual en una central y otro más pequeño en otra», avanza el teniente coronel.
En cuanto al riesgo biológico, en 2015 hicieron un ejercicio en colaboración con americanos con el carbunco (anthrax). «Hemos cultivado las zepas, comprobado que el proceso de descontaminación es eficaz y se ha validado el procedimiento», recuerda Armada. En el campo químico, «hace unos meses estuvimos trabajando en Serbia con agentes de guerra reales como el gas sarín, o el somán. Y el mes que viene vamos a Montenegro», precisa.
«Respeto siempre hay que tener porque te hace estar en tensión. El incendio industrial de Chiloeches era nuestra primera intervención oficial, pero hemos trabajado con agentes químicos de guerra reales durante la instrucción. Nos han puesto al máximo. De eso se trata. De preparase bien y de tener confianza en los medios que llevamos», explica Luis Antonio Rodríguez, del Gietma; que nos enseña algunos de los aparatos que llevaron a Chiloeches: un dispositivo de fotometría de llama que permite identificar el radical peligroso al que se enfrentaban, tubos colorimétricos para medir los niveles de contaminación del aire, drones (que eran del primer batallón), así como trajes de nivel 3.
En definitiva, aunque el incendio industrial de la planta de Chiloeches fue su primera intervención oficial, lo cierto es que la maquinaría lleva tres años preparándose con colaboraciones dentro y fuera de nuestras fronteras, ya que «cuántas más maniobras y ejercicios hagamos, eso nos permitirá tener mejor engrasada la máquina del estado para hacer frente a cualquier tipo de riesgo y proteger a la población que es para lo que estamos aquí», concluye el teniente coronel Carlos Armada.
Como curiosidad, un dato. En la UME hay un 7% de presencia femenina, y en el Gietma, un 10% más.
«Después de poner las barreras no hubo vertidos»
Ecologistas en Acción denunció el hallazgo de peces muertos en el río. Pero para el teniente coronel los análisis hablan por sí solos. «Nada más hacernos cargo del montaje de las barreras de contención y de absorción tomamos muestras. Y a las 12 horas de que se nos activara no había nada de contaminación en el río, según nuestros medidores». «No estoy autorizado para poder hablar del impacto medioambiental, pero ya en el río en anteriores ocasiones por efectos del calor, poco caudal, o falta de oxígeno han aparecido peces muertos. Personalmente visité el río el sábado por la mañana y no vi ni un pez muerto. No puedo hablar de impacto de un posible vertido inicial o no antes de hacer las balsas. Pero desde que se pusieron las barreras, las muestras fueron negativas. De hecho, no tuvieron que ser utilizadas. Se pusieron por prevención, pero no hubo que retirar ningún tipo de contaminación porque no la hubo».
✕
Accede a tu cuenta para comentar