Alimentación

‘Baby-led weaning’, 4 claves para iniciarse

Una vez que los padres y el pediatra consideran que el bebé está preparado para la introducción de la alimentación complementaria, llega el momento de permitir al pequeño participar activamente en la comida, ¿cómo?

‘Baby-led weaning’, 4 claves para iniciarse
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Hay bebés que se crían sin papillas, con un método que para unos es “lo último” y para los más viejos del lugar, “lo de toda la vida”. El baby-led weaning apuesta desde el sexto mes por un acercamiento a la comida más natural (y, en muchos casos, menos traumático).

Antes de empezar

El Baby-led weaning se recomienda para bebés sanos que pueden sentarse erguidos. Esta posición ayuda a que el niño no trague nada involuntariamente y evita el riesgo de atragantamiento. Este riesgo existe, pero, según Jesús Martínez, “un bebé de 6 meses tiene un reflejo todavía activo por el que puede regurgitar todo lo que le produzca atragantamiento, así que es complicado que esto ocurra; según se va haciendo mayor ese reflejo desaparece, con lo que si se va algo por el mal camino producirá un gran susto y atragantamiento, por lo que si retrasamos la edad de los trocitos nos estaremos introduciendo peligrosamente en esa edad”. José Manuel Moreno Villares, de la Asociación Española de Pediatría, recomienda tener cuidado con todos aquellos alimentos “que pueden desmenuzarse en trozos duros de pequeño tamaño (manzana o zanahoria cruda, por ejemplo), y los que no se hagan trocitos, como la carne”.

¿Cómo presentarlo?

Eloísa López ilustra cómo, por ejemplo, si se empieza con el plátano, se puede partir a la mitad y quitarle solo un poco de la piel, cortando una especie de anillo de esta en la parte superior. Así el bebé podrá agarrarlo sin que se le escurra. Una manzana, una pera o un melocotón se le puede dar con la piel y con un mordisco, para que, a partir de ahí, el bebé siga royendo. Siempre se debe lavar la fruta con agua y jabón (y un aclarado generoso). Y se han de introducir los alimentos de uno en uno para comprobar posibles intolerancias o alergias, teniendo en cuenta que estas no suelen producirse en la primera exposición, sino a partir de la segunda.

El efecto espejo

El Baby-led weaning es una oportunidad para que toda la familia coma mejor. “Lo de dar a tu hijo una naranja y que te vea comiendo una pizza congelada no suele funcionar”, apunta López. Este m todoétiene un importante componente de imitación. Al no hacerse, además, comidas especiales para niños, puede reducirse la cantidad de sal que se añade. “Pero es importante que el Baby-led weaning no suponga un cambio radical porque como sucede con las dietas estrictas, se abandonará”, razona López.

Para saber más

Las siglas han corrido como la pólvora por internet. Como lecturas, además de las citadas, pueden resultar interesantes Se me hace bola, de Julio Basulto (DeBolsillo); La crianza feliz, de Rosa Jové (La esfera de los libros); o El primer bocado, de Bee Wilson (Turner), que habla de cómo encontrar deleite en la comida desde pequeñitos.