Salud
Guía contra el pesimismo
Nunca es tarde para disfrutar de una visión positiva de la vida. Te damos las claves para no perderte en los prejuicios y las falsas creencias y que brote el optimismo
Nunca es tarde para disfrutar de una visión positiva de la vida. Te damos las claves para no perderte en los prejuicios y las falsas creencias y que brote el optimismo
Nuestro estado de ánimo y las expectativas que tenemos sobre las cosas determinan nuestra realidad. Así como una actitud optimista ayuda a hacer vínculos, ganar aliados y precipitar acontecimientos positivos, minimizando la importancia de los fracasos, una visión negativa del mundo y de uno mismo promueve los resultados contrarios.
¿Conoces a las neuronas espejo?
Cada vez sabemos más cómo se produce el contagio emocional, cuando el estado de ánimo de una persona acaba determinando el de otra. En ese trasvase de emociones tienen mucho que ver las neuronas espejo, que nos hacen empatizar con lo que siente el otro hasta el punto de sufrir sus propios males.
Hay un feedback instantáneo que hace que riamos cuando a alguien le entra la risa, pero también hace que nos sintamos decaídos si pasamos tiempo con alguien con un bajo tono vital.
“Una persona suele convertirse en aquello que cree que es. Si yo sigo diciéndome a mí mismo que no puedo hacer algo, es posible que termine siendo incapaz de hacerlo. Por el contrario, si yo tengo la creencia que sí puedo hacerlo, con seguridad adquiriré la capacidad de realizarlo aunque no la haya tenido al principio.” -Mahatma Gandhi.
OCHO CLAVES DEFINITIVAS PARA SER OPTIMISTA
Podemos resumir los pilares del optimismo en estas ocho medidas que podemos adoptar en nuestra vida cotidiana:
1.No hablar de lo negativo.
Uno de los secretos para ser feliz es no señalar el mal, sino fijarse en la travesía, en la orilla a la que se quiere llegar. Y si no puedes decir nada bueno de una persona o una situación, mejor callarse.
2. Divertirnos con la montaña rusa de la vida.
Una vez asumimos que vivir es un continuo subir y bajar entre buenas y malas noticias, alegrías y tristezas, pausas y arranques repentinos, podemos ver la aventura de existir en perspectiva y alegrarnos incluso de los fracasos que preceden a los éxitos.
3. Ser proactivos.
Si no queremos deprimirnos esperando que “pasen cosas”, necesitamos tomar iniciativas que nos sitúen en el camino a nuestros objetivos. Cuando estamos en movimiento, el ánimo se eleva por sí mismo, el horizonte se amplía y las cosas se ven de otro color.
4. Eliminar las creencias que nos desaniman.
Abonar nuestro espacio mental con ideas como que “venimos al mundo a sufrir” o cualquier otra visión preconcebida del tipo “esto es un valle de lágrimas” mata cualquier alegría. Arranca estos prejuicios como si fueran malas hierbas para que en el jardín de tus pensamientos broten las flores del optimismo.
5. Rodearse de personas positivas.
Por obra del contagio emocional, nuestro tono vital depende en gran parte de la gente con la que pasamos más tiempo. Por lo tanto, conviene evaluar si estamos caminando junto a las personas adecuadas o si, por el contrario, hay vampiros emocionales que nos arrastran hacia su zona negativa.
6. Evitar comparaciones.
Sobre todo aquellas en las que salimos perdiendo. El optimista nunca se fija en cómo es el coche del vecino, sino que se centra en lo que puede hacer por su propio coche para que brille más y le resulte mucho más cómodo.
7. Ayudar con pasión.
Cada vez que somos útiles a alguien, entendemos que nuestra presencia en el mundo tiene un sentido vital. De esta manera podemos tomar mayor conciencia de nuestro valor. Eso siempre nos llena de energía y nos impulsa a fijarnos objetivos más ambiciosos.
8. Dar las gracias.
Hay dos actitudes básicas que definen el tono vital de cualquier persona: la queja o la gratitud. Mientras los pesimistas siempre se están lamentando, los optimistas siempre encuentran un motivo por el que estar agradecidos. Sentir las gracias y verbalizarlas es signo de optimismo.
Estas claves demuestran que, como decía Seligman, el optimismo, y por ende la felicidad, es una elección, equiparable a transitar por el lado sombrío de la realidad o por el soleado.
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