Investigación científica
Convivir con cáncer de mama metastásico más de 10 años
Casos de superviviencia frente al tumor cada vez son más comunes, pero también empieza a haberlos de convivencia. Nelly y Arancha son dos ejemplos de esperanza
Casos de superviviencia frente al tumor cada vez son más comunes, pero también empieza a haberlos de convivencia. Nelly y Arancha son dos ejemplos de esperanza
Si recibir un diagnóstico de cáncer es un «jarro de agua helada», conocer que el tumor se ha diseminado y ha tomado otros órganos en forma de metástasis es aún más terrible. Sin embargo, hoy muchos pacientes viven más de la media según su tumor. Como Nelly y Arancha, dos mujeres que han superado la década con un cáncer de mama metastásico. Dos ejemplos de superación que aportan un rayo de esperanza frente a las malos augurios que circulan alrededor de esta enfermedad y son un gran testimonio de cómo los tratamientos dan nuevas oportunidades a los pacientes.
Nelly Pérez lleva casi 16 años luchando contra el tumor. Es el vivo ejemplo de la normalización de la enfermedad, «con una metástasis se puede convivir, hay que ser positivo. Lo más importante es mantener una vida lo más normalizada posible». Porque, claro que hay cambios por culpa del tumor, pruebas diagnósticas, horas de hospital recibiendo tratamiento, visitas continuas, revisiones... «No se trata de perder el respeto al tumor, pero sí el miedo. Aunque es algo complicado, porque éste siempre existe y va acompañado de la incertidumbre», apunta Arancha, otra paciente a la que el cáncer intentó golpear cuando su hija, que hoy tiene once años, había cumplido apenas uno.
Pero Nelly subraya que «una no sabe cuán fuerte es hasta que le toca. A mí el cáncer me ha hecho darme cuenta de lo que soy capaz». Desde su punto de vista, la actitud juega un papel fundamental, «es evidente que ser positivo no va a eliminar el tumor», dice Arancha, pero serlo es fundamental. Nelly asegura que «cuanto menos cambiemos por culpa del tumor, aún sabiendo que hay cosas que tendrán que variar, mejor. Porque cualquier cambio de rutina se asocia a algo relacionado con el tumor y en ese momento le enviamos un mensaje al cerebro de que estamos enfermas». Por eso es importante salir y no encerrarse, como cuenta Nelly, que recomienda ir a una asociación de pacientes, donde simplemente «una pueda tomarse un café con amigas, una excusa para salir». Ella durante un tiempo tuvo un papel activo en Adicam (Asociación de diagnosticad@s de Cáncer de Mama).
Arancha resalta que pacientes como ellas sólo son posible gracias a los equipos médicos que la tratan. «Destaco la empatía y el buen trato de los profesionales que han pasado por mi vida durante el tratamiento del tumor, primero en el Hospital La Paz y ahora en el Ramón y Cajal». La madrileña se deshace en elogios hacia sus oncológos, subraya la forma en que fue derivada de un hospital a otro, sin sobresaltos, sólo fue cuestión de quién podía tratarla mejor en ese momento. «Hay que reivindicar el trabajo de todos los médicos y sus equipos que día a día están al lado de sus pacientes y que sacan investigaciones adelante con apenas apoyos administrativos. Merecen más de lo que tienen».
En ensayos
Ambas pacientes han pasado ciclos y ciclos de quimioterapia, radioterapia, se han sometido al bisturí con diferente suerte, ya que a Nelly, a pesar de intentarlo dos veces, no pudieron reconstruirle la mama, mientras que Arancha sí pudo someterse al procedimiento. En otras circunstancias que también difieren es en las posibilidades que han tenido de involucrarse en ensayos clínicos.
«He participado hasta en dos ensayos. Uno de ellos era el actual Herceptin y me siento especialmente orgullosa, porque hoy pienso que, pese a que no me funcionase, sí que aporté mi granito de arena para que hoy muchas mujeres tengan acceso a él y se puedan curar», cuenta Nelly. En este sentido, Arancha está segura de que si se lo ofrecen no lo descartaría, «creo que por el tipo de tumor y mi situación –diseminación en huesos– no debo cumplir con los requisitos que piden para la inclusión en los estudios de investigación». Además de su dosis de esperanza, también muestran su solidaridad, ya que son conscientes de que participar en un estudios, «aunque no te sirva a ti, puede hacerlo con otra y es importante», concluye Nelly.
Cruzar el Atlántico tras superar la enfermedad
Cuando la palabra cáncer se cruza en el camino, la vida da un vuelco, pero la esperanza es lo último que se pierde. De hecho, en muchos casos la enfermedad se convierte en el mayor empujón para continuar la travesía con más fuerza que nunca, como hicieron las cinco españolas, supervivientes de cáncer, que lograron realizar con éxito el Reto Pelayo Vida 16 por el que cruzaron el océano Atlántico a bordo de un velero capitaneado por ellas mismas.
✕
Accede a tu cuenta para comentar