Investigación científica
El fármaco que multiplica por cuatro la vida de los enfermos con metástasis cerebral
Tras más de tres años y medio de trabajo, han sido capaces de demostrar como un fármaco, la silibinina reduce las lesiones en pacientes sin causar efectos indeseados
Tras más de tres años y medio de trabajo, han sido capaces de demostrar como un fármaco, la silibinina reduce las lesiones en pacientes sin causar efectos indeseados
“La principal causa de muerte del cáncer es la metástasis”, dice tajante Manuel Valiente a LA RAZÓN, jefe del Grupo de Metástasis Cerebral del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Él es uno de los responsables de uno de los hallazgos más relevantes en la lucha contra la metástasis cerebral y que se acaba de publicar en “Nature Medicine”.
Tras más de tres años y medio de trabajo, han sido capaces de demostrar como un fármaco, la silibinina -derivado del cardo-, reduce las lesiones en pacientes sin causar efectos indeseados. Es cierto que es un ensayo preliminar, de uso compasivo, que supone una prueba de concepto de que este compuesto podría ser una nueva alternativa eficaz y segura, ya que ha sido capaz de alargar la vida de estos enfermos a los que les quedaban pocas alternativas, de cuatro a 15 meses.
“El tratamiento actual está bastante limitado por la barrera vascular del cerebro”, prosigue el investigador. Y es que ésta frena la llegada de los fármacos al órgano. Por el momento, sólo “existen dos alternativas para luchar contra la metástasis cerebral: cirugía y radioterapia. Y la última no funciona tan bien como se creía”. Además, “este tratamiento podría ser válido para cualquier tipo de metástasis cerebral, independientemente del tumor primario que la generó.”, añade.
El papel del contexto celular (microambiente) en el que se desarrolla un tumor va ganando cada vez más importancia, no sólo para entender cómo crecen las células cancerígenas sino también para saber cómo atacarlas. En el cerebro, un lugar inhóspito para cualquier elemento ajeno a él, el papel del microambiente es tan relevante como desconocido. Por ello, el equipo del CNIO “hemos tratado la célula cancerígena dentro del órgano”, especifica Valiente. Es decir, “cultivamos cerebro vivo en el laboratorio para ir probando con diferentes moléculas. Es como si estuviéramos ensayando con cientos de animales a la vez porque de un sólo cerebro podemos dividir varias partes. Así podemos tener en cuenta el ambiente que rodea a la célula”.
Valiente y su grupo llevan años estudiando este aspecto y su atención se había fijado en dos elementos. Por un lado, en una población de células del cerebro llamadas astrocitos, que responden ante el daño entrando en un estado reactivo y se asocian a la metástasis. Por otro, en el gen STAT3, cuya relación con la metástasis cerebral ya se había evidenciado en otros cánceres. Tal y como muestran en este trabajo, la activación de STAT3 ocurre de manera notable en una subpoblación de astrocitos reactivos que son clave para establecer un ambiente prometastático. “El STAT3 es un jugador habitual en el cáncer, pero nunca antes se había utilizado el inhibidor de la silibinina para combatirlo”, sostiene Valiente.
Otra de los papeles clave de esta investigación ha sido Joaquim Bosch, jefe de la Unidad de Cáncer de Pulmón del Instituto Catalán de Oncología (ICO) de Gerona y autor también de este estudio. “En 2016 reportamos respuestas cerebrales en dos pacientes sin más opciones de tratamiento al recibir silibinina, pero desconocíamos cómo funcionaba. Gracias al presente trabajo, liderado por el grupo de Valiente, hoy entendemos su mecanismo de acción a nivel cerebral”, indica Bosch. Él ha sido el responsable de liderar el ensayo clínico que ha dado pie a este gran hallazgo.
Tras los buenos resultados obtenidos bloqueando STAT3 con silibinina en ratones, los autores establecieron una cohorte de 18 pacientes con carcinoma de pulmón y metástasis cerebrales en los que se autorizó el uso compasivo de este fármaco en combinación con el tratamiento estándar. El 75% reaccionó positivamente a nivel de las metástasis cerebrales, tres de ellos (20%) mostraron una respuesta total y 10 (55%) una respuesta parcial. La supervivencia media se situó en 15,5 meses mientras que en el grupo control (formado por los pacientes tratados por esta enfermedad en la misma institución durante 2015-2016) fue de cuatro meses.
“Los resultados fueron espectaculares y, obviamente nos sorprendieron mucho. Habíamos tenido muy buenos resultados en ratones, pero no sabíamos que serían tan buenos en humanos”, declara Valiente.
Eso sí, “ahora sólo nos hace falta hacer un estudio mayor, con más hospitales implicados y que algún laboratorio farmacéutico se interese por el estudio y apueste por ello”. El investigador lanza la idea, sólo falta que lleguen propuestas.
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