Vacunarnos por seguridad y por dar ejemplo

La vacunación es la forma más sencilla, segura y efectiva de controlar, eliminar e incluso erradicar gran cantidad de patologías infecciosas. Constituye una de las medidas de mayor impacto en términos de prevención de enfermedades y protección de la salud pública.

En España, especialmente en el siglo XX, son varios los hitos destacados en lo que a la vacunación se refiere. La vacunación sistemática de los años 50, las campañas masivas de los 60, el primer calendario impulsado en los 70 o el primer almanaque aprobado en el Consejo Interterritorial en los 90 son algunos avances destacados de nuestra historia reciente a los que en los últimos años se han sumado otros como el primer calendario común de vacunación infantil consensuado por el Gobierno y las comunidades autónomas en 2013 o el calendario para adultos propuesto en el propio Interterritorial el pasado mes de julio. Puede considerarse, en consecuencia, que la vacunación es una práctica ciertamente asentada en nuestro país. No obstante, y a pesar de iniciativas como el documento «Vacunación en trabajadores sanitarios» que el Ministerio de Sanidad impulsó en abril de 2017, la vacunación entre los profesionales sigue siendo un ámbito con margen de mejora. Como ciudadano, pero especialmente como médico, y más ahora que comienza la campaña de imnunización contra la gripe, creo que los profesionales debemos ser los primeros en vacunarnos, por responsabilidad y por ética, precisamente, profesional, pero también como un elemento más de seguridad en nuestro día a día. Este ejercicio nos protege de contraer enfermedades a las que estamos permanentemente expuestos, evita que seamos fuente de transmisión... No considero, como opinan algunos partidos políticos, que obligar a los profesionales por ley sea la mejor opción para que nos vacunemos en mayor medida. No obstante, resulta necesario que lo hagamos porque así, además, seremos una muestra de ejemplaridad para el conjunto de la sociedad.