Salud

Una de cada tres personas con artritis tiene recaídas

Sin un tratamiento adecuado el 50% de los pacientes presenta daño articular irreversible a los dos años de la aparición de la enfermedad

Más de 200.000 personas padecen artritis en España | Dreamstime
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Sin un tratamiento adecuado el 50% de los pacientes presenta daño articular irreversible a los dos años de la aparición de la enfermedad

A pesar de que durante los últimos años se ha avanzado mucho en el abordaje y tratamiento de la artritis reumatoide (AR), lo cierto es que son todavía muchos los pacientes que presentan síntomas de la enfermedad que condicionan las actividades del día a día y merman considerablemente su calidad de vida. Así, abrir una simple botella de agua o subir una escalera pueden llegar a ser tareas muy complicadas o imposibles de realizar para estas personas.

La remisión es un objetivo muy importante en este caso pues, de esta forma, se puede llegar a tener una vida lo más normal posible en la que sean los propios afectados los que controlen la enfermedad y no al revés. Se entiende por remisión un control efectivo de la enfermedad y la reducción de sus síntomas. En el caso concreto de la AR, este hecho se define como la ausencia o reaparición mínima de los signos de inflamación, como dolor, tumefacción articular y rigidez matutina.

Sin embargo, a día de hoy, uno de cada tres afectados alterna recaídas y remisión, independientemente del tratamiento que tenga. Por eso, la mejor forma de conseguirlo es mediante su detección y abordaje precoz, así como seguir una estrategia en la que el médico y el paciente marquen unos objetivos comunes de tratamiento.. “Sin un diagnóstico ni un tratamiento adecuados, se estima que a los dos años de la aparición de la enfermedad, el 50% de los pacientes presenta daño articular irreversible, y a los diez años, hasta un 10% de los casos sufre una severa incapacidad funcional que limita su actividad laboral y conlleva la dependencia de terceras personas para poder realizar actividades básicas de la vida diaria”, explica Eva Pérez Pampín, del Servicio de Reumatología el Hospital Clínico Universitario de Santiago.

En la última década los reumatólogos han demostrado que las estrategias de detección temprana, que permiten instaurar un tratamiento adecuado “antes de que transcurra un año desde el inicio de los síntomas (si es posible en las primeras 16 semanas), evitan la aparición de daño articular permanente, mejoran la calidad de vida de las personas y el pronóstico global de la enfermedad. El establecimiento de vías de derivación preferentes para estos pacientes que permitan la detección precoz es un elemento fundamental en esta estrategia”, continúa Pérez Pampín.

Para la evaluación de la patología los reumatólogos miden la inflamación y el dolor articular en la exploración física y la percepción de la persona mediante escalas visuales y datos analíticos. “El control de la enfermedad en fases precoces mediante la vigilancia estrecha del paciente y el ajuste regular del tratamiento para alcanzar el objetivo de remisión o la menor actividad posible va a evitar la destrucción articular, mejorar la calidad de vida y controlar otras complicaciones asociadas a la enfermedad”, cuenta la experta.

El problema, o uno de ellos, como señala Antonio Torralba, presidente de ConArtritis, es que aún se tarda más de lo deseado en diagnosticar la AR. De media, “el tiempo que pasa, aproximadamente, entre el inicio de síntomas hasta su diagnóstico es de seis u ocho meses. Un tiempo que se ha acortado considerablemente en los últimos años, según la Sociedad Española de Reumatología, pues hace una década estábamos hablando de 14-18 meses”.

Comorbilidades y síntomas

Otra cuestión a tener en cuenta son los síntomas que más preocupan a los pacientes debido a las limitaciones que conllevan en el día a día. En este sentido además del dolor, aspectos como la fatiga o el cansancio (dificultad extrema para levantarse e incorporarse a las actividades cotidianas) y la rigidez matutina, son signos de la enfermedad que impactan significativamente en las personas con artritis y que en ocasiones son difíciles de entender por el propio entorno del paciente. Además, también presentan comorbilidades asociadas como osteoporosis, enfermedad cardiovascular o infecciones.

Pero ¿está bien tratada la artritis en nuestro país? En opinión de Torralba, “a nivel clínico sí” si bien, desde las asociaciones de pacientes reclaman seguir investigando e invirtiendo en la innovación, hacia nuevas terapias que cubran estos aspectos de la enfermedad y que tengan en cuenta la preferencia del paciente. “También sería bueno que las terapias se complementaran con otras terapias no farmacológicas como Psicología, Terapia Ocupacional, Fisioterapia, etc.”.

Por su parte, la reumatóloga destaca que otro reto pendiente sería “seguir trabajando conjuntamente con atención primaria, para una rápida identificación de los pacientes con artritis de inicio, facilitándoles una vía de derivación preferente y buscando llegar al diagnóstico e inicio del tratamiento antes de las 16 semanas desde el inicio de los síntomas, siempre que sea posible”.