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Alimentación

Larvas de escarabajo del estiércol, el nuevo insecto que ya se puede comer en España

Se utiliza para preparar barritas de cereales, pasta y productos de panadería

Platillo de gusanos típico de México
Platillo de gusanos típico de MéxicoMario Guzm·nAgencia EFE

Desde principios de año un “nuevo alimento” ya puede comercializarse en España. Se trata de las larvas de Alphitobius diaperinus, conocido como escarabajo del estiércol, un insecto de origen tropical que crece en ambientes húmedos y cálidos.

Las larvas del escarabajo del estiércol se unen así a los gusanos de la harina, la langosta migratoria y el grillo doméstico como un nuevo ingrediente para añadir a la cesta de la compra.

Este “nuevo alimento” se puede adquirir en preparaciones congeladas y liofilizadas (entero o en forma de pasta o polvo) para añadir como ingrediente “a diversos productos alimenticios, como barritas de cereales, pasta, análogos de carne y productos de panadería”, según se especifica en la autorización de comercialización de la UE.

El primer insecto en recibir autorización de la UE para el consumo humano fue el Gusano de la harina (Tenebrio molitor). Esta especie puede ser consumida como insecto entero y desecado en forma de aperitivo o como ingrediente para fabricar otros productos alimenticios, según explica la Organización de Consumidores y Usuarios.

Por su parte, la langosta migratoria (Locusta migratoria), comercializada desde 2021, es posible comprarla congelada, seca o en polvo.

El otro insecto autorizado en la UE, el grillo doméstico (Acheta domesticus), se puede adquirir desde febrero de 2022. En esta caso está autorizada su venta en seco como aperitivo, congelado o en polvo para elaborar otros alimentos como galletas, pastas o productos proteicos.

La seguridad alimentaria de los insectos es obligatoria en la UE y por ello se realizan análisis de riesgo de las especies que solicitan autorización. Entre los estudios realizados se tiene en cuenta las posibles reacciones alérgicas por su alto contenido en proteínas.

De esta forma, las etiquetas de los alimentos elaborados con gusanos de la harina o langostas deben indicar que esos ingredientes podrían causar reacciones en personas con alergias a los crustáceos. En cuanto al grillo, los datos que maneja la Comisión Europea sobre casos de sensibilización primaria y alergias no son concluyentes, por lo que de momento no hay obligación de alertar en la etiqueta, según informa la OCu.

En el caso de las larvas de escarabajos del estiércol, la autoridad europea consideró también que su consumo puede provocar reacciones alérgicas a las personas que son alérgicas a los crustáceos y a los ácaros del polvo. Además, destacó que otros alérgenos podían acabar encontrándose en el nuevo alimento si estaban presentes en el sustrato con el que se alimentaba a estos insectos.

Con estos datos, la UE recomienda que las formas congelada, en pasta, desecada y en polvo de las larvas de Alphitobius diaperinus como tales y los alimentos que las contengan se etiqueten adecuadamente. Además, advierte de que los complementos alimenticios que contengan la forma en polvo de las larvas de este insecto no deben ser consumidos por personas menores de dieciocho años, por lo que debe establecerse un requisito de etiquetado para informar adecuadamente a los consumidores al respecto.

La llegada de los insectos como alimentos es nueva en la mayoría de los países de la Unión Europea. Sin embargo, en muchos países de Asia y América los insectos forman parte de su tradición culinaria. Según la FAO, en el mundo se consumen más de 1.900 especies de insectos y forman parte de una dieta rica en nutrientes.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura asegura que los insectos comestibles tienen un importante valor nutricional y pueden ser un elemento saludable para incorporar a la dieta. De esta forma, proporcionan energía, grasa, proteínas y fibra y pueden ser una buena fuente de micronutrientes, como zinc, calcio y hierro.

Por otra parte, el consumo de insectos tiene numerosas ventajas para el medio ambiente al utilizarse menos agua para su cría y necesitar menos espacio para sy producción.

Además, según la FAO, los insectos comestibles pueden proporcionar medios de vida e ingresos a personas con escasos recursos y que tienen un acceso mínimo a la tierra, ya que necesitan poco terreno para su reproducción y comercialización.

Por último, los insectos son un recurso alimenticio alternativo ante el aumento de la población mundial y su presión sobre la producción agrícola y ganadera.