Terrorismo
Atentado de Pittsburgh: Vinieron por los judíos, pero yo no era judío.
El clérigo alemán Martin Niemöller denunció la cobardía de intelectuales y de la sociedad alemana que callaba viendo a los nazis ejecutar su “limpieza social” sobre distintos grupos de población, sin que nadie les pusiera freno, ya que pensaban que nada tenía que ver con ellos. Desgraciadamente en nuestros días todavía hay personas que miran hacia otro lado porque: “Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada porque yo no era judío”.
El eco de los asesinatos cometidos por un supremacista blanco contra judíos en una sinagoga de Pittsburgh se apagará pronto y después se olvidará, como ya se han olvidado otros ataques como el del colegio judío Ozar Hatorah: siete asesinados, el del Museo Judío de Bruselas: cuatro asesinados o el ataque terrorista al mercado judío Hyper Cacher que dejó otros cuatro asesinados. Les aseguro que si hiciera una lista de todos los ataques y atentados antisemitas de este siglo en Occidente, no tendría espacio suficiente para nombrarlos todos.
Siendo objetivos es cierto que el antisemitismo no deja de crecer en nuestra sociedad. De un lado tenemos a los de siempre, a los que hacen del odio al judío la base de su ideario político. Algunos se declaran abiertamente nazis y otros se ocultan dentro de grupos políticos de extrema derecha, pero son fácilmente detectables por su discurso anti-israelí y anti-judío.
El otro antisemitismo que crece como la espuma es el llamado anti-sionismo promovido por esa izquierda populista que está en alza en nuestras democracias occidentales: Jeremy Corbyn, Pablo Iglesias o el ala radical del Partido Demócrata en Estados Unidos, son perfectos ejemplos de ese nuevo antisemitismo “políticamente correcto”. Ellos dicen: “no tenemos nada contra los judíos es sólo contra Israel”. La realidad es muy distinta cuando vemos a Podemos y a sus “marcas blancas” boicoteando actividades culturales, académicas o sociales, donde bajo la excusa del anti-sionismo se lanza odio contra judíos que en numerosas ocasiones ni siquiera son israelíes. Recordemos el caso del vergonzoso boicot a Matisyahu, un artista norteamericano, uno más entre los muchos que se vienen produciendo en España. Las Comunidades Judías deben ver a nazis y populistas como elementos peligrosos para su seguridad y actuar en consecuencia.
También es cierto que a la vez está creciendo el número de amigos no judíos que hoy apoyan a las Comunidades Judías, gente de credo cristiano, de distintos partidos políticos, de distintas profesiones y nivel social. Ese tipo de personas no quieren mirar hacia otro lado y buscan ayudar, cada uno impulsado por sus propios motivos, pero todos ellos con la convicción que los enemigos de los judíos lo son a la vez los enemigos de toda sociedad civilizada y democrática.
Desde mi muy humilde opinión las Comunidades Judías de Occidente deben pasar de una posición defensiva a una posición ofensiva. No hay que esperar a las ofensas y ataques de esas alimañas, hay que ser los primeros en golpear y nuestras democracias nos ofrecen muchas herramientas legales, para denunciar y perseguir a esos peligrosos odiadores. Hay que buscarles y ponerles a disposición de la justicia. Hay que profundizar en la legislación de delitos de odio. Hay que legislar contra esas llamadas actividades de boicot que promueve la izquierda populista y que ya han sido prohibidas en algunos países porque estigmatizan a toda la Comunidad Judía bajo la excusa del anti-sionismo. Hay que mejorar todos los sistemas de autoprotección y exigir a la Administración que facilite una legislación que haga más fácil la autoprotección de las pequeñas Comunidades. Hay que optimizar el trabajo con Fuerzas de Seguridad, con la Fiscalía, con los legisladores. Ya se está trabajando en este sentido, pero debemos ser más enérgicos y hacer un frente común con el apoyo de nuestros amigos para unir fuerzas.
Hoy como ayer, las Comunidades Judías no deben centrar su estrategia en lo que otros “prometan” que van a hacer por ellos, pero a la vez y más que nunca deben fortalecer las relaciones con sus muchos y buenos amigos no judíos y trabajar activamente con ellos para que el odio no tenga espacio en nuestra sociedad. Trabajos que ya están dando sus frutos a través de una verdadera unión multiconfesional ante el odio, la xenofobia y el antisemitismo.
Es normal que cuando una tragedia como la de Pittsburgh golpea a todas las Comunidades Judías, se tienda a sentir una sensación de soledad y abandono, pero esta vez no es así. Esta vez hay muchos que ya no están dispuestos a mirar hacia otro lado y quieren ayudar, personas que no están dispuestas a aceptar aquello de: “Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada porque yo no era judío”.
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