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Podemos

Batalla por la hegemonía

Batalla por la hegemonía larazon

Por Carlos Navarro Ahicart

Como elefante por cacharrería, el populismo patrio de izquierdas entró en la política española arrasando sin miramientos: la Constitución es basura, el sistema político es basura, la casta es basura, ser de derechas es basura... y así con una larga lista de elementos sociopolíticos con los que ellos no comulgan. Tras un momento de euforia colectiva en el que las sonrisas, el miedo que cambia de bando y “la gente” estaban de moda, estamos asistiendo al desinflamiento del balón con el que Podemos pretendía meter un gol a la democracia española.

Ya vimos cómo reculaban y se retiraban de vuelta a sus cavernas de odio y guerracivilismo cuando, después de una campaña augurando el sorpasso a los socialistas, se dieron de bruces con la realidad: “la gente” a la que dicen representar no confía en ellos. Y hubo quien se dio cuenta, como Errejón, mientras otros, como Iglesias, prefirieron atribuir este batacazo electoral a que la gente que no les vota es “gilipollas” -y no lo digo yo, esto lo twitteó el mesías de la coleta-.

Ahora, y con las cosas tal y como están hoy, Podemos se encuentra en una situación realmente complicada. La abstención plantea un escenario favorable al PSOE, como comentaba en un artículo anterior, que podrá eclipsar a la formación morada con una labor de oposición feroz, tomando de nuevo las riendas del espectro ideológico correspondiente. Por si eso fuera poco, la guerra entre pablistas y errejoners por tomar el poder del aparato del partido en las distintas plazas fuertes del mismo no ayuda en absoluto a dar solidez al proyecto. Más aún cuando esos enfrentamientos trascienden la opacidad interna para acabar abiertamente narrados en la prensa.

Los españoles, por mucho que le pese al autoritario líder podemita, no son tontos; y se están empezando a dar cuenta de que la trayectoria de Podemos no es más que un reflejo exacto de experiencias pasadas con organizaciones políticas del mismo corte ideológico: purgas internas por la hegemonía, actitud beligerante en su acción política, discurso apocalíptico y demagogo... Vamos, que no han venido aquí a descubrirnos nada nuevo.

Vivimos en una sociedad en la que el populismo y la prédica barata e insustancial tienen un gran calado -lamentablemente-; pero a la gente, por ahora, le sigue echando para atrás la agresividad y el puño en alto. Basta con ser mínimamente inteligente y avispado para saberlo, y suavizar el discurso y adoptar gestos y expresiones más moderadas e integradoras es un primer paso en la dirección correcta.

Esta última es la vía propuesta por Errejón y sus partidarios, tan repudiada por Iglesias y su cohorte. A los que amamos la libertad solo nos queda esperar a ver cómo acaba este duelo de titanes y confiar en que no gane el mejor, por el bien de todos nosotros.

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