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Eso no es la nueva política
Por Carlos Navarro
Existe un amplio debate alrededor de lo que es la “nueva política”. Aunque Podemos y sus populistas compañeros de viaje alrededor de toda España hayan tomado la iniciativa de acuñar este término y dotarlo de las características que ellos consideran definitorias del mismo, algo no está del todo claro cuando las prácticas que adoptan una vez alcanzan las instituciones recuerdan bien a las adoptadas por aquellos a los que tanto criticaron, bien a las que llevaron a cabo personalidades de dudoso apego a la democracia en siglos pasados.
Uno de los valores básicos de esta “nueva política” made in Podemos es obviar absolutamente todas las garantías más elementales de un Estado de Derecho (siempre y cuando estas protejan a alguien que no se encuentra dentro de su órbita, claro está). Vemos un ejemplo claro de este hecho en la completa defenestración de la presunción de inocencia. ¿Con cuántas vidas ha acabado ya esta terrible lacra? ¿Con cuántas más piensa acabar antes de que alguien se plante? Tenemos un largo historial. Y es que la pena de telediario, el adelantarse a la Justicia en la emisión de sentencias, es un terrible síntoma de la enfermedad que sufre nuestra sociedad.
Ayer fue noticia que el presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, presentaba su dimisión. No porque esté imputado. No porque tenga un ápice de duda sobre su inocencia. Lo hace por una clara razón: evitar que quienes han acabado con su carrera política usando la demagogia y el discurso fácil se salgan con la suya y puedan seguir haciéndolo libremente en el futuro. Lo hace para evitar que la izquierda populista y liberticida de Murcia alcance el gobierno de la región con la connivencia de Ciudadanos, que se escuda en el pacto con el Partido Popular para evitar admitir que, en realidad, tienen la misma opinión que los populistas en aspectos como este.
Tal vez, y solo tal vez, eso sea la nueva política. O, a lo que nos obligan que sea la nueva política: tener que sacrificar toda una vida de dedicación, trabajo y esfuerzo para que el terror económico, político y social no tome las instituciones y las acabe deformando y manipulando a placer. Tener que plantarse ante la injusticia de una acusación desmedida y sin base judicial y dar un paso atrás por la ciudadanía, por el gobierno que representa y por el partido con el que llegó donde está.
Es triste, desmotivador y lamentable que hayamos llegado a este punto. Que hayamos abandonado toda lógica y compromiso con la democracia y los derechos del individuo y nos hayamos postrado ante la corrección política, la omisión total de las decisiones judiciales y los complejos de una sociedad gravemente posmoderna. Ahora, quedamos a la espera de saber si archivan la causa contra Pedro Antonio Sánchez. De ser así, espero que los que han propiciado esta situación sean consecuentes y den la cara igual que la han dado para acusar sin ningún tipo de reparo a quien, por ahora, no es culpable de nada más que de ser un valiente.
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