Elecciones en Estados Unidos
Una América liberal
Invitado por la Embajada de Estados Unidos a una reunión de expertos el pasado mes de febrero, le pregunté al ponente, Bruce W. Jentleson (Duke), que quién, de entre los aspirantes a Presidente de Estados Unidos en 2016, representaba mejor el internacionalismo liberal. El profesor contestó que Hillary Clinton. Bernie Sanders rozaba entonces los extremos del socialismo y el favorito de los candidatos republicamos, Donald Trump, se autoproclamaba xenófobo y proteccionista.
El liberalismo ha sido la gran idea política de la contemporaneidad. En las dos orillas del Atlántico las revoluciones liberales conformaron una estructura de libertades basada en las constituciones y los derechos civiles y políticos frente al armazón que el Absolutismo había creado en los estados modernos.La libertad del ciudadano y la igualdad de todos ellos ante la ley fueron los dos pilares fundamentales sobre los que se estableció esta doctrina, que emanaba de las ideas ilustradas europeas, de la revolución inglesa y de los fundamentos cristianos sobre la naturaleza de la persona.
A partir de entonces, la esencia liberal se ha ido transformando históricamente en dos maneras, complementarias o enfrentadas, de comprender la sociedad democrática. Una defiende que la libertad promueve el progreso y la felicidad y la otra entiende que la igualdad ante la ley significa evitar la discriminación mediante políticas que favorezcan las mismas oportunidades para todos los ciudadanos. El Presidente Wilson construyó una adaptación del concepto a las relaciones internacionales a principio del siglo XX y posteriormente los teóricos de la globalización han universalizado algunos de sus planteamientos.
La parte más importante de la sociedad norteamericana, la que no vota a Donald Trump, todavía se reconoce en nuestros días como una consecuencia de aquellas ideas liberales (Pillar, P. Why America misunderstands the world, Columbia University Press, 2016). Ronald Reagan puede ser identificado por la historia como un republicano liberal y Barack Obama puede identificarse a sí mismo como un liberal demócrata. Lo que no termino de entender es por qué Hillary Clinton tarda tanto en reconocer la naturaleza de la mayoría americana que representa.
Indignados con las propuestas exteriores de Trump, como aplaudir el Brexit, cuestionar la OTAN o diseñar un muro de cemento para avanzar en las relaciones bilaterales con México, los millones de ciudadanos globales que nos consideramos también herederos de aquellas revoluciones, nos preguntamos qué piensa hacer la candidata demócrata en los próximos años con las ideas liberales que compartimos con ella.
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