Elecciones municipales
Valores y principios de la remontada
España no es un país que haya mejorado en los últimos tiempos. No lo es en los índices económicos, ni en la atención social, sanitaria, ni tan siquiera en el aumento salarial, suben los impuestos, se frena la llegada de inversores extranjeros, crece la incertidumbre política, el desafío en Cataluña no cesa y, en definitiva, es un espacio de convivencia donde sus habitantes –todos nosotros– están a la expectativa de un impulso que no llega.
Es fruto de la división. Hay que reflexionar después de este largo ciclo electoral que ha abarcado a la circunscripción europea, española, autonómica y local qué camino hemos recorrido y cuál vamos a seguir en los próximos meses. Resulta interesante ver como quienes abominaban del bipartidismo empiezan a ver la ingobernabilidad en centenares de ayuntamientos por el fraccionamiento político, patrón que se repite en diputaciones, autonomías e incluso el Gobierno de España.
Si algo dejan claro las elecciones municipales del pasado 26-A es que se intuye un viraje en el rumbo que los electores han marcado para nuestro país. El centro derecha ha concurrido por primera vez en décadas de una manera compartimentada lo que ha supuesto un vaivén en el comportamiento de sus tradicionales electores y sus potenciales depositarios de confianza.
Como si de un viaje de ida y vuelta se tratara los votantes que se inclinaron por Vox hace apenas un mes, en el 28-A, han vuelto en un porcentaje considerable al PP, mientras que Ciudadanos no solo no ha roto el techo de cristal en sus siglas con el que aspiraba a ser heredero de un espacio ideológico –que en realidad como socialdemócratas no les corresponde– sino que encima ha tenido un retroceso en muchos puntos clave de la geografía española.
Es el PP al que los votantes han dado un voto de confianza para seguir liderando el centro derecha español como único partido con vocación real de gobierno y ese mensaje hay que entenderlo con claridad. Es difícil gestionar la pérdida de poder territorial, al menos parte de él, pero es básico diseñar un partido que en el nuevo periodo electoral tiene que confirmar el ciclo alcista que empieza a intuirse.
Como responsable del partido en la Comunidad Valenciana siento que ese es el camino a seguir y para ello hay que mantener la decidida convicción de atender a los problemas reales de los ciudadanos más allá de las cuestiones internas. Es esa característica la que hace que el Partido Popular tenga una enorme implantación territorial presentando listas en la totalidad de municipios: como sucedió en mi región el pasado 26-M.
Hay que ejercer de contrapeso del sinsentido de las políticas del PSOE más alejado del centro desde la Transición democrática y que medita aliarse con quien sea, literalmente, para mantenerse al frente del país. Esta actitud puede resultar buena a corto plazo para los intereses del PSOE pero quizás sean muy perniciosos para los ciudadanos y, por eso, el poder sensato ejercido desde los ayuntamientos, diputaciones y gobiernos autonómicos que están sustentados por el PP va a resultar crucial en esta etapa.
Los conceptos de libertad educativa, de colaboración público-privada, de bajada impositiva, de mantener en pie de igualdad la lengua castellana e idiomas que se imparten en territorios con un idioma autóctono, de reducir la intervención de las instituciones en la vida de las personas, de mantener la calidad asistencial sanitaria y el Estado del bienestar, son claros referentes para el PP.
Y con esas banderas vamos a transitar durante esta legislatura que no sabemos si será corta, aunque sospecho que larga tampoco será, para estar al lado de los ciudadanos que debe ser la principal y casi única ocupación de los políticos.
Pedro Sánchez se va a enfrentar a momentos tensos en los que la dependencia de unos socios nada deseables le pasará factura, sin duda. Arrinconar como ha hecho a los partidos constitucionalistas en beneficio de aquellos que quieren romper España es una temeridad y el tiempo dirá hasta dónde llega la profundidad de la herida que está abriendo en la sociedad española.
Hasta entonces el PP solo tiene que seguir creyendo en sus principios y valores, esos que lo distinguen del resto y que le han permitido abordar una transformación moderna de España a lo largo de las últimas décadas. Son esos valores lo que se pueden contraponer a aquellos que los cambian cada pocos años, como Ciudadanos, y que van planteándose alianzas en función del territorio sin más anhelo que los cálculos aritméticos y metiendo las convicciones, si las tienen, en un cajón.
Estoy convencida de que después de este ciclo electoral el PP va a ir recuperando poco a poco su verdadera dimensión y que los votantes depositaron su confianza en nuestras siglas enviando un claro recado de que necesitan nuestras políticas para que vuelva la sensatez y la eficacia a las instituciones. Así será.
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