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7 posibles soluciones frente al síndrome urogenital: El gran problema en la menopausia

7 posibles soluciones frente al síndrome urogenital: El gran problema en la menopausia
7 posibles soluciones frente al síndrome urogenital: El gran problema en la menopausialarazon

Al leer sobre la menopausia no se suelen encontrar buenos comentarios. Es un momento caracterizado por el cese de la menstruación, una etapa que representa la transición entre el período fértil y la vejez. A pesar de no ser una enfermedad provoca en la mayor parte de las mujeres síntomas molestos, que pueden llegar a alterar su día a día, según sostiene la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia.

Es en este momento cuando suele surgir el síndrome urogenital o la atrofia urogenital, uno de los grandes problemas de la menopausia, ante esa caída de estrógenos típica de esta etapa. “Los tejidos de la vagina y de la uretra se hacen más finos y secos, provocando sequedad, así como irritación vaginal, o necesidad de originar más frecuentemente”, señala la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).

Pero para poder entender por qué tiene lugar este síndrome, lo mejor es conocer primero en qué consiste la menopausia, un fenómeno que forma parte del ciclo vital normal de una mujer, y que suele tener lugar entre los 45 y los 55 años, situándose la edad media en los 51.

Es en torno a este periodo cuando los ovarios dejan de producir óvulos y reducen la secreción de hormonas, tanto estrógenos como progesterona; por lo que finalizan los periodos menstruales, y surgen en la mujer una serie de síntomas típicos, como sería el caso del citado síndrome urogenital. Estos síntomas van surgiendo de forma gradual y entre otros la SEGO apunta al síndrome urogenital o la atrofia urogenital, a los sofocos, a la osteoporosis, o a los frecuentes cambios de estado de ánimo.

El doctor Fred Lozano Rojas, de la Unidad de Ginecología, Obstetricia y Reproducción del equipo del doctor Jiménez en el Hospital Ruber Internacional de Madrid, recuerda que esta serie de cambios que se producen en el organismo de las mujeres durante la menopausia se pueden prevenir en muchos casos, así como tratar y minimizar.

Entre los principales síntomas del síndrome urogenital enumera a: la sequedad vaginal; la sensación de quemazón; la irritación o los picores en la zona genital; el ardor al orinar; el dolor durante las relaciones sexuales por la escasa lubricación, y la falta de elasticidad que dificultan la penetración, haciendo que éstas sean poco o nada placenteras, o incluso dolorosas; el sangrado leve, manchados o excoriaciones después de la relación sexual, entre otros síntomas.

Esa típica falta de estrógenos de la menopausia, encargados de lubricar la vagina, es también causante de las alteraciones en la constitución y en el funcionamiento de la mucosa vaginal, así como en la microbiota vaginal (microorganismos que habitan en la vagina), dando lugar en muchas ocasiones a infecciones.

El síndrome urogenital también se caracteriza por un aumento de la sensibilidad y del dolor en la zona vaginal. “La vagina está cubierta por un epitelio que se regenera por el estímulo de los estrógenos, y al reducirse sus niveles durante la menopausia, se disminuye este proceso de proliferación haciendo que el epitelio urovaginal se adelgace. Como las terminaciones nerviosas se encuentran cerca de la superficie, aumenta la sensibilidad y esto puede causar dolor”, explica el experto de la Ruber Internacional.

“Inicialmente se pensaba que el único problema en la postmenopausia era la sequedad vaginal y por eso antes sólo se hablaba de atrofia genital. Hoy sabemos que la atrofia es solamente uno de los síntomas, ya que se trata de un síndrome aún más complejo, que incluye alteraciones a otros niveles. Por eso, actualmente hablamos del síndrome urogenital de la menopausia”, reconoce el ginecólogo.

¿Qué podemos hacer?

El tratamiento del síndrome urogenital variará en función de la severidad y de la frecuencia de los síntomas. Entre otras posibles soluciones se encuentran:

1.- El empleo de lubricantes. Se utilizan cuando se requiera de una lubricación extra durante las relaciones sexuales para minimizar la fricción, la irritación, la sequedad y el dolor. Los más recomendables son los que tienen una base de agua o de silicona, puesto que son más fáciles de eliminar después mediante el lavado. Debe ser aplicado las veces que sea necesario, dentro y alrededor de la vagina. Hay que evitar los lubricantes que contengan esencias o perfumes, ya que pueden ser irritantes, así como las vaselinas, porque pueden adherirse a la mucosa vaginal y alterarla, favoreciendo el desarrollo de hongos.

2.- El uso de cremas hidratantes. Se aplican en la vagina varias veces por semana. “Se fijan al epitelio vaginal reteniendo el agua de la vagina, manteniendo su hidratación y elasticidad. Adicionalmente, disminuyen los niveles de pH en la vagina, con lo cual al haber mayor acidez, hay un mejor control del crecimiento bacterial. Pueden encontrarse también sustancias con efecto regenerador del epitelio y antipruriginosos para suavizar el picor”, subraya el doctor Fred Lozano.

3.- La terapia hormonal local. Se utiliza para tratar los síntomas de atrofia vaginal cuando son moderados o severos. Se administran dosis bajas de estrógenos locales, aplicados directamente en la zona en forma de óvulos o comprimidos vaginales, cremas y anillos vaginales de silicona.

4.- El tratamiento con Láser. Se trata de una técnica ambulatoria, mínimamente invasiva, que utiliza el calor para estimular la producción de colágeno de las células de la zona vaginal, y sustituir las capas más secas de la piel por células nuevas, reorganizando y reequilibrando los diferentes componentes de la mucosa vaginal.

5.- La inyección de ácido hialurónico. “Es un procedimiento mínimamente invasivo que consiste en inyectar vía intradérmica o intramucosa vaginal un preparado a base de ácido hialurónico reticulado y manitol para bioestimular, mejorar la elasticidad, rehidratar y retonificar la zona íntima femenina”, indica el experto.

6 y 7.- Otras terapias como la oral no hormonal, utilizando ‘Ospemifeno’, y la hormonal sustitutiva están indicadas en mujeres en la postmenopausia en las que no ha dado resultado el tratamiento local con estrógenos.