Galería de retratos del Derecho de Familia: Leopoldo Calvo Sotelo

Eran tiempos de esperanza y cambio los años 80 del siglo XX. Teníamos una nueva constitución democrática, teníamos un nuevo sistema político, teníamos una sociedad que demandaba un cambio en muchas cosas, pero al mismo tiempo teníamos a esa sociedad en un preocupante ebullición, inestabilidad y una fuerte contestación política involucionista, procedente de instituciones, y grupos políticos muy vinculados al teóricamente terminado franquismo. “El bunker “, dio por llamarse a aquella dura resistencia.

El Derecho de Familia aparecía monopolizado por los tribunales eclesiásticos, y el derecho matrimonial era un área del Derecho Canónico, asignatura de segundo curso de carrera, mas que de Derecho Civil.

Solo comenzó a abrirse la mano, procesalmente con las medidas provisionales que se solicitaban con carácter previo a la nulidad matrimonial, y que después quedaron vacías de contenido, siendo aprovechadas en la primera década del siglo XXI para introducir el procedimiento de sustracción interparental de menores.

Y en eso llegó julio del año 1981 y tras un fuerte debate con la Iglesia católica y unas fuertes presiones sociales en contra de la Ley, la Jefatura del Estado, es decir el presidente del Gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo, presenta la Ley 30/1.981 de Separación, Nulidad y Divorcio, introduciendo, sin exposición de motivos, el divorcio en nuestro país, y lo que sería y es el marco básico legal de divorcio que aun hoy existe.

Esta Ley ha sido retocada en alguna ocasión y sobre todo desarrollada jurisprudencialmente, pero creo que hemos llegado a un momento en que es necesaria la redacción de un Código de Derecho Común de Familia.

Leopoldo Calvo-Sotelo era un hombre del Derecho, intelectual discreto tanto en lo político como en lo personal, de aspecto funcionarial, cuando no seco o serio, monocorde en el tono de expresión, era un miembro de la antigua Unión de Centro Democrático, vicepresidente del ultimo gobierno de Adolfo Suárez y llegó a la presidencia de Gobierno en acto de servicio puro y duro.

Tenía una afición o un placer, antes, durante y después de ser presidente de Gobierno, salir con un bote velero a navegar por la Ria de Eo que separa Asturias de Galicia. Cuando falleció se le nombró Marqués de la Ría de Ribadeo.

Un buen jurista, un buen político, una buena persona, su memoria histórica permanece limpia y sin mácula, y su decisión de sacar adelante la Ley de divorcio, ha dado a muchas personas a la esperanza y les ha regalado la realidad, de una vida mejor. Este jurista y político no puede ser olvidado en la galería de retratos de la historia y del Derecho de familia.