Discapacitados

La primera barrera: la información errónea

El SIA, Símbolo Internacional de Accesibilidad, en La Alcaicería de Granada, usado para atraer clientes. Foto: Miguel Pele
El SIA, Símbolo Internacional de Accesibilidad, en La Alcaicería de Granada, usado para atraer clientes. Foto: Miguel Pelelarazon

En la era de internet y de las redes sociales, donde la información fluye a la velocidad de la luz, el principal reto de comunicadores, publicistas o prestadores de servicios es conseguir que su información llegue al mayor número de público posible. Pero este objetivo no se puede conseguir a cualquier precio. Una información errónea facilitada a la ligera, puede causar unos perjuicios, hasta irreversibles, a las personas con movilidad reducida.

Tan importante es la accesibilidad de los lugares, como una información exacta al alcance de todos. En 1968 Susane Koefoed diseñó el SIA, Símbolo Internacional de Accesibilidad, que se aprobó en Dublín en 1969 en el Congreso Internacional de Rehabilitación. Consiste en un cuadro azul con una imagen blanca estilizada en el centro de una persona en silla de ruedas que mira hacia la derecha. El SIA, sin necesidad de ninguna leyenda, garantiza, o por lo menos debería garantizar, la existencia y la facilidad de accesos o servicios para las personas de movilidad reducida.

Desde hace más de 40 años, el Símbolo Internacional de Accesibilidad cumple su función, de tal forma que cuando una persona ve un SIA en un lugar, sabe que en ese espacio hay un control de las normas universales de accesibilidad.

En turismo es muy utilizado, y los establecimientos hoteleros saben de la importancia de ser distinguidos con este símbolo en cualquier guía. Sólo es un logotipo, pero el SIA es para las personas que van en silla de ruedas casi como su seguro de vida. Un seguro que, como los de las pólizas, en muchas ocasiones tiene letra pequeña que acaba dejando desprotegido a un sector que depende de él.

En España se calcula que hay alrededor de 4 millones de personas con alguna discapacidad, de las que un 60 por ciento dice no viajar por no encontrar un destino adaptado a sus necesidades a un precio asequible, y casi un 50 por ciento asegura que la primera barrera con la que se encuentra a la hora de planear unas vacaciones es la falta de una información veraz. Y es que en materia de accesibilidad, en España, además de que hay una normativa por Comunidad Autónoma, cumplir la Ley no significa necesariamente que el establecimiento sea accesible para una persona en silla de ruedas. Hay bastantes hoteles que utilizan el SIA en la descripción de sus servicios y, en verdad, no son accesibles, algo que puede pasar por el afán de ofrecer más servicios y así conseguir más clientes, por desconocimiento de lo que realmente significa accesible o por la necesidad de cumplir la Ley.

Este problema se agrava exponencialmente si para nuestros días de descanso optamos por un sistema de alojamiento que se empieza a usar tímidamente en España: el alquiler de apartamentos privados a través de una red donde una web, que hace de intermediaria, se lleva un porcentaje. Aquí, cada uno pone la información que quiere de su vivienda sin ningún control, y se marca la casilla de accesible a personas con movilidad reducida con mucha frivolidad. Este verano, hice la prueba. Para viajar a París envié petición de información y disponibilidad a una veintena de alojamientos de airbnb.com que salían en la búsqueda como accesibles. En ni uno de ellos era posible acceder con una silla de ruedas: o había tropecientos escalones antes de llegar al ascensor, o el ascensor era estrechísimo, o incluso no había ni ascensor aunque era un primero, o las puertas de la vivienda eran de casa de muñecas, o había una rampa que no servía ni de tobogán... Las respuestas de los propietarios, que aquí llaman anfitriones, fueron todas para guardarlas en los anales de los mayores disparates. Eso sí, media docena de ellos pidió disculpas y optó por desmarcar la casilla de "accesible"de su apartamento.

Otra situación bien distinta es el sistema que está entrando fuerte en España: el intercambio de viviendas gratuito: alojarte en una casa que alguien deja libre en cualquier país y a cambio el propietario se aloja en la tuya. Como es difícil elegir exactamente los mismos días unos y otros, hay un equipo detrás que lo organiza, de tal forma que el intercambio no es directamente entre dos, sino entre una amplia red social que pone su casa a disposición de los demás. Por ejemplo, en Guesttoguest.com las viviendas se organizan por grupos en función de intereses, tipo de familia, aficiones..., entre los que hay uno específico de usuarios de sillas de ruedas, lo que claramente garantiza que la vivienda es, cuando menos, accesible. Además, los propietarios de cualquier grupo antes de marcar su vivienda con el SIA tienen que cumplir unos mínimos que, aunque no son muy estrictos, sí ofrecen algunas garantías.

Por todo esto sería necesario que hubiese algún sistema de control para la utilización del SIA en el sector del turismo, interno o externo, a los propios hosteleros.

Más información en www.pelig.es