Naturaleza
El naufragio intencionado que convirtió este pecio en el más famoso de España y en un arrecife artificial lleno de secretos
A principios de los 2000, la "Pequeña Venecia" española vivió un acontecimiento que marcaría su historia
A principios de la década de 2000, la costa suroeste de Gran Canaria vivió un acontecimiento que marcaría su historia submarina. El hundimiento controlado del Cermona II, un pesquero retirado de faena, fue sumergido frente a Puerto de Mogán para dar vida a un arrecife artificial. La iniciativa surgió tras los daños sufridos por el Alagranza, un barco hundido años antes y muy castigado por las tormentas, lo que llevó a autoridades y centros de buceo a apostar por un nuevo pecio que no solo revitalizara la vida marina, sino que también atrajera al turismo subacuático.
Con el paso del tiempo, el Cermona II dejó de ser un simple casco metálico en el fondo del mar y se transformó en un auténtico pulmón de biodiversidad. Hoy, dos décadas después, se ha consolidado como una de las inmersiones más conocidas de Canarias y como una pieza clave en la estrategia de Mogán por diversificar su oferta turística más allá del sol y la playa.
De barco pesquero a aula submarina
El hundimiento del Cermona II, que reposa entre 18 y 20 metros de profundidad, fue planificado para que la embarcación sirviera de refugio a peces, invertebrados y algas, además de convertirse en un espacio seguro para buceadores de todos los niveles. Su cercanía al Alagranza crea un corredor marino único en el que los centros de buceo de la zona organizan rutas dobles que permiten recorrer dos pecios en apenas una inmersión.
El casco, recostado sobre su costado de estribor, ha resistido bien el paso de los años. Aunque algunas secciones muestran el desgaste propio de los temporales, la estructura mantiene zonas accesibles que facilitan la exploración. Esa combinación de historia y accesibilidad lo ha convertido en un auténtico aula submarina, perfecto para cursos de orientación, control de flotabilidad y fotografía subacuática.
Un espectáculo de vida marina
Lo que realmente fascina a los buceadores que descienden al Cermona II es el dinamismo de la vida que lo rodea. Los bancos de roncadores, que se mueven como una nube compacta alrededor del casco, son la imagen más reconocida. A ellos se suman barracudas que patrullan en grupo, morenas que se asoman entre las planchas oxidadas, peces trompeta mimetizados con las estructuras y, en ocasiones, rayas que se deslizan sobre el fondo arenoso. También los pulpos encuentran escondrijos en sus rincones.
La riqueza del lugar no es casual. La decisión de crear arrecifes artificiales en Mogán respondió a un doble objetivo. Primero, ofrecer refugio a especies que encontraban cada vez menos espacios naturales y, al mismo tiempo, fortalecer la economía local mediante el turismo de buceo. El resultado ha sido tan exitoso que el Cermona II figura en guías internacionales como una inmersión imprescindible para quienes visitan las Islas.
Consejos y consideraciones
Aunque se trata de un perfil de inmersión apto desde niveles básicos como Open Water, los instructores recomiendan mantener siempre la prudencia. El entusiasmo que provoca el entorno puede hacer que se pierda la noción del aire consumido o de la profundidad. Equiparse con linterna ayuda a descubrir grietas y huecos sin forzar la entrada en espacios reducidos, y seguir a guías locales garantiza un recorrido más completo y seguro.
Más allá de la técnica, lo importante es respetar la vida que habita el pecio. Evitar levantar sedimento, no tocar las estructuras y mantener la flotabilidad controlada son claves para que la experiencia sea sostenible y el arrecife siga siendo un refugio para la biodiversidad.