Opinión

Paz, unión y apoyo al ámbito rural, ante un 2021 difícil

«Hoy es necesario unir esfuerzos y cooperar todos, lo que en nuestro ámbito se traduce en lealtad institucional y en la alianza eficaz de los recursos frente a la pandemia»

La presidenta de la Diputación de Palencia, Ángeles Armisén
La presidenta de la Diputación de Palencia, Ángeles ArmisénBrágimoIcal

Vivimos tiempos de enfermedad. Aquí y en todo el mundo. Padecemos una dura pandemia, con terribles consecuencias desde hace meses en todas las esferas de nuestras vidas. Por ese motivo, para esta reflexión en voz alta ante el difícil año que también afrontamos los palentinos, he querido prestar atención a una mujer que conoció pro-fundamente el mundo de la enfermedad: María Soledad Torres Acosta (1826-1887), fundadora en 1851 de las Siervas de María Ministras de los Enfermos.

Ciento setenta años cumple en agosto esta congregación, que el 9 de enero de 1888 abrió casa en el centro de la ciudad de Palencia (en concreto, en la esquina de las calles Menéndez Pelayo y Pedro Romero), que por unos meses la fundadora no pudo conocer en vida. Desde entonces, como todas las Siervas de María en más de una veintena de países, no han cesado en su ministerio con las personas enfermas, en domicilios, clínicas y hospitales, una entrega que ha logrado el aprecio de los palentinos durante generaciones.

Momentos antes de morir, la fundadora Soledad Torres dejó un mensaje que estimó esencial para profundizar en esa misión de ayudar al enfermo: «Hijas, que tengáis paz y unión». Paz y unión. Estas tres palabras destilan sabiduría. Hay mucha experiencia en menos de una decena de letras. Es una gran lección de brevedad que, en mi opinión, debemos aprovechar ahora, llevarla siempre en mente, para afrontar los difíciles retos que nos plantea 2021 a todos los palentinos, especialmente a quienes asumimos la responsabilidad de gestionar los intereses públicos.

Paz y unión. Hablaré, en primer lugar, de la unión: más que nunca, hoy es necesario —diría que constituye una obligación — unir esfuerzos y cooperar todos, lo que en nuestro ámbito se traduce en la lealtad institucional y en la alianza eficaz de los recursos necesarios para paliar las consecuencias de la pandemia, tanto en la esfera sanitaria como en la social, que incluye daños económicos y laborales, pero también morales (que a menudo olvidamos, si bien el mundo del Derecho les presta la atención y defensa merecidas).

Dentro de nuestras competencias y medios limitados, en la Diputación de Palencia proseguiremos este año en ese empeño colectivo y prioritario de prevenir contagios, ayudar a las personas y los colectivos más perjudicados por la pandemia, y apoyar el mantenimiento de las actividades económicas y los puestos de trabajo. Con esas miras orientamos dos de nuestras herramientas básicas: la primera, unos presupuestos operativos desde el 1 de enero, que fortalecen la inversión, las partidas para asistir a los más vulnerables y las ayudas a los emprendedores del medio rural; la segunda herramienta, la puesta a disposición de la Diputación al servicio de los ayuntamientos de la provincia, como entidad local solidaria que somos.

Sobre esto último, quiero recordar las palabras del secretario general para el Reto Demográfico, Francesc Boya, en una entrevista reciente (El País, 5-XII-2020): «Las entidades locales prestan sus servicios en una situación de desventaja clarísima. Hay que volver a empoderar a los alcaldes, garantizar los servicios públicos en estas zonas y facilitar todos los procesos administrativos, que son muy complejos. Un ayuntamiento de trecientos o de mil habitantes tiene las mismas exigencias administrativas que el de una localidad de doscientos mil habitantes».

Desde la pasada legislatura he abanderado y he reclamado —así se aprobó en la Diputación— que el «principio de ruralidad» se incluya de modo transversal e informador en toda la legislación y políticas públicas de España, precisamente para simplificar cualquier actuación en los municipios más pequeños, y dar soluciones rurales a problemas rurales, no soluciones urbanas a problemas rurales. Ese principio se revela cada día más imprescindible para abordar el reto demográfico. Y por ese motivo la Diputación quiere mantener, dentro de sus posibilidades, la máxima solidaridad con los municipios de nuestro medio rural, que en su mayoría padecen una evidente insuficiencia de medios para atender las muchas y variadas demandas de su población en época tan adversa como la actual.

Me referiré ahora a la paz, tan necesaria también —como la unión— en este tiempo de tribulación. De modo doloroso, la pandemia nos ha puesto los pies en la tierra y nos exige humildad: ciertamente, pagando un precio alto en muertes, sufrimiento, soledad, pobreza, desaliento… Creo que la paz que nos exige ahora esta situación se vincula estrechamente con la extrema responsabilidad individual en nuestros comportamientos

personales y sociales. Y es esa paz definida por la Real Academia de la Lengua de modo explícito para esta voz en su Diccionario en su segunda acepción: «relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos»; también la que aparece en la ex-presión «poner en paz», es decir, «mediar entre personas para ponerlas de acuerdo», lo que también sirve —debe servir—entre personas jurídicas, incluidas las de derecho público como las administraciones que velan por el interés común.

Concluyo. Mis deseos de paz y unión entre los palentinos para este 2021 nacen, en definitiva, de un convencimiento íntimo: es lo que necesitamos en este momento. Nos con-viene esa armonía entre las personas y entre las instituciones, para conjugar y conciliar muchas decisiones que, en aras del bienestar general, a menudo merman nuestros derechos y libertades, nuestra particularidad, nuestras expectativas materiales o espirituales… Y nos conviene que toda la provincia marche unida, que avancemos juntos habitan-tes y administraciones públicas ante un año que se presenta difícil, muy difícil, pero que superaremos entre todos, porque 2021 no debe llevarnos ni a la resignación ni a la des-esperanza. Paz y unión, queridas palentinas; paz y unión, queridos palentinos.