Centros deportivos
La crisis sanitaria de este coronavirus que parece no tener fin está provocando ya numerosos estragos en los sectores económicos más afectados como la hostelería, el turismo, el pequeño comercio o los centros deportivos.Estos últimos llevan ya hasta tres cierres obligados en Castilla y León desde que hace casi un año la covid irrumpiera en nuestras vidas.
El primero, entre marzo y mayo por el confinamiento domiciliario; el segundo, ya en noviembre, de más de un mes de duración para reducir el impacto de la segunda ola; y el actual, en el que siguen inmersos sin poder abrir sus puertas desde el 16 de enero y, por ende, sin ingresar dinero. Una situación en la que así seguirán al menos hasta el 23 de febrero próximo.
Además, los pocos meses que han podido levantar las verjas de sus negocios para poder atender a sus clientes lo han tenido que hacer con restricciones,tan solo un tercio del local para cumplir con los protocolos de seguridad establecidos, y sin que se pudieran realizar determinadas actividades, como por ejemplo deportes de contacto. El destrozo está siendo ya visible, con pérdidas de facturación por encima del 60 por ciento desde marzo en este sector de los centros deportivos, con muchos locales que han cerrado sus puertas ya para siempre y otros que están al borde del precipicio y al límite de sus posibilidades.
Es el caso del Gimnasio “Spartan`s Gym” de Palencia, dedicado principalmente a la musculación y al boxeo, cuyo gerente y responsable, Óscar Javier Triana está luchando como el propio nombre de su local indica, de forma espartana, para sobrevivir a la pandemia, pero también a la “insolidaridad” del dueño del local, con quien ha tenido que llegar al juzgado.
En una sentencia pionera en España, el juzgado de primera instancia número 7 de Palencia dictaba el pasado 9 de febrero una medida cautelar por la que exime a este centro deportivo y a su responsable de pagar la renta y el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) desde el actual mes de febrero y mientras el negocio esté cerrado debido a las restricciones impuestas por la Administración para frenar la expansión del virus en la Comunidad.
Además, el juzgado expone en su resolución que en caso de que se permita la reapertura del local y el inicio de la actividad del mismo y por el periodo que dure la tramitación de este procedimiento se reduce la renta en un 40 por ciento, por lo que Óscar sólo deberá abonar el 60 por ciento, al igual que la prohibición de incluir por parte del arrendatario o del avalista de cualquier tipo de fichero de morosos.
“La situación es complicada desde que comenzó la pandemia, ya que al no poder trabajar con normalidad ni contar con ayudas directas ni nada empecé a endeudarme. Pero antes de dejar de pagar a hacienda o los créditos que tengo decidí intentar negociar con el dueño el alquiler de la nave, pero ha sido imposible poder llegar a un acuerdo con él”, relata a LA RAZÓN Óscar Javier Triana, quien decidió poner el asunto en manos de su abogado cuando el propietario de la nave le envió una carta en el que le decía que le iba a desahuciar por impago de la renta.
Cuenta Óscar que el único acuerdo que quiso hacer el dueño fue que le descontaba tres meses del alquiler pero siempre y cuando le pagara en el acto e íntegramente otros tres meses.
“Le dije que eso era imposible porque no tenía ese dinero y su respuesta fue que a primeros del mes de enero tenía que abonar el mes en curso religiosamente y que si no efectuaba el pago de esos tres mil euros correspondientes a las tres mensualidades que me pedía le tendría que devolver los otros tres meses que me iba a descontar”, explica, indignado, mientras apunta que, para más inri, le quería hacer firmar un documento en el que le echaba a la calle pero además dejando dentro del local todo lo que tiene del negocio.
Óscar no sale de su asombro con lo que está ocurriendo y cree que el propietario, viendo la situación existente, debería ser un poco más solidario. “Llevo cinco años con este negocio abierto y nunca ha habido ningún problema y le he pagado cada mes puntual, e incluso cuando firmé el contrato le aboné dos meses de fianza y le pagué un año entero por adelantado como muestra de que mi interés era levantar y consolidar este negocio y poder jubilarme aquí; no cerrarlo al día siguiente. No creo que haya muchos que cojan un local y hagan esto cuando no se sabe lo que va a pasar”, señala.
Respecto a los meses que tiene pendientes de pagar hasta este mes de febrero en el que ha decidido el juez con esta medida cautelar, cuenta que él no se niega a pagar esa cantidad pero que ahora no puede afrontarlo porque no tiene dinero, pero que está a la espera de que salga un juicio en el que confía en que pueda haber un aplazamiento.
Tirar la toalla
“Con la situación que estamos atravesando y la impotencia que tengo, la verdad es que he pensado muchas veces en tirar la toalla pero si no lo he hecho ya y sigo luchando es porque mis clientes me han apoyado y se han volcado conmigo ofreciéndome su ayuda e incluso dinero”, apunta Óscar, quien lamenta que quienes tienen que echar una mano y ayudar en estos momentos “no estén haciendo nada”.
De hecho, respecto a su “casero”, relata con cierto resquemor que un día de esta pandemia acudió con un extracto bancario para recriminarle que no le había ingresado el dinero del alquiler y que le pagara cuanto antes, pero que al final del mismo documento se podía leer que tenía en la cuenta una suma importante de dinero. “Me dio como un bajón y sin saber qué decir, porque si tienes esa cantidad en esa cuenta que más podrá tener por ahí”, dice.
Sobre su futura relación con el propietario del local tras acabar en el juzgado, tiene claro que va a afectar y que a la mínima posibilidad que tenga le intentará echar de la nave. “Se piensa que no voy a querer pagarle y que mi intención es lucrarme con este asunto, algo que es falso”, señala, mientras sigue viendo el futuro con cierto pesimismo mientras no cuenten con ayudas directas o la Junta les permita abrir ya cuanto antes y con normalidad y con las medidas de seguridad pertinentes.
“Lo que no se puede es abrir hoy, cerrar mañana, abrir al día siguiente y volver a cerrar la semana después porque así nos están hundiendo”, apunta, mientras asegura, ojiplático, que en la última reunión que tuvieron los representantes del sector con la Junta les trasladaron la intención de intentar salvar la Semana Santa. “¿Pero dónde se ha visto esto? Mi negocio se va a ir a pique y por culpa de que quieran reflotar la Semana Santa o por la permisibilidad en Navidad tengamos que estar cerrados y sin ayudas, pues no me parece justo”, denuncia.
También ve con asombro algunas propuestas que les han hecho desde la patronal, como la posibilidad de habilitar zonas al aire libre para que puedan ejercer allí su actividad.
“¿Y qué hago, cojo mis máquinas del gimnasio todo los días, alquilo un camión y las llevo a la zona habilitada, lo que me puede llevar siete horas para montar o tras tantas para desmontar, o las dejo en la calle todo el día y la noche para que la gente las pueda destrozar o robar?, se pregunta Óscar, quien considera que esta medida es una incoherencia que no tiene sentido.
Además, está solo ya que tiene un empleado que trabaja por horas en ERTE y que todo lo tiene que hacer él por lo que no habría horas en el día para poder sacar su gimnasio a la calle.
“Me han cerrado y no me dejan trabajar, pero es que, sin ayudas de ningún tipo, cuando reabra empezaré a coste cero y teniendo que devolver las cuotas de los clientes que han pagado un trimestre, seis meses o el año entero, porque ellos no tienen la culpa y exigirán como es normal lo que han contratado”, señala, mientras tiene claro que aunque seguirá peleando hasta el final “si seguimos así más tiempo muchos nos iremos a la ruina”.