Sociedad

Cada vez más jóvenes castellanos y leoneses son adictos a los juegos de azar

En la actualidad hay 800 personas en tratamiento

Cada vez más jóvenes castellanos y leoneses son adictos a los juegos de azar
Cada vez más jóvenes castellanos y leoneses son adictos a los juegos de azarR. Valtero

La Federación Castellano Leonesa de Jugadores de Azar Rehabilitados (Fecyljar) advirtió del aumento de la adicción del juego entre los jóvenes, empujados principalmente por obtener dinero fácil y por la “situación” que les produce hacerlo en grupo, con amigos, sobre todo de forma online, algo que se diferencia notablemente de los adultos que han caído en esta problemática, que habitualmente lo hacen en soledad y en máquinas tragaperras, y acompañados de “mayor comorbilidad”, con otros trastornos como la depresión, la ansiedad o el consumo de alcohol, tabaco o drogas, informa Ical.

Así lo aseguró la psicóloga de la Asociación de Jugadores Patológicos Rehabilitados de Valladolid (Ajupareva), Sandra Cuevas, minutos antes de participar en el I Congreso de Salud Mental y Adicciones en Jóvenes, que se celebra hoy y mañana en la Feria, y que reúne a 180 profesionales, a la cual también asistió la directora general de Familias, Infancia y Atención a la Diversidad y comisionada regional para la Droga, Esperanza Vázquez.

Igualmente, Cuevas añadió que su papel de psicóloga es trabajar con los pacientes diagnosticados de trastorno por juego de azar desde que llegan a la asociación, y que son ya 3.000 personas desde el nacimiento de la organización, en 1990. Para ello, dijo, se trabajan desde el primer momento terapias de grupo e individual, en las que se busca una “identificación del enfermo de ludopatía con el resto de pacientes”, que pone sobre la mesa una “reestructuración de sus distorsiones cognitivas, que le hacen volver a jugar, jugar cada vez más”.

Cuevas expuso que cuando estas personas recaen lo hacen porque “han conseguido el dinero de un lugar que no es legal, que han robado, porque ellos no tienen acceso al dinero”. De hecho, una de las pautas que se les ofrece a la familia cuando llegan a las oficinas de Ajupareva es que “actúen como coterapeutas para gestionar la administración económica de la persona que padece la ludopatía, para que no tengan dinero a su alcance nunca”.

Normalmente, prosiguió Cuevas, los pacientes “no son conscientes de que tienen la enfermedad” y acuden “empujados por la familia”. “Son sus padres, hermanos o su pareja quienes les traen obligados, muchas veces bajo amenazas, entre comillas, de romper la relación, echarle de casa, etcétera”, comentó. Sin embargo, una vez que inician las terapias de grupo “empiezan a identificarse con el resto de compañeros”.

“Salir adelante”

Por su parte, el presidente de la Federación Castellano Leonesa de Jugadores de Azar Rehabilitados (Fecyljar), Ángel Aranzana, abogó por escuchar a los profesionales para que los pacientes “tengan muy claro a dónde asistir o acudir con las diferentes personas que necesitan ayuda inmediata y de calidad, que es lo que reivindican las familias”. Al respecto, coincide con Sandra Cuevas en que “normalmente si es por juego se cae es un escenario de deudas, de abandono de trabajo, de estudios, y luego alguno incluso con otros consumos y robos. “Lo que intentamos es que el paciente salga para adelante”, defendió. Aranzana explicó que actualmente se encuentran en tratamiento por ludopatía 800 personas en Castilla y León. Solo en el último año y medio han acudido a pedir ayuda 89 personas menores de 35 años en Valladolid.

Abordaje complejo

Conoce muy bien este escenario el jefe del Servicio de Psiquiatría del Complejo Asistencial Universitaria de Salamanca, Carlos Roncero, quien definió los trastornos por juego como “enfermedades mentales que desde la sanidad pública se deben atender” y que “no deben ser olvidados ni menos valorados”. Además, consideró que cuentan con un “abordaje complejo multidisciplinado” porque estas personas “suelen tener otros trastornos mentales”.

“Desafortunadamente”, continuó, los trastornos por juego, sobre los que hay distintas versiones, como el presencial, online o videojuegos, “en ocasiones no son adecuadamente evaluados, explorados y por lo tanto diagnosticados y tratados”. “Este es uno de los retos del sistema sanitario, estar concienciados y hacer adecuados diagnósticos y, por lo tanto, aplicar los tratamientos correspondientes”, explicó Roncero, quien mencionó una iniciativa que se desarrolla en Hospital de Salamanca, un “pequeño programa incipiente desde el año pasado para el abordaje de trastornos del juego en personas adultas que habitualmente tienen otros trastornos mentales y que requieren de un abordaje integral”.

También aprovechó para admitir que en materia de salud mental el “principal déficit y la principal demanda es la falta de profesionales cualificados, psicólogos clínicos, psiquiatras o enfermeros de salud mental”, aunque también citó a los trabajadores sociales, educadores, terapeutas y otros roles profesionales “importantes”. Ello ha provocado, señaló, “una falta de profesionales”. Incluso, cuando las administraciones reclaman organizar nuevas iniciativas existen dificultades para “arrancarlas y mantenerlas por este déficit de profesionales”.

Robar para jugar

Entre los casos que se encuentran en rehabilitación está María Fernanda Caballero Giralda, quien admite que empezó muy joven a jugar, cuando residía en Madrid. Antes de su prejubilación, hace dos años, empezó a trabajar en una empresa de limpiezas, lo que aprovechó, admite ahora arrepentida, para robar en seis casas cuando estaba dentro. En algunos casos eran joyas que incluso empeñaba para poder acudir al salón de juegos, pero perdió lo que había conseguido “en media hora”.

Finalmente, fue detenida y solicitaban para ella cinco años de prisión. Ya en el juzgado recuerda un momento puntual de inflexión: “Como te quitan todas las cosas a la entrada, me fui a poner los cordones de las zapatillas y entonces me dije, ‘algo me está pasando, porque no es normal el comportamiento este que he tenido. Y posteriormente fui a los Servicios Sociales y la asistente social me dijo que era una enfermedad que tenía cura y llamaron a Ángel Aranzana”, rememora.

Ahora lleva un año y siete meses en la asociación, donde se encuentra en tratamiento psicológico porque ha tenido tres intentos de suicidio. Por fortuna, la abogada llegó a un acuerdo con la Fiscalía para devolver la parte robada a base de mensualidades, que “más o menos son cinco años”, pero evitó la cárcel.

María Fernanda admite que lo mejor es que “nunca” ha vuelto a tener “ese interés, ese ímpetu”, por volver a jugar desde febrero de 2020, la “última vez que tocó una máquina”. “No he vuelto a caer y estoy muy feliz de estar disfrutando de la libertad”, reflexiona ahora esta mujer de 67 años.