Agricultura
Castilla y León se abre paso en la plantación de truferas
Soria acapara ya más de la mitad de la superficie
Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, el campo de Castilla y León sigue apostando por el cultivo de plantas truferas, debido a su rentabilidad sobre todo, en suelos denominados pobres, y también a las ayudas lanzadas por parte de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural para su fomento.
Así, las cuatro convocatorias de una línea de subvenciones destinada a tal fin con producciones forestales de alto valor, puestas en marcha en 2016, arrojan un balance de 555 hectáreas de plantaciones truferas en Castilla y León, con Soria a la cabeza al acaparar más de la mitad de las mismas, mientras en Zamora se contabiliza tan solo una. Burgos supera las 152 y en el resto de provincias no se alcanzan las 40.
Las partidas concedidas a los solicitantes, cofinanciadas por el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feader), rozan el millón de euros y este año se prevé la publicación de una nueva convocatoria, que financiará el 65 por ciento de la inversión y que incluirá la novedad de una prima para el mantenimiento de la plantación durante los primeros cinco años.
Podrán ser beneficiarios de esta línea de ayudas tanto personas físicas como personas jurídicas públicas o privadas, a quienes se les podrá conceder en función de la puntuación que obtengan atendiendo a los criterios de valoración que se recogerán en las bases reguladoras de las mismas. El importe máximo de la ayuda por hectárea plantada puede llegar a los 8.000 euros.
Desde el departamento que dirige Gerardo Dueñas destacan que la calidad de la planta es decisiva para el éxito de la plantación. En este sentido, señalan que las plantas de una o dos savias, deben ser equilibradas, tener la raíz sin deformaciones, con más de 1000 ápices funcionales y estar bien endurecidos.
La trufa negra de invierno, denominada Tuber melanosporum, es una exquisitez gastronómica de la cuenca mediterránea, de intenso sabor, que crece en los suelos pobres de la península Ibérica, micorrizando las raíces de diversas especies del género Quercus, como la encina, el quejigo o la coscoja, y en menor medida en otras especies como el avellano.
España ha desbancado a Francia como primer productor mundial de esta trufa y con una producción en 2023 que supera las 100 toneladas y de la que se exporta el 80%, aporta ya el 60% de la producción mundial.
Aunque las plantaciones tienen un periodo de carencia de 7 a 12 años, en los que la producción de las plantaciones es muy escasa, esta se mantiene durante más de 30 años, alcanzando producciones medias variables entre 20 y 50 kg/ha, lo que lo hace de la trufa un cultivo muy rentable en suelos bastante pobres, con escasas alternativas.
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