Turismo

El espectacular pueblo medieval, cerca de Madrid, que hay que visitar una vez en la vida

Una villa monumental, un legado milenario, un entorno natural y una rica gastronomía que deja boquiabierto al que lo visita

Vistas de la muralla y la Catedral de El Burgo de Osma
Vistas de la muralla y la Catedral de El Burgo de OsmaJcylJcyl

Muchos son los municipios españoles que destacan por su belleza. Cada rincón de la geografía nacional cuenta con una localidad que merece la pena visitar. Pero por encima de muchas de ellas destacan los pueblos medievales, que hacen al visitante revivir el pasado en un entorno maravilloso. Además, por encima del turismo de sol y playa, tienen una mayor aceptación los municipios de interior. En este sentido vamos a hablar de un municipio, que hay que visitar una vez en la vida, y que cuenta con el privilegio de que se encuentra a menos de dos horas en coche de Madrid. La localidad ofrece una oportunidad única a los madrileños, que son los que más salen de casa, para disfrutar de una villa monumental, un espectacular entorno natural y una rica gastronomía.

Una villa es una población que ha recibido a lo largo de la historia ciertos reconocimientos explícitos y privilegios por parte de la autoridad reconocida (por ejemplo, el de celebrar ferias o mercados), y por razones diversas, aunque no siempre, no le ha sido concedido el título superior, el de ciudad. Existen documentos antiguos, sobre todo medievales y de la Edad Moderna, que categorizaron a una población como villa; en otros casos fue la costumbre popular por la importancia de un centro poblado dentro de su entorno, según señala Wikipedia.

En época romana una villa era un asentamiento rural formado por un edificio residencial principal y otra serie de edificios secundarios. Su origen es romano y entonces constituía el centro desde el que se administraba una explotación agrícola. Posteriormente ha perdido sus funciones agrícolas y ha reducido su actividad a la residencial.

En la Edad Media, aunque cada pueblo estaba formado por diversas villas, estas unidades de explotación rural pasaron a denominarse vicus o locus, y recibieron el nombre de villa las unidades de poblamiento que, a diferencia de una aldea o un lugar, no dependían de la población cabeza del municipio, por lo que también eran conocidas como villas exentas, disponiendo de jurisdicción civil y criminal.

La villa tenía una serie de privilegios que la diferenciaba de la aldea o lugar; Cuerpo de regidores y justicias que gobiernan la villa. Con aspiraciones urbanas, dotado de un castillo o fortaleza y provista de una muralla o cerca en torno a la población, dotada de signos distintivos como el rollo. La villa y su concejo extendían su jurisdicción sobre un extenso territorio.

El Burgo de Osma

Pues una de las villas medievales más espectaculares de España y que nadie puede dejar de visitar, es la soriana de El Burgo de Osma. La vida de Uxama comenzó en la segunda Edad de Hierro (Siglo IV a.C.), fue un célebre asentamiento de los arévacos, grupo tribal a su vez perteneciente a los celtíberos, estaban organizados en comunidades independientes, eran agricultores, ganaderos y artesanos.

Su amistad y los lazos políticos con los numantinos hace que la ciudad de Uxama participe muy activamente en la defensa de aquella población contra los romanos. Precisamente la alianza con los numantinos y su participación decisiva en la defensa de la ciudad provoca que en el año 153 a. C. sea atacada por el cónsul Fulvio Nobilior.

Finalizada la guerra, tras la caída de Numancia, la ciudad arévaca no perdió ocasión de enfrentarse al poder de Roma. Participa vivamente en la sublevación de los inicios del siglo I a. C. de las ciudades arévacas apoyando a Sertorio durante las guerras civiles romanas. Incluso una vez muerto éste y vencidos la mayor parte de sus partidarios prolonga su particular lucha contra los romanos, hasta que fue tomada y devastada por el general Pompeyo en el año 72 a. C.

Los visigodos aumentaron su importancia al convertirla en sede episcopal en el siglo VI d.C., con la construcción de una iglesia dedicada a San Miguel. La vieja Uxama, pasó a conocerse como Oxoma u Osoma durante este periodo y vivió hechos significativos, como la participación en el Concilio de Toledo con una pequeña delegación. En el siglo VIII, los musulmanes tomaron la ciudad tras invadir la península, y la rebautizaron como Waxsima fue una tierra de frontera durante varios años, en la que musulmanes y cristianos se disputaron la hegemonía de esta posición estratégica.

Durante el siglo X, pasa con frecuente alternancia de unas a otras manos, para acabar definitivamente en las cristianas tras la desaparición de Almanzor en 1002. Tras la reconquista, una parte de la población de Osma se fue estableciendo a extramuros del tercer recinto fortificado, en la margen derecha del río Úcero; alrededor de donde estaban las ruinas de una iglesia visigótica dedicada a San Miguel.

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La Reconquista trajo consigo una repoblación de la zona que impulsó el Rey Alfonso VI en 1088. El monarca buscaba introducir la reforma cisterciense en la península y encargó al abad de la abadía de Cluny en Francia que enviara monjes benedictinos a los territorios reconquistados de Castilla.

En el 1101 el monje Pedro de Bourges fue nombrado obispo de Osma con el objetivo de reorganizar la diócesis local. Con su llegada se empezó a construir la nueva catedral de estilo románico en la parte izquierda del río.

El nuevo núcleo de población se constituyó como villa de El Burgo de Osma por el Rey Alfonso VIII de Castilla, famoso por vencer a los almohades en las Navas de Tolosa. Había nacido la ciudad medieval con sus maravillosas calles empedradas por la que hoy pasean sus visitantes. El obispo recuperó la sede episcopal visigoda y consagró la catedral a la virgen de la Asunción.

Durante la Edad Media El Burgo de Osma, como sede episcopal, era un centro económico, de saber y religioso principal en la región. El obispo Juan Domínguez tiró la catedral románica y construyó una de estilo gótico, la actual.

Hacia mediados del siglo XIX, la villa tenía contabilizada una población de 1790 habitantes. En 1967 el municipio de Burgo de Osma desapareció, al fusionarse con los de Berzosa, Osma, Alcubilla del Marqués, Torralba del Burgo, Lodares de Osma, Vildé y Valdenarros para formar el nuevo término municipal de Burgo de Osma-Ciudad de Osma. Desde 2023 pertenece a la asociación Los Pueblos Más Bonitos de España.

Atractivos monumentales

El [[LINK:EXTERNO|||https://culturayturismoburgense.com|||Burgo de Osma – Ciudad de Osma]] cuenta con un patrimonio cultural extraordinario, reflejo de su pasado medieval y renacentista, con numerosos monumentos entre los que destacan:

Catedral de Santa María de la Asunción

Es el monumento religioso más emblemático de la provincia que comparte dignidad con la Concatedral de San Pedro de la ciudad de Soria. Es sede de la Diócesis desde la Alta Edad Media, ya época visigoda. No fue hasta iniciado el siglo XII cuando el Obispo Pedro de Osma encomendó la construcción de este monumental edificio junto al río Ucero. Esta ubicación fue decisiva para el impulso de un nuevo asentamiento junto a Osma; un burgo donde se establecieron artesanos y comerciantes, origen de la actual villa Burgense.

Esta Catedral comenzó siendo románica allá por el año 1101, y son pocos los restos que resistieron al desmantelamiento obrado por la renovación del templo. La sucesión de etapas constructivas y el advenimiento de nuevas tendencias artísticas, actualizaron arquitectónica y estilísticamente la Sede. Sin embargo perviven interesantes vestigios románicos en el claustro y la sala Capitular, en la crujía sur. Los vanos abiertos en este sector se organizan en arcos dobles apoyados en columnas pareadas y cuádruples torsas, con capiteles y arquivoltas de profusa y delicada ornamentación escultórica.

En las primeras décadas del XIII se iniciaron las obras de un nuevo edificio gótico de tres naves, crucero y cabecera originalmente de cinco ábsides. Un elegante y armonioso claustro gótico sustituyó al primitivo románico en el siglo XVI. Durante esta centuria una capilla dedicada a San Pedro de Osma se erigió sobre Sala Capitular; aquí se ubica un magnífico sarcófago policromado del siglo XIIIdonde se custodian los restos del Obispo.

Las tendencias renacentistas, barrocas o neoclásicas dieron toques singulares a la Catedral. De época renacentista sobresale la fachada que guarece la portada gótica culminada por rosetón; también de este momento es la bella escalinata por la que se accede a la Capilla de San Pedro. Una monumental torre barroca a los pies del templo, se eleva y anuncia la presencia de esta majestuosa Catedral.

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En el siglo XVIII la tendencia neoclásica aportó innovaciones a la arquitectura y estética añadiendo girola y capillas, entre ellas de la dedicada al Beato Juan de Palafox.

Entre las obras conservadas en el archivo catedralicio figura uno de los códices más destacados del Apocalipsis de Beato de Liébana. El Beato de El Burgo de Osma, está fechado en 1086 contiene más de 70 miniaturas, la más conocida es la que se ilustra un enigmático Mapamundi.

Es imprescindible una visita al Museo Catedralicio donde disfrutar una interesantísima colección de Arte Sacro procedente de la Diócesis de Osma-Soria. En capillas y altares se muestran obras de gran interés artístico; entre las más reseñables la talla del Santo Cristo del Milagro del siglo XII y el Retablo mayor obra del XVI de Juan de Juni y Juan Picardo, según destaca la [[LINK:EXTERNO|||https://www.sorianitelaimaginas.com|||página web de la Diputación de Soria.]]

Horarios

Martes, miércoles y jueves: 10:00 a 14:00 y 15:00 a 18:00 horas

Viernes y sábado: 10:00 a 19:00 horas

Domingo: 10:00 a 17:30 horas.

Visitas guiadas

Viernes y sábado: 12:00 y 16:00 horas

Domingo: 11:30 y 16:00 horas

Precios

GENERAL

Incluye Catedral, torre, claustro y museo. Sin acceso a la Sala Capitular: 8 euros

MAYORES

de 65 años: 7 euros

GRUPOS

de más de 20 personas: 5 euros

JÓVENES

Jóvenes de 12 a 18 años: 5 euros

GUIADA: 10 euros

GRATUITA

Menores de 12 años y personas con discapacidad

Palacio Episcopal

En la calle Mayor, cerca de la Catedral, se encuentra la residencia episcopal oxomense. Lo más interesante es la portada, de la época del obispo Alonso Enríquez (1506-1523). De esquema gótico hispano-flamenco, consiste en un arco de medio punto formado por grandes dovelas, con el intradós lobulado, enmarcado por un alfiz de recuerdo musulmán que se apoya en ménsulas y que acoge el escudo del obispo Enríquez.

La importancia de la dignidad episcopal en El Burgo de Osma es tanta que difícilmente podrá llegar una comprensión integra de los valores de la población sin tener en cuenta este estrecho vínculo entre pueblo y templo, entre vida ciudadana y presencia eclesiástica. Desde 1342, el obispo fue señor temporal de la villa y su tierra, al adquirir los derechos al Cabildo Catedral. En la actualidad, el Palacio acoge, además de la residencia y oficinas episcopales, el archivo diocesano.

Iglesia del Carmen

El terreno elegido para la construcción del Convento fue un paraje situado extramuros, muy cerca de la contramuralla. En las obras, que comenzaron en 1595 intervinieron Juan del Castillo Sarabia, Domingo de Guizabal, Sebastián del Castillo y Juan de Echevarría. La iglesia fue inaugurada en 1607.

La construcción responde fielmente al tipo carmelitano: cruz latina inscrita en un rectángulo, nave única, capillas laterales (hoy funcionan como naves, pero fueron espacios incomunicados entre sí), crucero y ábside plano poco profundo. A los pies de la nave, cubierta con bóveda de cañón con lunetos, se sitúa el coro en alto. Las antiguas capillas laterales se cubren con bóvedas de aristas o con cúpulas de media naranja sobre pechinas aveneradas. Los cortos brazos del transepto y el ábside están cubiertos con bóvedas de cañón. Una dominante cúpula de media naranja sobre pechinas cubre el crucero. La capilla dedicada al Niño Jesús de Praga, comunicada con el crucero, se construyó en 1762.

En el interior de la iglesia destacan varios retablos tardobarrocos. A los pies del templo se venera la moderna imagen de Jesús de Medinaceli. Pero todos los ojos se centran en la imagen de la Virgen del Carmen, situada en un camarín en lo alto del retablo mayor.

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La fachada de la iglesia, sugestiva combinación de piedra y ladrillo, es lo más interesante del exterior. Tiene forma de rectángulo rematado por un frontón. Se divide la fachada en tres pisos, respetando un claro eje vertical de simetría. En el inferior se abre la portada de ladrillo con tres arcos de medio punto. Preside la fachada una escultura de la Virgen, realizada en 1640 por José Rodríguez.

Iglesia de Santa Cristina

La iglesia de Santa Cristina se erige en la ribera derecha del río Ucero, engrandecido por las aguas del Abión que desemboca unos metros más arriba. Su emplazamiento es testigo del suave rumor del río, junto al vetusto puente pétreo, al pie del castillo roquero y bajo la mirada de la primigenia Uxama Argaela.

El templo es de planta de cruz latina, de una sola nave, coro en alto a los pies, cúpula de media naranja sobre pechinas cubriendo el crucero y presbiterio con testero plano. La cubierta de la nave central es de bóveda de cañón con lunetos y tramos separados por arcos fajones de medio punto que se corresponden al exterior de los contrafuertes. El grueso del actual templo data de principios del siglo XVIII. Fue proyectado por Domingo Zaguirre y ejecutado por Alonso Martínez de Ochoa y Manuel de Arribas.

En 1779, el edificio sufrió un incendio y las obras de restauración concluyeron en 1782. De anteriores etapas, lo más destacado es la portada renacentista, de la segunda mitad del siglo XVI, con dos columnas corintias ante pilastras sobre podium que flanquean un arco de medio punto con el relieve del Padre Eterno en el tímpano.

En 1789, el presbítero oxomense Felipe Sanz, canónigo de la Catedral, solicitó y recibió el cuerpo de Santa Cristina, procedente de Roma, y lo entregó a esta iglesia de la que es titular y en cuyo retablo mayor se venera desde entonces.

La Muralla

La muralla encierra el núcleo medieval burgense. Fue levantada por el obispo Montoya en 1458 considerando la situación por la que atravesaba Castilla en la época de Enrique IV, al no considerar suficiente defensa para la villa la fortaleza de Osma.

La muralla de mampostería de cal y canto con sillares en los ángulos que sirven de refuerzo y coronada de almenas, se conserva en algunos tramos. Su trazado, a partir de la Puerta del Puente Viejo, bordeaba el río doblando a la altura de la calle del Cubo (hoy Poeta Malo de Molina), atravesaba la calle Mayor, llegaba a la actual de Rodrigo Yusto, pasaba por delante del Seminario y se incurvaba enfrente del convento del Carmen; a partir de este punto el lienzo iba a encontrar la puerta del puente.

A lo largo de la muralla se abrían varias puertas, pero la única conservada es la de San Miguel, reformada en época del obispo Tello (1567-1578) según revelan sus armas. Montoya dispuso construir la muralla por razones defensivas, pero no fue esta función la única que desempeñó a lo largo de la historia. La protección contra las pestes y contagios diversos fue objeto de especial cuidado por parte de los mandatarios municipales.

La muralla facilitó la labor de cobro de impuestos sobre productos que entraban a la población y fue también protagonista de actos protocolarios con fuerte carga simbólica, entre los que destacaba la entrada de los obispos que llegaban a El Burgo a tomar posesión. El prelado y su comitiva se detenían ante la puerta por la que iban a entrar, entonces un representante de la villa pedía al obispo que, antes de traspasarla, jurase guardar sus usos, derechos y loables costumbres tal como lo habían hecho sus antecesores; el obispo, tras pronunciar el juramento, recibía las llaves de la villa con lo que, dueño y señor espiritual y temporal de ella, atravesaba la puerta. La muralla perdió su razón de ser a raíz de la ampliación que experimentó la villa en el siglo XVIII con la creación de nuevos espacios urbanos.

El Castillo de Osma

La fortaleza se sitúa en lo alto de un macizo rocoso que separa los cauces de los ríos Abión y Ucero y se separa por un collado de los páramos que limitan los valles del Duero al sur. En el 912 está documentada la puebla de Osma y aunque podría pensarse en una repoblación de las ruinas de la ciudad romana de Uxama, hay evidencias de estructuras en el cerro del actual castillo que permitían localizar allí esta inicial puebla.

Entorno al 933, cuando se produce la primera derrota en Osma de las tropas califales o en el 934 cuando Ramiro II de León y el conde Fernán González se refugian en el castillo (hay dudas si en éste o en el de Gormaz), debe estar construyéndose por el leonés la mayor parte de la fortaleza que hoy vemos. La importancia estratégica del castillo de Osma se incrementa decididamente tras la derrota musulmana del 939, en la continuación de la batalla de Simancas, al sur de Gormaz. El Califato reacciona en los años siguientes recuperando Gormaz y fortificándola. Así pues durante cincuenta años (entre el 934 y el 989) el castillo de Osma fue la principal defensa de las puertas del reino de León en este tramo del Duero y sin duda el castillo cristiano más expuesto al ataque del terrible enemigo musulmán.

La obra de Ramiro II de León se adosa a las torres precedentes y estaba fabricada de gruesa mampostería con gran abundancia de piedras romanas y soberbios sillares labrados con marcas de cantería en esquinas, puertas y saeteras. El castillo alto tenía cuatro torres (las dos preexistentes y las dos nuevas, una de ellas pentagonal y hueca) y dos puertas. al norte y al sur, que permitían bajar hacia los ríos Abión y Ucero.

Cincuenta años resistiendo frente al Califato y frente a la formidable fortaleza de Gormaz es mucho tiempo, pero al final, Almanzor era Almanzor, y Osma cae en sus manos en el 989. En el 994 caen San Esteban y Clunia y al año siguiente el conde castellano Garci Fernández perderá su cabeza en Alcozar.

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El famoso general algecireño repoblará con árabes y refortificará el castillo de Osma y parte del chapado exterior de la torre que mira a Uxama podría ser suya, manteniéndose en poder del Califato hasta el 1011 en que pasa de nuevo a manos cristianas.

Puente medieval

Conocido popularmente como 88cee012-5a3e-4101-8521-fc92306d94f8_doubleQuoteCursiveOpen_Puente de la Torre del Agua”. Eduardo Saavedra y Moragas (1829-1912), que tomó este puente como punto de partida para describir la vía entre Uxama y Augustóbriga, sostiene que la fábrica contiene mucho sillarejo, el aparejo es deficiente e irregular, la rasante es en forma de 88cee012-5a3e-4101-8521-fc92306d94f8_doubleQuoteCursiveOpen_lomo de asno” propio de los puentes medievales y que existen sillares grabados con iniciales, muy propio del medievo. También hay otra corriente de opinión muy autorizada, entre ellos, Carlos Fernández Casado (1905-88), que piensa que existen suficientes materiales originales de origen romano como para que se le pueda acreditar su filiación: sillares perfectamente labrados, sobre todo en las bóvedas menores y en boquillas, las hiladas de piedra intentan mantener la misma altura, los tajamares en cuña así como en su fábrica, parecen romanos, los signos epigráficos aparecidos en algunas piedras, son caracteres del antiguo alfabeto ibérico, muy comunes en las obras civiles romanas, construidas con mano de obra local.

En el año 1753 se produce una intervención dado el deterioro que sufría el puente, que llevaron a cabo los maestros canteros José de Oñaederra, Manuel de Arribas y Gabriel Martínez. Las obras fueron revisadas por el Intendente Corregidor de la Villa y por el maestro de obras Fray Antonio de San José Pontones. En el plano de la Villa realizado por Francisco Coello de Portugal en 1860 figura como 88cee012-5a3e-4101-8521-fc92306d94f8_doubleQuoteCursiveOpen_habilitado”.

Consta de tres vanos con arcos de medio punto. Entre medias dos fuertes pilas reforzadas por dos potentes tajamares-espolones en forma de cuña y sombrerete a dos aguas que en altura no sobrepasan los riñones de los arcos. Paramentos hasta estribos con sillares de piedra caliza irregulares en volumen; en las zonas inferiores predominio de sillarejo y en tímpanos piezas de mayor calado, con un labrado adecuado, bien ensambladas. En tajamares y espolones la piedra es mas regular. Tablero a dos aguas y gruesos pretiles de sillar y sillarejo coronado por una fina albardilla del mismo material. El firme actual está compuesto por canto rodado y lajas. Hay escaleras de piedra en ambas caras para acceder al río (estribo izquierdo).

Antigua Universidad de Santa Catalina

La antigua Universidad de Santa Catalina fue costeada a mediados del siglo XVI por el obispo Álvarez de Acosta (1539-63). Es un edificio de planta cuadrada de 53 metros de lado, con rasgos inequívocos del Renacimiento purista.

La portada consta de arco de medio punto, con el intradós encasetonado, entre columnas adosadas. En las enjutas figuran relieves de sabios ancianos, iconografía alegórica muy propia para un edificio universitario. Encima del arco, una hornacina cobija la escultura de Santa Catalina, patrona de los filósofos y perteneciente a una familia de la que se consideraba descendiente el obispo Acosta. A los lados, se colocaron sendos escudos del prelado donante, en los que figuran la rueda de santa Catalina y unas costillas, para significar que sus obras las hacía 88cee012-5a3e-4101-8521-fc92306d94f8_doubleQuoteCursiveOpen_a costa de sus costillas”.

El patio central está enmarcado por una arquería en dos pisos, la inferior formada por arcos de medio punto y la superior por carpaneles. La monumental escalinata de acceso al piso nobles, como el patio, es muestra de la sintonía de este edificio con las corrientes estéticas y tipológicas dominantes de la época. En la balaustrada y el antepecho vuelven a parecer los escudos de Acosta.

La bula fundacional del Colegio Universidad data de 1550. Acogía facultades de Teología, Filosofía, Derecho y Medicina. Los estudios se suprimieron en 1770 para ser recuperados en 1778. Con motivo de la Guerra de la Independencia se clausuró de nuevo, retomando su actividad en 1814 para ser cerrada definitivamente como Universidad en 1841 al ser trasladada la institución a Soria, donde no pervivió. Posteriormente fue Instituto de Enseñanza Secundaria y acogió los Cursos Universitarios de verano. Actualmente el edificio ha sido reformado para convertirlo en hotel termal.

Hospital de San Agustín

El edificio del antiguo Hospital de San Agustín fue construido a costa del obispo Sebastián de Arévalo y Torres. Las obras comenzaron en 1694 y concluyeron en 1701. El obispo Montoya, en el siglo XV, había fundado un Hospital con el título de San Agustín, intramuros. Este Hospital se quedó obsoleto, tanto por su tamaño como por su ubicación, y así lo consideró el obispo Arévalo quien sin embargo, respetó la denominación con el que Montoya lo había fundado.

Se desconoce el nombre del arquitecto que elaboró las trazas de esta monumental obra cuya ejecución corrió a cargo de Ignacio Moncaleán y Pedro Portela, elevándose su coste a más de 80.000 ducados.

El Hospital sigue el modelo de palacio Casa de Austria, de tipo alcázar con fachada rectangular flanqueada por dos torres achapiteladas. En la espléndida fachada, de estricta simetría, se abren dos nichos avenerados que cobijan las estatuas de San Sebastián, santo del mismo nombre que el del obispo constructor, y San Francisco, por pertenecer este prelado a la orden franciscana.

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En el centro, sobre la puerta y balcón principal, se levanta una hornacina a cuyos pies se encuentra el escudo de armas del obispo Montoya. El escudo de este prelado aparece entre las ménsulas que sostienen las columnas salomónicas que flanquean el nicho avenerado donde está colocada la escultura de San Agustín, titular del Hospital. Corona la hornacina un frontón triangular roto para colocar las armas de Arévalo. A los lados del cuerpo central se erigen las torres con remate en chapitel. En sus frentes figuran, sobre un balcón, las armas del obispo Arévalo, de un abigarrado barroquismo.

Esta fachada es un puente de enlace entre la austeridad del primer barroco, con gran peso herreriano, y el pleno barroco. Atravesando la puerta, a la derecha del portal se halla la capilla. El patio del Hospital está formado por dos pisos de arcadas. La arquería inferior es de medio punto y la de la planta noble de arcos carpaneles.

Ayuntamiento

El arquitecto Ángel Vicente Ubón elaboró el proyecto y corrió a cargo de la construcción de la obra a cambio de 38.000 reales. Las obras comenzaron en 1769 y en febrero de 1771 estaban concluidas.

Ubón construyó una Casa Consistorial con soportales en su frente a los que se abrían varias puertas: la principal daba acceso al zaguán y escalera para subir al piso principal; las otras correspondían una al peso real, una, a cada una de los dos salas de oficios y otra más pequeña que era la salida de los toriles. En la planta baja, además de las salas mencionadas, había un amplio granero, con dos puertas a la calle que por eso se llamó de la Alhóndiga (hoy Banda de Música), y un extenso corral en las traseras, con dos chiqueros para los toros. También había dos pequeños calabozos a los que se tenía acceso por sendas puertas al fondo del portal. En la planta principal destacaba el majestuoso salón de Concejos, por el que se salía al corredor para la contemplación de las funciones públicas, especialmente taurinas. Desde el salón de Concejos se accedía a la sala de Ayuntamiento, con archivos y un oratorio.

El cuerpo central del edificio tiene dos pisos. El inferior, asoportalado, con columnas toscanas aprovechadas del antiguo Ayuntamiento, tiene embutidos en la fachada un escudo del rey Felipe II, dos del obispo Tello (todos aprovechados de las viejas Casas) y una lápida que hace mención a las Casas Consistoriales antiguas y a la edificación de estas nuevas.

Sobre el entablamento del soportal se apoyaban unas columnas sirviendo de sustento a una arcada que constituía el frente de la galería del piso principal, hoy modificada por unos poco inspirados pilares de hormigón que soportan el arquitrabe en lugar de la grácil arquería. El reloj sobre el tejado se colocó en 1886.

Las torres de los extremos fueron costeadas por el obispo Bernardo Antonio Calderón para que el Ayuntamiento tuviera una estructura parecida a la del frontero Hospital.

Yacimientos arqueológicos

Sobre la antigua Uxama, el asentamiento celtibero de los arévacos, se construye la ciudad romana de Uxama Argaela, al ser devastada por el general Pompeyo en el año 72 a. C., rápidamente adquiere una notable prosperidad.

La urbe romana está extendida por cerca de 100 hectáreas. Una vasta superficie en la que entre otros edificios conocemos el foro, suntuosas casas de patricios, espacios públicos ocupados por templos o varios acueductos, uno de los cuales partía de Ucero, a más de dieciocho kilómetros. El apogeo de la ciudad, por razones obvias, está relacionado con la explotación de la extensa y fértil vega del Duero, lo que en su día también fundamentó seguramente el progreso de la población arévaca. Otros factores además contribuirían a su esplendor.

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Así, Uxama está emplazada en un eje principal de las comunicaciones viarias romanas, junto a la vía que desde Astorga daba salida al oro y otros minerales obtenidos en el noroeste hacia Caesaraugusta, la actual Zaragoza y posteriormente a Tarraco, Tarragona. El esplendor de la urbe se mantiene hasta el siglo III. Como todas las ciudades romanas de la Meseta Norte sufre una crisis en las postreras fases del Imperio Romano, pero no llego a perder totalmente su población. De esta manera, en el siglo VI, durante la dominación visigoda, es sede del obispado Oxomense, con lo que ejerce un control territorial civil y religioso de un amplísimo territorio. Su total abandono debió ocurrir antes del siglo X, puesto que en ese siglo los árabes construyen una atalaya de vigilancia de la frontera, curiosamente sobre los cimientos de una rica casa romana.

Atractivos naturales

Pero no todo es patrimonio. El Burgo de Osma cuenta con unos recursos naturales muy atractivos, entre los que se encuentran.

El Cañón del Río Lobos

En la localidad de Ucero, a poco más de 15 minutos de El Burgo de Osma, se encuentra el centro de interpretación del parque natural del Cañón del Río Lobos y apenas a 2,5 kilómetros se sitúa el propio cañón.

Muy cerca de la localidad de Ucero se encuentra la casa del parque que ofrece información actualizada sobre el estado del parque, y en su planta superior alberga una exposición interpretativa de los habitats, ecosistemas, flora y fauna de la zona y que resultará muy atractiva para los niños.

Durante miles de años, el Río Lobos se fue haciendo hueco en el terreno kárstico para crear esta reserva natural, uno de los espacios naturales más impresionantes que podemos visitar y que deja una singular huella en todo aquel que lo visita.

Fue declarado Parque Natural el 10 de octubre de 1985, en atención a sus singulares atributos naturales y posteriormente, en 1987, se declaró también Zona de Especial Protección para las Aves.

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Fauna y flora convergen en un espacio accesible y precioso para deleite de los ojos del viajero. En el interior del cañón, podemos encontrar la suntuosidad del románico en esa ermita de San Bartolomé de Ucero, vinculada a la Orden del Temple, en un enclave singular y al que podremos acceder de forma fácil.

El Pantano de Vildé

A poca distancia del Burgo de Osma, está el pantano de Vildé. Con forma de cañón es uno de los parajes que a pesar de ser poco conocido, merece mucho la pena visitar y disfrutar de sus aguas de tonalidad azul verdoso procedentes del Río Caracena.

Un entorno precioso por descubrir, colmatado por una pequeña presa y encajonado en la hoz por la que discurre, crea un espacio natural maravilloso. La presa se construyó en el año 1935, para el aprovechamiento agrícola antes de que sus aguas confluyan con las del Duero.

Se trata de una de las zonas de baño de Soria con uno de los parajes más espectaculares, que ofrece además alternativas como la ruta que comienza en Villanueva de Gormaz y, sigue el trazado del río pasando por el Cañón de Vildé.

Gastronomía

Más allá de su conjunto monumental, El Burgo de Osma permite disfrutar de una rica gastronomía donde prima la cocina regional. Así, los productos de la matanza cobran gran protagonismo, de hecho, uno de los mejores planes para degustarlos es disfrutar de las jornadas rito-gastronómicas de la matanza, que anualmente organiza el [[LINK:EXTERNO|||https://virreypalafox.com|||Hotel Virrey Palafox]] y que están declaradas de Interés Turístico. Estas se celebran los fines de semana de febrero y marzo, y permiten degustar una gran variedad de embutidos y otros derivados del cerdo.

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Asimismo, los platos derivados de la caza y la pesca son otro tipo de cocina que se puede degustar en los fogones de esta villa. A esto hay que sumarle las recetas de cuchara encabezadas por las ricas alubias de El Burgo, así como los níscalos y setas de cardo que se pueden saborear durante el otoño. Aunque tampoco hay que olvidar los platos típicos de la cocina castellana, como son el cordero a la parrilla, asado o en caldereta, o el cocido castellano.