Sociedad
Miradas por entrenar
El cineasta gallego Rubén Riós presenta el documental "El Método", rodado con actores con discapacidad del centro Aspar La Besana en Calzada de Valdunciel (Salamanca)
Éxito, alegría y trabajo en equipo. Confianza, ayuda, oportunidad o respeto. Perder la vergüenza, mejorar como personas, igualdad y, sobre todo, amor. No hay mejor manera para definir un proyecto que con las palabras de sus protagonistas. Quienes lo han hecho crecer, y han crecido con él. Los que se han plantado, con valentía, delante de una cámara, dejando a un lado los miedos y bordando esa frase que han estado trabajando durante meses. Demostrando que ellos sí son capaces.
Un total de 23 usuarios del centro Aspar La Besana, de la localidad salmantina de Calzada de Valdunciel, junto al APAM en Vigo, son los protagonistas del último trabajo del cineasta gallego Rubén Riós. Un ‘documetraje’, como él mismo lo describe, en el que el director ha trabajado con personas con discapacidad convirtiéndoles en los auténticos protagonistas de su propia historia. Bajo el nombre de ‘El Método’, Riós lleva a la pantalla su día a día, plasmando en la imagen la superación, el trabajo en equipo, la perseverancia, el entusiasmo, la naturalidad y la humanidad de este grupo de personas.
De la mano de este documental se encuentra el cortometraje ‘Jaula de oro’, donde la realidad se mezcla con la ficción, y, aunque por separado, ambas cintas funciones, juntas conforman un género único. “La realidad supera a la ficción”, explica Rubén Riós a la Agencia Ical. “Cuando vamos al documental vemos la realidad de sus vidas, y aquí contamos esa ficción porque aquí escuchamos sus preocupaciones”, afirma el director.
‘El Método’ no es solo un proyecto audiovisual, es la manera de trabajar del gallego para poder generar a estas personas herramientas que les puedan valer en su día a día, en su entorno, para acceder a puestos de trabajo y aprender a socializarse mejor. Él lo tiene claro: “Tenemos una España vaciada que está cayendo en picado por muchos elementos que están todos los días en las noticias, y aquí hay 32 puestos de trabajo en las distintas actividades que mueve Aspar La Besana. Y la inclusión y la normalización pueden ser esos salvadores de unos entornos rurales que tienen edificios vacíos, que gastan en obras y que después no hay gente para habitarlas”.
Así lo han hecho algunos de los chicos participantes, que han conseguido trabajo en empresas como Viveros El Arca y afirman que, gracias a las dinámicas llevadas a cabo con Rubén, perdieron la timidez y ganaron confianza a la hora de enfrentarse a la entrevista. “Gracias al método nos dio muchas herramientas para ponerlas en marcha”, relata una de las educadoras del centro, Cristina Sánchez. “Es una metodología que se centra en el cine y en aspectos audiovisuales muy atractivos y motivadores para el trabajo. Trabajas también un montón de habilidades y comunicación”, describe.
Miedo a la pérdida
Cuando la realidad y la ficción se mezclan, surge ‘Jaula de oro’. En el cortometraje, protagonizado por Javier de Miguel, el propio Rubén Riós refleja uno de sus miedos: la pérdida de sus padres. “Si yo tengo miedo y mis padres tienen miedo de partir y dejarme solo a mí, que aún no tengo familia, eso se tiene que multiplicar por mil cuando hay una discapacidad de por medio”, reconoce el director. Tras 12 años trabajando en centros de este tipo, ha podido conocer también este temor reflejado en la vida de estas personas. Y en Aspar La Besana encontró los elementos ideales para trasladar a la pantalla su historia, eligiendo este centro de entre más de los 200 candidatos que barajaban y donde han conectado la parte de la normalización y de la inclusión con lo rural.
Así, a través de un guion escrito por una persona con parálisis cerebral, que muestra su verdad desde dentro de la realidad, de Miguel protagoniza la historia del “día que parte el último papá”. Javier aborda una conversación con su hermana de 40 años sobre qué hacer durante el resto de sus vidas ahora que sus padres ya no están, después de año sobreprotegido en esa “jaula de oro” donde, por querer hacerlo bien, provocaron que el resto de su entorno no pueda educarles. Tras ello, llega al centro, donde poder “romper este encierro” y continuar su vida.
En el corto, las personas con discapacidad son las protagonistas, llevando a la imagen historias invisibilizadas debido a que “nadie se había planteado hablar sobre ello”. Y los chicos y chicas de Calzada de Valdunciel contaban con una ventaja, ya conocían lo que era hacer teatro. Algo que les permitió trabajar con más agilidad, en un proyecto en el que su director considera que deben ser “referentes en la sociedad”.
Un corto para ayudar
“Cuando la gente me llama buena persona al acabar de ver mis películas, no ha entendido nada”, sentencia Riós. Porque no se trata, según explica el gerente del centro, José Gómez, “de la palabra ‘pobrecitos’, sino de que son personas”. Personas que han reflejado en este ‘documetraje’ sus capacidades y su cabida, un proyecto que demuestra, en palabras de Gómez, “la vida y los sentimientos emotivos como podemos vivir cualquiera cuando vivimos un proceso así”.
Rodado en los días previos al estallido del Covid en 2020, supone uno de los últimos trabajos en la época prepandémica en España. Entre nervios, pero orgullosos y con sus mejores galas, los protagonistas acudieron este jueves al preestreno del trabajo en Salamanca. Un primer visionado, abierto al público, donde tampoco faltó la alfombra roja.
Ahora, el director tiene claro su camino, es necesaria la difusión. Por ello, su próximo reto es llevarlo a los Goya. Pero no solo eso, sino que Riós considera que debe ser visionado en todas las aulas de colegios y universidades de Castilla y León, porque “tienen la suerte de que haya un Calzada de Valdunciel, un Aspasa y de que un loco cuerdo como yo haya hecho un proyecto como este”, señala.
Un trabajo que, afirma, debe cambiar también el consumo de los contenidos entre los más jóvenes. “Estos sí deben ser nuestros referentes, con sus virtudes y defectos, pero no porque tengan discapacidad, sino porque su día a día es más complicado”. Asimismo, apuesta por “picar piedra” para que estos productos, que dejan a un lado el morbo, remuevan las conciencias.
“Nosotros nos abrimos a corazón porque somos gente buena, y somos gente para todo. Podemos ayudar a otros, estamos para ayudar, y este corto es para ello”, cuenta con sinceridad uno de los participantes. Porque cuando se trabaja con ellos, la ayuda es mutua. “En todos los equipos del mundo necesitamos una persona como ellos porque realmente generan emociones”, señala en director, apostando por una integración real en la sociedad. Porque, tal y como cita al final de ‘El Método’, “la inclusión es necesaria, la normalización es esencial”.
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