
Investigación
Xosé Bustelo: “La IA es como un bebé; tiene mucho potencial, pero todavía tiene que ir a la escuela y demostrarnos de lo que es capaz”
El director del Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca precisa que aún “queda llenar el vaso con planes más ambiciosos y una financiación más realista en investigación del cáncer”

El Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca (CIC) cumple 25 años siendo uno de los grandes referentes nacionales en la lucha contra esta enfermedad. Su director, Xosé Bustelo, repasa en esta entrevista cómo ha evolucionado la investigación oncológica en este tiempo, desde las primeras terapias dirigidas hasta el avance imparable de la inmunoterapia y la medicina de precisión. También, mira a la inteligencia artificial, un carro al que hay que subirse, pero que todavía tiene que demostrar lo que puede aportar. Con más de 300 profesionales y 31 grupos de investigación, el CIC ha sido pionero en España en terapias como las CAR-T, y se prepara ahora para acoger en octubre el prestigioso congreso internacional RAS, una cita con tradición estadounidense, que reunirá en Salamanca por segunda vez a los principales expertos mundiales en cáncer. Bustelo reivindica el papel de la ciudad, el talento joven y la necesidad urgente de reforzar la financiación científica para mantener el liderazgo en este campo: “Queda llenar el vaso con planes más ambiciosos y una financiación más realista en investigación del cáncer”. Como buen científico, no vive del pasado, mira al futuro: “Los próximos 25 años van a ser más apasionantes”.
El CIC de Salamanca cumple 25 años como referente en la investigación oncológica. Un proyecto de esta envergadura no se construye solo. ¿Cómo arrancó?
Surgió de un grupo de científicos salmantinos que, de una manera directa o indirecta, tenían conexión con el cáncer: Eugenio Santos, Avelino Bueno, investigadores tanto de la Universidad como del Hospital, como Jesús San Miguel, Juan Jesús Cruz y Alberto Orfao... En aquel momento dijeron: aquí hay una masa crítica bastante buena de investigadores sobre el cáncer, y quizás sea una buena idea hacer un centro que aglutine a todos los que estamos aquí y hacer posible que atraiga gente de fuera. Lo que se quería era algo que en aquel momento no existía en nuestro país, un centro de investigación monográfico en cáncer que agrupase bajo el mismo techo a investigadores clínicos, básicos y traslacionales. Nació con la idea de hacer que la investigación fuese más sinérgica y que lo que se descubriese en el laboratorio fuese más fácil pasarlo al ámbito clínico. Con el apoyo del rector Ignacio Berdugo y del presidente del CSIC José María Mato, se materializó el proyecto.
¿Qué desafíos, qué retos ha tenido que superar?
El mayor reto fue pasar de tener un edificio con cuatro paredes y poyatas vacías, sin equipamiento ni gente para trabajar, a progresivamente ir creciendo, equipando el centro con tecnología punta, hacer más investigación, pero, también, dar más servicios útiles para los pacientes y la sociedad en su conjunto. 25 años más tarde, aquí estamos, hemos cambiado muchísimo. Al principio eran 12 grupos y ahora somos 31; el núcleo fundador no éramos más de 30 personas, y ahora somos más de 300. O sea, que ha sido un cambio radical.
Un cambio radical en el centro, y en la investigación contra el cáncer ¿Cómo ha cambiado el panorama de la investigación oncológica en estos 25 años?
Los retos siguen siendo los mismos, que es conocer mejor el cáncer para diagnosticarlo y tratarlo cada vez mejor e intentar incrementar las tasas de supervivencia de los pacientes y su calidad de vida. En esto hemos tenido suerte, porque la fundación del Centro coincidió con cambios radicales en la investigación del cáncer. Nos fundamos en el año 2000 y, justamente, en ese momento fue cuando aparecieron las primeras terapias dirigidas contra moléculas que estaban alteradas en unas leucemias y cánceres de mama específicos. En aquel momento no sabíamos nada de secuenciar ADN de pacientes; por supuesto, ni imaginábamos que la inmunoterapia fuese a tener un papel relevante… Obviamente, a lo largo de estos 25 años, hemos visto una explosión tecnológica que nos ha permitido conocer de forma óptima todas las alteraciones genéticas y no genéticas que tiene un tumor; el universo de las terapias dirigidas ha sufrido también una expansión grandísima; y ahora tenemos con nosotros la inmunoterapia que antes ni soñábamos que la podríamos tener. Hemos sido testigos de un cambio muy radical en cómo se conoce el cáncer y cómo se aborda, desde el punto vista clínico, el diagnóstico y tratamiento de las personas con cáncer.
Si tuviera que destacar algún hito científico en este tiempo, ¿cuál sería?
Ha habido muchos y por muchas personas, por lo que no me gustaría personalizar demasiado para no ser injusto. Desde un punto de vista aplicado, los dividiría en dos partes. En primer lugar, como impacto más inmediato, la apuesta que ha hecho el CIC desde el principio de hacer no solo investigación sino también el de invertir en servicios diagnósticos que ayudasen a conocer mejor el tipo de tumor que tenían los pacientes. De hecho, tenemos actualmente cuatro servicios diagnósticos que reciben muestras de pacientes de todo el país, lo que da la posibilidad de que puedan ser diagnosticados de manera mucho más precisa de lo que pudiesen serlo en hospitales convencionales. En este sentido, hemos sido afortunados en tener, desde nuestra fundación, investigadores clínicos buenísimos que han permitido desarrollar diagnósticos muy especializados. En segundo lugar, hay que destacar los avances que han pasado de la observación inicial en laboratorios del CIC a ensayos clínicos y a nuevos tratamientos que han permitido cambiar las formas de tratar del mieloma múltiple. Ello ha ello que este tumor de la sangre haya pasado a tener tasas de supervivencia muy altas en la actualidad. También hemos hecho avances muy importantes en investigación básica; donde tenemos investigadores muy reconocidos en el ámbito del tumor de mama y tumores mediados por el oncogén KRAS. Estas investigaciones están dando lugar a nuevas vías para tratar estos tumores que, sin duda, se afianzarán en los años venideros.
En los últimos años, ha habido grandes progresos en áreas como la medicina personalizada de precisión y, lo comentaba, en la inmunoterapia. ¿Qué papel ha jugado el centro en el desarrollo de esas terapias dirigidas, y en la aplicación de las células CAR-T?
En inmunoterapia en sentido estricto nos ha costado, porque hasta el año pasado no hemos podido fichar a ningún investigador directamente ligado a este tipo de terapia. En todo caso, sí pueden considerar las investigaciones del doctor Atanasio Pandiella como parte de esa avenida inmunotérapica, al dar como resultado el aislamiento de moléculas derivadas de nuestro sistema inmune que van dirigidas contra las células tumorales de mama. Y, por supuesto, las terapias celulares basadas en el sistema CAR-T, donde Salamanca ha sido pionera, también se pueden considerar ligadas a dicho campo al basarse en la modificación genética de células del sistema inmune de los pacientes con cáncer. En este sentido, no hay que olvidar que hace ya unos años el Gobierno central seleccionó a Salamanca como un nodo hospitalario para dar estas terapias a los pacientes que sean receptivas a las mismas de todo el país. Esto el algo que como Centro y como ciudad nos debería de dar orgullo dado que, a pesar de ser una ciudad pequeña, en este ámbito estamos a la par de ciudades más grandes como Madrid o Barcelona. Las terapias dirigidas son, en todo caso, las más estudiadas por los investigadores e investigadoras de nuestro Centro. En este sentido, conviene recordar que contamos con un programa financiado por la Asociación Española Contra el Cáncer dirigido a desarrollar y caracterizar nuevos inhibidores contra uno de los oncogenes o moléculas alteradas en cáncer más frecuentes, el oncogén KRAS. Además de los trabajos propios, conviene indicar que en este campo estamos colaborando también con empresas extranjeras líderes en el desarrollo de estas nuevas terapias
La relación de la investigación con la industria farmacéutica es clave para poder desarrollar nuevas terapias. ¿Qué tipo de colaboración tiene el centro con empresas del sector para acelerar la llegada de nuevos tratamientos al mercado y a los pacientes?
A través de dos vías. Por un lado, una en donde hay empresas que se interesan por nuevas tecnologías, herramientas diagnósticas o productos derivados de nuestro trabajo y que les son interesantes para su comercialización. Por otro lado, tenemos el camino inverso: empresas que están desarrollando compuestos contra una serie de moléculas alteradas en cáncer y que quieren nuestra ayuda para estudiarlos u optimizarlos.
Estamos hablando de que en la investigación del cáncer se ha avanzado a pasos agigantados. La inteligencia artificial y la genómica han contribuido a ello. ¿Cómo está incorporando el CIC estas nuevas tecnologías al campo de la investigación, y qué impacto pueden tener en el tratamiento del cáncer en los próximos años?
En medicina personalizada, por supuesto, estamos ahí con nuestros servicios diagnósticos: saber qué alteraciones específicas tiene un paciente determinado para tratarlo y ajustar el tratamiento al tipo de alteración genética que posee. Por lo que respecta a la inteligencia artificial, siempre digo que es como un bebé: a todo el mundo nos gusta, apostamos por su futuro, pero debemos llevarlo a la escuela para demostrarnos lo que es capaz de hacer. Estratégicamente el algo, por supuesto, que nos interesa muchísimo. Y yo creo que en esto sí podemos jugar con cierta ventaja, dado que la Universidad de Salamanca tiene grupos muy buenos, como los liderados por el rector Corchado, en esta área. La clave será buscar sinergias, y establecer unos contactos lo más cercanos posibles para al final hacer que este bebé crezca y se convierta en una herramienta útil para el diagnóstico de pacientes, el diseño de fármacos, etc.
Uno de los grandes valores del CIC ha sido su capacidad de formar y de atraer talento. Cuando le nombraron director, se marcó ese reto, atraer talento joven. ¿Cómo están apostando por esa nueva generación de investigadores?
Es uno de nuestros ejes estratégicos principales; queremos atraer gente joven con potencial, que se haya formado bien en el extranjero y que nos traigan nuevas ideas y nuevas tecnologías que nos permita ser mejores como Centro. En este sentido, conviene recordar que un centro de investigación no puede estar parado; debe estar reciclándose continuamente para adaptarse a las necesidades cambiantes de la investigación del cáncer. Un centro que no evoluciona es un centro muerto. Y creo que no lo estamos haciendo mal en este apartado: hemos conseguido ya atraer a dos investigadores este año y, en estos momentos, estamos entrevistando a cuatro más que están actualmente en el Reino Unido, Alemania y en Estados Unidos que han contactado con nosotros para incorporarse al Centro. Durante mucho tiempo teníamos problemas para captar gente, sobre todo porque no teníamos forma de atraerlos con paquetes de ayuda similares a los existentes en otros centros nacionales y extranjeros. Ahora, gracias por ejemplo a la financiación de la Escalera de Excelencia de la Junta, podemos ofrecerles a los que desean venir ayudas para contratar personal y comprar equipamiento con el fin de ayudarles a que despeguen lo más pronto posible como grupos de investigación y que sus primeros años aquí sean los más productivos posibles. Otra parte importante de un centro de investigación es formar nuevos profesionales. Y esto ha sido también parte de nuestro ADN: si hacemos números y miramos atrás, en estos 25 años hemos formado a 430 nuevos doctores y a casi 300 estudiantes de máster que, en estos momentos, desarrollan su trabajo en centros académicos, hospitales y empresas. Esta es una parte también de ser un centro de investigación, creer en estas nuevas generaciones para que la investigación en cáncer sea cada vez mejor.
Comenta la importancia del apoyo, de la financiación. España es un país con una gran comunidad científica, pero muchas veces con recursos limitados. ¿Cómo se podría mejorar para intentar que fuera más competitiva?
Siempre me gusta decir que, al menos, el principal problema lo tenemos solucionado: el de tener cerebros y cantera de científicos. Lo más difícil siempre es esto, conseguir personal cualificado que sea capaz de investigar con calidad y eso, por suerte, lo tenemos en la oncología española. Esto ha sido producto de que hubo muchos españoles al principio de la investigación sobre cáncer que hicieron contribuciones muy importantes que permitieron crear una escuela amplia de investigadores e investigadoras que ahora están trabajando en España. Uno de estos pioneros lo tenemos en Salamanca y en nuestro Centro: Eugenio Santos. Lo que nos queda por conseguir es que ese personal trabaje de la forma óptima. En esto obviamente se ha avanzado. Por ejemplo, hemos pasado en estos 25 años a no tener centros de investigación en cáncer a contar actualmente con varios centros punteros como el CIC, el CNIO, o el VHIO de Barcelona… Pese a ello, todavía nos falta conseguir que existan planes estratégicos a largo plazo que nos permitan trabajar de una forma más estable en el tiempo, una financiación adecuada y una menor burocracia, incluyendo la asociada a la contratación de personal investigador extranjero. Por tanto, creo que tenemos un vaso medio lleno: sí tenemos buenas infraestructuras y un personal altamente cualificado y competitivo pero, por otra parte, nos queda todavía el resto del vaso con planes más ambiciosos y una financiación más realista de lo que cuenta en estos momentos la investigación del cáncer.
Para conmemorar estos 25 años, han diseñado actividades a lo largo del año, entre ellas el Congreso RAS, que tradicionalmente se ha celebrado en Estados Unidos y ahora llega a Salamanca por segunda vez. ¿por qué es tan relevante este congreso?
Sí, el que se haya escogido Salamanca y nuestro Centro para organizar este evento internacional nos llena de orgullo. Todas las personas que trabajan en este campo a nivel internacional, incluyendo las empresas, van a venir aquí a Salamanca a compartir sus resultados y a establecer nuevas colaboraciones. Eso es muy, muy, muy importante. Y es relevante también porque este es el típico ejemplo de por qué la investigación es importante en cáncer. Los oncogenes RAS son los más frecuentemente alterados en tumores y en algunos casos como es el cáncer colorrectal o el de páncreas, lo está a frecuentes muy altas (por encima del 80 por ciento). Desde el punto de vista histórico estos oncogenes son también interesante porque fueron los primeros caracterizados en tumores humanos, un hallazgo en donde Eugenio Santos y Mariano Barbacid tuvieron un papel fundamental entre el final de la década de los 70 y el comienzo de los 80. Había una molécula que todo el mundo sabía que era importantísima intentar bloquear, pero es que nadie sabía cómo hacerlo; todo el mundo quería inhibirlo, pero no había más que fracasos. Esto, afortunadamente cambió hace 12 años cuando por fin un investigador tuvo una idea brillante que cambió este panorama sombrío y demostró que sí había formas de inhibirlo. A partir de ahí, ha habido una explosión en términos de compañías implicadas y de grupos de investigación implicados que está dando como resultado el desarrollo de múltiples fármacos que están en ensayos clínicos actualmente, con algunos ya pasando a ser usados en pacientes. Este es el típico ejemplo que un problema se nos puede atascar en investigación pero que, al final, con trabajo y buenas ideas, se consiguen los objetivos deseados. Va a ser una reunión excepcional. Entre el 8 y el 11 de octubre, vamos a tener aquí en Salamanca a los primeros expertos de los ámbitos de la biología, la clínica, de la industria farmacéutica.
¿Qué importancia tiene toda esa colaboración multidisciplinar en los avances médicos, que al final es lo que toca al paciente?
Es algo esencial. Actualmente, al menos en el área de cáncer, la distinción que se hacía siempre entre investigación básica y clínica no tiene ya sentido. Ahora los básicos estamos muy interesados también en ver qué pasa en el ambiente clínico porque al final trabajamos nuestro trabajo, para impactar en la vida real, tiene que validarse con modelos directamente derivados de los pacientes. Y, por otra parte, los clínicos también necesitan hacer investigación básica para entender mejor porqué los pacientes tienen distintos patrones de respuesta a los fármacos o para saber el porqué se desarrollan resistencias contra las terapias que se usan actualmente. Se ha evolucionado tanto en la investigación sobre el cáncer que, en estos momentos, ni siquiera se puede hablar de que la investigación en cáncer esté en manos de biólogos y médicos: se necesitan a muchos otros profesionales como bioinformáticos, matemáticos o físicos. Sin este trabajo conjunto es muy difícil que podamos abordar de forma exitosa un problema tan complejo como es el cáncer y el desarrollo de las nuevas terapias.
Después de 25 años de logros y de esta evolución tan intensa, ¿cómo imagina el futuro del CIC en la próxima década?
Me gusta el 25 aniversario, porque me ha tocado vivir estos años aquí, ver crecer el Centro. Pero los científicos no vivimos del pasado, vivimos más del futuro. Los próximos 25 años van ser más apasionantes. Lo que queremos es hacer un Centro cada vez mejor; atraer a gente joven con nuevas ideas, nuevos proyectos, nuevas técnicas; queremos ser cada vez mejores en esa interacción con las empresas y con el tejido productivo; seguir apostando por la gente joven, formándola cada vez mejor, hacer que cada vez sean mejores profesionales y al final, y muy importante y de lo que no nos olvidamos, queremos que el Centro sea un sitio vivo que esté muy conectado con la sociedad. Es importante que los centros de investigación, y sobre todo un centro de que trabaja en cáncer como el nuestro, se mezcle con la ciudad y seamos parte de la misma. Obviamente somos un centro de investigación y trabajamos para hacer que el cáncer cada vez sea una enfermedad menos problemática para los pacientes, pero queremos que la sociedad castellana y leonesa, y sobre todo la ciudadanía salmantina, nos considere como una parte importante y útil de la ciudad. En definitiva, queremos poner nuestro grano de área para contribuir a que Salamanca sea cada vez mejor.
✕
Accede a tu cuenta para comentar