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Los Mossos denuncian: “El tráfico y el consumo de drogas en La Mina está descontrolado”

Se quejan de la “impunidad” de los clanes de narcotraficantes

Un adicto a la heroína con jeringuillas usadas
Un adicto a la heroína con jeringuillas usadaslarazon

Recientemente, una operación de los Mossos d’Esquadraen el polémico barrio de La Mina, en Sant Adrià del Besòs, terminó con el decomiso de, entre otras, armas de guerra, rifles, 59 kilos de cocaína y otros tantos de marihuana. Un episodio que representa un buen ejemplo de la actual situación en la zona, que, en buena parte, recuerda mucho a la década de los 80, la era «quinqui».

Fuentes de los Mossos y agentes que habían trabajado en La Mina denuncian a LA RAZÓN que «la situación se ha descontrolado», en referencia al tráfico y consumo de drogas, un hecho que, de nuevo, remite a épocas pretéritas, tras algunos años de relativa «calma», o como mínimo de menos conflictividad.

Las mismas fuentes aseguran que «todo está superdescontrolado». En un barrio en el que viven 14.000 personas, el propio Ayuntamiento de Sant Adrià del Besòs admitió que hay días en los que hallan hasta 93 jeringuillas usadas. Se ha recrudecido el consumo de heroína.

Es bien sabido que desde bastantes décadas son los clanes gitanos los que controlan el negocio del tráfico de drogas en el barrio. Los Mossos denuncian que su poder ha crecido, y que la solución es difícil, debido a que estas familias manejan la zona con mano de hierro.

«Existe un grave déficit de efectivos policiales en La Mina», lamenta una de las fuentes citadas, antes de añadir que «si hay graves problemas, lo que hace la Generalitat es poner parches», pero luego no llega nada más». Un buen ejemplo llegó este mismo año, cuando agentes de la Brigada Móvil de la Policía Autonómica tomaron esas calles, pero únicamente de forma temporal.

Denuncian también que si los clanes gitanos controlan el negocio de la droga, este hecho se convierte en un imán para los delincuentes. Se trata de un factor que, en este caso, marca distancias con los años 80. Es la presencia ciudadanos de la Europa del Este, sobre todo georgianos. Son ladrones que venden en el barrio los objetos robados, y que además son grandes consumidores de droga.

«La impunidad es total, campan todos a sus anchas, y lo que necesitamos son más medios», lamentan las mismas fuentes. «Hemos pedido varias veces más agentes de los Mossos, porque se trata de una emergencia social», explicó hace poco a este diario el alcalde de Sant Adrià del Besòs, Joan Callau.

Y es que las cifras son espeluznantes. Por ejemplo, en el año 2018, según datos del mismo Ayuntamiento, se llegaron a recoger más de 15.000 jeringuillas en el parque infantil del Parc del Besòs. Este año se contrataron a dos guardias jurados para intentar de paliar esta grave situación.

Uno de los factores que explican el nuevo auge del consumo de heroína en La Mina que la presión policial en los últimos meses y años ha conseguido reducir mucho los narcopisos en el Raval, y también en otras zonas de Barcelona. Un efecto llamada que ha provocado un recrudecimiento de la situación, que está provocando muchas molestias a los vecinos que son totalmente ajenos al tráfico de drogas.

Por lo tanto, ahora la mayoría de los consumidores de heroína y otras drogas ciudadanos de la Europa del Este, aunque también hay clientes nacionales. Una situación difícil para los agentes, ya que, además de la falta medios y de unos parches que duran poco, comprueban que hay personas han sido detenidas en 30, 40 e incluso 50 ocasiones, pero que siguen en la calle. Se trata de clanes, afirman las mismas fuentes policiales a este diario, «muy poderosos, que generan grandes cantidades de dinero».

Siguiendo con más críticas hacia la gestión de la conselleria de Interior, fuentes de los Mossos lamentan que, en referencia a los citados clanes, que «si se pasan, no hay reacción inmediata». Un ejemplo es que incluso hay narcotraficantes que se inculpan de tener alijos de droga básicamente para salvar el cuello, para no sufrir ninguna venganza por parte de las familias o bandas que controlan el negocio de los estupefacientes.

Otro dato muy grave es que, según las cifras que maneja el Consistorio, es que en la única narcosala que tiene Sant Adrià del Besòs, se atienden más personas que en las ocho en total que tiene toda Barcelona. En 2017, el municipio pasó de 58.000 a 86.407 atenciones por este motivo, mientras que en el total de salas barcelonesas se redujo se redujo a 29.949.