Barcelona

«Los hombres aún respetan menos a las mujeres que vivimos en la calle»

El Ayuntamiento de Barcelona crea 80 plazas para alojar a mujeres sin hogar e introduce la perspectiva de género en los equipamientos

Hay un alto porcentaje de personas sin hogar que no quiere ir a albergues. También hay mafias que extorsionan a mendigos y les obligan a llevar perros drogados
Hay un alto porcentaje de personas sin hogar que no quiere ir a albergues. También hay mafias que extorsionan a mendigos y les obligan a llevar perros drogadoslarazon

El Ayuntamiento de Barcelona ha dado un primer paso para responde al grito de socorro que las mujeres sin hogar y las asociaciones que las acompañan lanzaron el pasado diciembre: «Vivir en la calle es vivir con tu maltratador y no poder librarte de él, necesitamos servicios exclusivos para mujeres». Porque como cuenta Eloisa, el acoso es constante. «Siempre hay alguien que se acerca y te ofrece 3 euros por tocarte, 5 euros por chuparla o 10 euros por sexo. Y si dices que no, te intentan drogar para aprovecharse», denuncia. «Han intentado abusar de mi en duchas de los servicios municipales y en los albergues, por eso, hay veces que es mejor dormir en la calle y pasar desapercibida, aunque haga frío», cuenta.

Pese a que las mujeres solo representan un 13% de las personas sin hogar, éstas tienen una tasa de pobreza y un riesgo de exclusión social superior al de los hombres. En 2018, los equipos municipales detectaron 329 mujeres durmiendo en la calle de un total de 2.452 personas. Estos datos ponen de evidencia que las mujeres sufren un tipo de sinhogarismo poco o nada visible: ellas soportan más situaciones de infravivienda o violencia y abusos que los hombres antes de quedarse en la calle y normalmente recurren a sus redes familiares o sociales para garantizarse un techo antes de recurrir a los servicios sociales. Ello supone que los equipamientos de acogida de personas sin techo estén diseñados desde el punto de vista de la población masculina que vive en la calle, de manera que las plazas con las que cuentan estos centros son principalmente para hombres y además en estos equipamientos no se tienen en cuenta las necesidades particulares de las mujeres en cuestiones como la higiene, la seguridad y la intimidad en espacios en los que han de convivir con hombres.

El Ayuntamiento de Barcelona ha apostado por introducir una perspectiva de género en los equipamientos que atienden a las personas sin hogar. Lo ha hecho a través de la nueva «Medida de gobierno para la prevención del sinhogarismo femenino y la introducción de la perspectiva de género en la atención a las personas sin hogar en Barcelona». Este nuevo documento marco recoge una veintena de actuaciones concretas entre las que destaca la creación de 80 nuevas plazas para alojar a mujeres sin hogar en los próximos tres años –25 de ellas durante el 2020–, las cuales en su totalidad serán en equipamientos que se asemejan lo máximo posible a una vivenda propia. Estas nuevas plazas se suman a las 2.170 municipales o de entidades de la Red de Atención a las Personas sin Hogar que ya están disponibles, de las que ahora solo unas 300 son para mujeres.

Además, en el marco de la nueva Medida impulsada por el Ayuntamiento, también se prevé la reforma de los equipamientos existentes para adecuar estos espacios desde una perspectiva de género y garantizar así una mayor privacidad y seguridad a las mujeres atendidas, que son minoría. Gemma, que tiene 44 años y ha vivido 12 de ellos en la calle, al fin dispone de su propio piso. Hace cinco meses entró en el programa «Primer la llar». Cuenta que «los equipamientos de acogida se olvidan de las mujeres». «Allí no tenemos ninguna intimidad, es muy incómodo compartir todos los espacios con una mayoría de hombres y algunos de ellos además no nos respetan», recuerda para a continuación lamentar que «en los albergues hay pocas plazas para mujeres». Por su seguridad, se vestía de hombre y se cortaba el pelo cuando vivía en la calle. Ahora confiesa que «poder tener ahora mi propio piso me ha cambiado la vida».