Coronavirus
La reinvención de la industria cárnica: engordar lechales o enviar animales vivos a países árabes para el Ramadán
El coronavirus ha sacudido el mercado de tal manera que el sector busca vías para llegar al consumidor final
El cese total de la actividad hotelera y de restauración debido a la crisis del coronavirus y el consiguiente estado de alarma ha supuesto un duro golpe para este sector, pero de rebote son otros muchos los que se ha visto afectados por el cierre de estos establecimientos.
Y aunque suene paradójico en un momento en el que los productos de alimentación son los más demandados y consumidos, existe un reducto entre el colectivo de productores, industriales y comerciales de este sector que está pagando sobremanera el cierra del canal HORECA (hoteles, restaurantes y cafeterías).
Hay alimentos que tienen poca salida en los supermercados y centros comerciales puesto que apenas se consumen de forma doméstica, de manera que su principal mercado es el de la restauración y hostelería. Este es el caso, por ejemplo, de la carne ovina y caprina, que “es un alimento asociado normalmente a las fiestas y celebraciones”, señala Tomás Rodríguez, gerente de la Interprofesional del Ovino y Caprino de Carne, y del que “el 40% de la producción va a los restaurantes, hoteles y cafeterías”. “Además, hay que añadir que la gente tiene restricciones a la hora de ir a comprar, de manera que acude a la tienda más cercana e invierte el mínimo tiempo posible, para acabar conformándose con comprar lo que haya, cuando antes quizá iba a los diferentes comercios especializados para seleccionar lo que quería llevarse a casa”, añade Rodríguez. A ello hay que sumar también una caída de las exportaciones, ya que “muchos países están en nuestra misma situación, con los restaurantes y hoteles cerrados, como Francia o Italia”, comenta el gerente.
Todo ello ha provocado una caída total de las ventas de un 80% y, en consecuencia, una acumulación de producto, al que no se encuentra salida. “Los mataderos están congelando la carne y los ganaderos han de seguir engordando al lechal y de esta manera tienen un mes de margen para colocarlo en el mercado ya como cordero”, explica Rodríguez, quien sin embargo asegura que “la situación es crítica”. “Los operadores no compran cordero porque no lo venden y hay mucha presión en el campo, ya que el producto se va acumulando y mientras tanto el animal va creciendo”.
Así las cosas, el sector está buscando soluciones y reclamando medidas para tratar de paliar las consecuencias de esta situación. “Por un lado estamos enviando animales vivos al mercado árabe de cara al ramadán y, por el otro, estamos pidiendo ayudas a la congelación a Europa, que es algo que ya se ha hecho en otras crisis, y solicitando al Gobierno que nos ayude a abrir nuevos mercados, como el chino”.
Una situación similar es la que está atravesando el sector de la acuicultura. “Nuestra actividad es considerada esencial, por lo que debemos seguir operando con la mayor normalidad posible pese al estado de alarma, con las dificultades que conlleva intentar mantener esa distancia de seguridad en los barcos o camiones de transporte”, indica Javier Ojeda, gerente de Crianza de Nuestros Mares y Apromar, pero el gran problema es que “la venta de pescado fresco ha caído significativamente porque se ha cerrado el canal HORECA y además, con el estado de alarma, las restricciones a la movilidad y el miedo al contagio, ha cambiado la forma de consumir de la población”. “La gente ya no va a comprar pescado fresco a las pescaderías, ni tampoco compra el pescado sobre hielo de los supermercados porque no quiere hacer colas; ahora, lo que se consume es el pescado congelado y las conservas”, explica Ojeda, quien señala que el gran problema no es solo que “no estamos vendiendo, de hecho el 55% de nuestro producto no se ha podido vender, sino que además hemos de seguir cuidando a nuestros peces, lo cual conlleva unos gastos y esto está acabando con nuestra liquidez”. Además, “durante estas semanas, nuestros peces siguen creciendo y se salen de las tallas comerciales, que son las de ración o superiores al kilo porque las tallas intermedias no tienen salida, y además nuestras granjas tienen una capacidad para una cantidad máxima de peces que pueden vivir en ellas a la vez”.
Por ello, el sector está buscando medidas de apoyo a la liquidez a través del Fondo Europeo y, paralelamente, piden a la Comisión Europea y al Ministerio de Agricultura que “se habiliten mecanismos para poder almacenar nuestros peces fileteados y congelados”. “La situación es muy delicada, pero además prevemos que cuando se levante el estado de alarma, el sector vivirá una segunda crisis, ya que habrá un tsunami de pescado, se saturará el mercado de peces por sobreoferta y el precio caerá”, advierte Ojeda, quien si bien admite que “se mantienen las exportaciones a Francia, Italia y Portugal, por ejemplo, con las restricciones en la movilidad se complica también ese mercado ya que, al tratarse de un producto perecedero, si no llega a tiempo, se estropea”.
Esta intranquilidad e incertidumbre es la que comparten también los productores y comercializadores del sector de la caza. “La temporada de caza está recién acabada y las cámaras industriales está llenas ya que ahora es cuando tocaba vender el estocaje”, destaca Jaime Hurtado, gerente de ASICCAZA, sin embargo, “nuestro sector depende de la restauración, que estas semanas está parada, y de la exportación a países europeos como Alemania, Italia, Francia o Portugal, pero ellos están igual que nosotros”, así que ahora el producto apenas tiene salida. En esta línea, Hurtado recuerda que “éste es un sector estacional y con un canal muy específico, que es el de HORECA, de manera que para nosotros el problema es gravísimo”, y más por cuanto “la carne de caza no está en el lineal del supermercado, porque no hay hábito de consumo doméstico y los establecimientos prefieren otro tipo de carne”. Para más datos, “el 70% de lo que se ha recogido de diciembre a febrero está estocado y esto representa un 50% de la producción anual”, apunta.
Ante este panorama, la ASICCAZA tiene previsto pedir al Gobierno “una fiscalidad reducida y ayuda al estocaje de la producción que ni podemos mover para que esta carne no se deprecie, puesto que si no logramos sacarnos lo que hay en almacén, la siguiente temporada nuestra carne se comprará muy barata”, explica Hurtado, así como sería necesario “paralizar la caza, de hecho se están retrasando las órdenes de veda”, lo cual, por otra parte, puede suponer un “daño a la agricultura por sobrepoblación de los animales”. Y es que éste es un “sector estratégico para la economía rural y la gestión del entorno”, al igual que el ovino y caprino.
Pero más allá de las medidas particulares que cada sector tiene previsto promover y emprender de forma individual, tanto el ovino y caprino, como el de la caza o el acuicultor buscan atraer al consumidor doméstico para abrir un nuevo canal de ventas y consumo que les permita liberar el estocaje. En este sentido, están diseñando y lanzado campañas de promoción de sus productos destinadas a “fomentar el consumo doméstico como alternativa al excedente generado por la supresión de la actividad hostelera y de restauración”, indica Hurtado.
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