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Vacunas: Edward Jenner, el médico que más vidas ha salvado en la historia

El 14 de mayo de 1796 inyectó la primera vacuna contra la viruela a un niño de ocho años después de observar las manos de las ordeñadoras de vacas, que se no infectaban de la enfermedad

Edward Jenner vacuna por primera vez a un niño contra la viruela
Edward Jenner vacuna por primera vez a un niño contra la viruelaR C

Mientras esperamos ansiosos que los 18 programas de investigación para conseguir una vacuna contra el coronavirus tenga éxito, es bueno recordar la determinación, el coraje y, si, también la temeridad, del primer médico que se atrevió con éxito a inyectar un patógeno en un cuerpo sano para prevenirle contra la enfermedad. Su nombre, Edward Jenner, y su hazaña, haber conseguido documentar la primera vacuna efectiva, tal y como las conocemos hoy día, contra la viruela.

Cuando nos acercamos al 250 aniversario de semejante descubrimiento, la historia de Jenner demuestra que la medicina es también observación, intuición e inteligencia. ¿Qué descubrió? Que las mujeres que ordeñaban vacas parecían inmunizadas contra la grave enfermedad. Afectadas por lo que se llamaba viruela bovina, sus manos tenían rastros de las mismas pústulas que los enfermos de viruela común tenían por todo el cuerpo, pero sin desarrollaban síntomas más grave. Jenner dedujo que si conseguía relacionar ambas enfermedades existía la posibilidad de que inoculando la vacuna bovina en los niños se crearan anticuerpos para luchar contra el más virulento y mortal virus humano.

Todo empezó cuando una joven campesina que trabajaba ordeñando vacas llamada Sarah Nelmes se acercó al consultorio del doctor Jenner por unos granos en el pie. Mientras se los mostraba, la ordeñadora le dijo: “Sé que no es viruela porque ya he pasado la viruela bovina”. Este comentario lleno de inocencia y extraña seguridad le hizo estudiar la relación de las ordeñadoras con la viruela y descubrió que sólo desarrollaban leves síntomas. Empezó a pensar en la manera de utilizar esa inmunidad para ayudar a los niños. En aquellos años un tercio de los afectados morían y el resto desarrollaba terribles marcas en la cara y las extremidades, así que como hoy día había esfuerzos en todo el mundo para encontrar un remedio efectivo contra la enfermedad.

El 14 de mayo de 1796 cambió la historia de la medicina para siempre. Jenner capturó el fluido infectado de una de las pústulas de la mano de Sarah y buscó al primer voluntario para probar el nuevo remedio. El niño se llamaba James Phipps, el hijo de un campesino sin trabajo que a veces hacía de jardinero del propio Jenner. Otra vez, las clases trabajadoras saliendo al rescate de sus señoritos. Con dos incisiones en los brazos del joven Phipps, inició el experimento. ¿Podía haber salido mal? Sí. Así que el héroe de esta historia no es tanto Jenner como el joven Phipps.

A partir de aquí el doctor inició la observación de las reacciones del niño. Esto es lo que escribió en su diario: “Al séptimo día se quejó de un ligero malestar y dolor en la axila. Al noveno día notó escalofríos, había perdido el apetito y tenía un ligero dolor de cabeza. Este día se sintió indispuesto y pasó la noche con cierta inquietud. Sin embargo, al día siguiente se encontró perfectamente bien”. Seis semanas después, inoculó al niño con la viruela humana y no tuvo reacción alguna. Acababa de nacer la primera vacuna moderna de la historia.

Al niño le inyectaron hasta 20 dosis diferentes de viruela en las siguientes semanas y en ninguna enfermó. Jenner fue el primero que publicó su ensayo y se convirtió así en el primer médico que había certificado el éxito de una vacuna. En 1791, el doctor Peter Plett, en Alemania, ya había inoculado a tres niños y Benjamin Jesty, en 1774, también había hecho lo propio a una familia del condado de Dorset, en Inglaterra, pero fue Jenner quien documentó todo el proceso y lo hizo comprensible y, sobre todo, transmisible al mundo entero.

Por supuesto, la comunidad científica no celebró por todo lo alto el descubrimiento, sino que lo vio como un sacrilegio. ¡Cómo se podía inocular a un niño con un virus de una vaca, eso era indecente! Había quien dibujaba a los niños cabezas de toro como si eso es lo que pasaría con el tiempo. El Colegio de Médicos de Londres negó la viabilidad del descubrimiento y le expulsó de la asociación. La Iglesia incluso aseguró que la vacuna era anticristiana.

Sin embargo, su efectividad hizo que todos los prejuicios se esfumasen con el tiempo. El cirujano Balmis introdujo la vacuna en América, acompañado por Isabel Zendal, en 1803. Los españoles introdujeron el virus en el continente, matando a miles de indígenas, y tuvieron la decencia de traer, más de 300 años después, un remedio. EN 1805 Napoleón decidía vacunar a todas sus tropas para no perder efectivos por la enfermedad. Jenner se negó a ir a Londres y convertirse en el médico real, pero recibió año a año grandes sumas de dinero del Parlamento Inglés por su descubrimiento.

En 1980 la Organización Mundial de la Salud declaraba la viruela como erradicada de la faz de la tierra después de que el último caso se reportase en África en 1977. Los cálculos de las vidas que salvó Edward Jenner son incontables, por eso se le conoce como el médico que más vidas ha salvado de la historia. Y todo por inocular el virus de una vaca. Para todos aquellos que acusan a los murciélagos, los cerdos o los pangolines de todos sus males, quién sabe si en un futuro volverán a ser sus salvadores.