Tribuna
MacGuffin
4, 8, 15, 16, 23 y 42. A algunos quizás no les suenen estos números. En cambio, a los que seguíamos la serie de Perdidos nos generaron muchas expectativas. Aparecían de manera recurrente a lo largo de toda la trama (los números de la lotería que ganó Hurley, los que había que pulsar, cada 108 minutos, en el ordenador de la estación El Cisne de la Iniciativa Dharma…), aumentando el misterio a cada capítulo y dando lugar a muchas teorías, y al final, nada. Un MacGuffin. Un truco argumental que, en el fondo, carece de relevancia en la trama, pero sirve para distraer a la audiencia y motivar a los personajes. Hitchcock – quien difundió el término y dejaba señuelos en muchas de sus películas - explicaba en una entrevista qué era un Macguffin con la siguiente historia:
«Van dos personas en un tren y uno de ellos le pregunta al otro “¿Qué es ese paquete que hay en el maletero que tiene sobre su cabeza?” El otro contesta: “Ah, eso es un McGuffin”. El primero insiste: “¿Qué es un McGuffin?” El compañero responde: “Un MacGuffin es un aparato para cazar leones en Escocia”. “Pero si en Escocia no hay leones”, apunta el primero hombre. “Entonces eso de ahí no es un MacGuffin”».
En la vida real también nos ponen cebos a los espectadores para atraer nuestra atención. Llevamos unos días entretenidos con los indultos de los condenados en el llamado juicio del “procés”. No se dejen engañar, es un reclamo. Una trampa. Un anzuelo. Hace unos días Teresa Freixas (Tiempos de gloria) nos advertía en este mismo medio sobre las cortinas de humo. Los indultos no dejan de ser un acto regulado y sometido a controles. En cambio la llamada «mesa de diálogo» carece de toda regulación. Y ahí está el verdadero problema, prescindir de los cauces tradicionales, reglados, sometidos a normas, requisitos procedimentales, etc. Se vende como diálogo pero frente a la transparencia, se opta por la oscuridad, por discutir en la trastienda lo que nos va a afectar a todos.
Y sinceramente, ya no sé qué queda por negociar. Tras la reforma del Estatut en el 2006 el Tribunal Constitucional estableció en la sentencia 31/2010, de 28 de junio, los marcos que determinaban hasta dónde podían llegar las autonomías en materia de competencias. Como siempre, parece que algunos ya no recuerdan las reglas de juego. También se olvida – muchos quizás nunca se molestaron en saberlo – cuántos preceptos declaró nulos el Tribunal Constitucional. Les refresco la memoria: la Ley Orgánica 6/2006, de 19 de julio, de reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña tenía un total de 223 artículos. El Tribunal Constitucional declaró nulo un único precepto en su integridad, así como tres apartados de otros tres artículos, uno de forma parcial y diez incisos. Una parte ínfima de la totalidad del texto. No sorprende que la mayoría de esos preceptos tuvieran relación con el Poder Judicial, en concreto con la creación de un Consejo de Justicia en Cataluña, órgano de gobierno del poder judicial en Cataluñaque se configuraba como el órgano de gobierno de los jueces en esta comunidad. Un viejo anhelo del independentismo gobernante, manejar aquello que se les escapa de su control, tener más poder. Ese es el verdadero interés. Y mientras la película avanza nos dejan una soga, o un maletín, o unos indultos. El problema es que el guion parece repetitivo y nos devuelve al punto de partida. Vivimos en la rueda del hámster. Así que ya saben, nos ponen los contadores a cero. Volvemos a empezar.
Pablo Baró es Magistrado y Presidente Asociación Profesional Magistratura Cataluña
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